EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

sábado, 21 de marzo de 2015

Historia de la melancolía.

La palabra "melancolía" es muy hermosa, aunque trae consigo tristes ramificaciones. Se relaciona, de muchas maneras, con los temas de las experiencias difíciles en la vida, a los que recientemente me referí en este medio, los cuales pueden servir --si son bien enfocados-- como trampolín de superación para las personas, llámense estos casos ejemplos de resiliencia, logoterapia o el nombre que se le quiera dar.

Hace poco me encontré este video que me pareció bien hecho y especialmente interesante. Se los comparto:

http://ed.ted.com/lessons/a-brief-history-of-melancholy-courtney-stephens

viernes, 20 de marzo de 2015

Algunas preguntas para entretener nuestra mente.

Las siguientes ocho preguntas filosóficas son importantes y es probable que nunca las resolvamos.

1.  ¿Por qué decimos que hay algo en lugar de nada?

2.  ¿Es nuestro universo real?

3.  ¿Tenemos libre albedrío?

4.  ¿Tenemos pruebas de que Dios existe?

5.  ¿Hay realmente una vida después de la muerte?

6.  ¿Hay algo que en realidad se pueda experimentar objetivamente?

7.  ¿Cuál es el mejor sistema moral?

8.  ¿Qué son los números?

Rachmaninov y la Orquesta de Filadelfia.











La Orquesta de Filadelfia es una de las más importantes del mundo y, por supuesto, de los EEUU. 

Leopold Stokowski (1930)
Es famosa por el sonido pulido, casi aterciopelado, de su sección de cuerdas y demás instrumentos, conocido como el "sonido de Filadelfia" (Philadelphia Sound).  Ese sonido fue el resultado del trabajo continuo de dos directores muy famosos que lo cultivaron, gracias a sus largos años al frente de la orquesta: 

(i) Leopold Stokowski (1882-1977), quien dirigió a la orquesta entre 1912 y 1938; y, 

(ii) Eugene Ormandy (1899-1985), quien estuvo a cargo de ella de 1936 a 1980 

(entre 1936 y 1938 ambos compartieron la titularidad de la orquesta).

Serguéi Rachmaninov y Eugene Ormandy durante un ensayo (1938)
Se dice que otra influencia importante sobre el sonido de la orquesta es por la fuerte presencia del compositor Serguéi Rachmaninov (1873-1943) en Filadelfia, durante su período de exilio en los EEUU, en razón de las dos guerras mundiales y la Revolución bolchevique en su país.


La relación de Rachmaninov con la orquesta es ilustrada por el artículo cuyo enlace aparece a continuación.

El valor de las palabras.

jueves, 19 de marzo de 2015

Jorge Amado, el bossa nova, Astrud Gilberto y una anécdota sobre Nueva York.
Hace como treinta años vivía en Nueva York y una noche me invitaron a ver una película brasileña que por entonces estaba en cartelera, en uno de los cines de la ciudad. La película era Doña Flor y sus dos maridos, de Bruno Barreto (1955-), basada en la obra de Jorge Amado (1912-2001). Actuaban la guapa Sonia Braga (1950-), en ese momento en la cumbre de su popularidad; José Wilker (1946-2014); y, Mauro Mendonça (1932-).
En la película, una mujer (Braga) está casada con Vadinho, un hombre joven y fiestero (Wilker), quien la ama a su manera: un amor más carnal que considerado. Ella queda de repente viuda e inconsolable, en medio de una parranda carnavalesca de su Vadinho. Luego de un largo luto, doña Flor es cortejada por el bueno y respetuoso –aunque bastante aburrido– Dr. Teodoro, quien eventualmente se convierte en el segundo esposo de la resignada doña Flor. Ella le quiere, pero no lo ama realmente. Sin embargo, el Dr. Teodoro sabe ofrecerle seguridad, fidelidad y estabilidad.
Ante la falta de pasión en su vida, de alguna manera Vadinho regresa como un fantasma lascivo y desnudo a la vida de doña Flor, quien añora la pasión animal de su salvaje ex-marido, aunque formalmente lo niegue por respeto a la sociedad que representa el Dr. Teodoro, siempre impecablemente vestido. La película transcurre entre los encuentros y desencuentros de los miembros de ese trío.
La historia es muy simpática, pero también tiene profundidad. Está llena de simbolismos referentes a la condición de la mujer en nuestras sociedades. Resalta, especialmente, la tensión entre los anhelos de la mujer y la rigidez de los convencionalismos sociales que la aplastan.
Bueno, pero para seguir con la historia de mi visita al cine esa noche, debo decir que, durante el curso de la película, la trama fue adosada por una extensa colección de música linda y sugestiva, con un claro sabor a Brasil.
En fin, terminó la película y yo me despedí de mi amigo. Era viernes y al día siguiente podía levantarme más tarde. Con eso en mente, en el camino de vuelta a mi apartamento, iba intoxicado con los ritmos y melodías escuchados, sin saber cómo se llamaban o quién los interpretaba. Decidí entonces pasar a Tower Records, cerca de Lincoln Center, para ver si localizaba algún disco con el soundtrack de la película. En esos tiempos, sin tiendas digitales, la música se compraba “en duro”; es decir, grabada en CDs que venían en su cajita de plástico para protegerlos. Tower Records era el paraíso de los CDs. Los había de todos los géneros, organizados por secciones especializadas y selladas para que uno pudiera ingresar a ellas, con música de fondo adecuada al gusto del cliente, en lugar de una sones dispersos e incompatibles por todas partes.
Pues bien, llego a Tower Records y eran casi la 12:00 medianoche, hora del cierre de la tienda.  Me voy directo a la sección de música internacional, donde estaban los discos con canciones en idiomas exóticos como el español y el portugués.  Justo en esa parte de la enorme tienda, había una mujer de mediana edad revisando discos en la mesa de música del Brasil.  Tuve que esperar un rato, preocupado de que no me diera tiempo de encontrar el disco que buscaba antes del cierre, ya que los minutos pasaban y la señora simplemente se había estacionado en la mesa de los discos, sin pinta de irse. 
Finalmente, la señora se movió un poquito y pude atacar la mesa, pero no encontré el soundtrack.  Entonces, me animé a consultarle, a ver si me orientaba, pues parecía conocer bien la sección.  Me preguntó qué buscaba, con un acento portugués marcado, y le dije que la música de la película que acababa de ver, así como otros discos de bossa nova en general que me pudiera recomendar, con canciones como Agua de beber o La chica de Ipanema.  Ella me volvió a ver en ese momento y me dijo “–Soy yo–”. Yo pensé que no me había entendido y le volví a explicar y ella, muy seria, repitió su “–Soy yo–”. Viendo que no la comprendía, metió a mano entre las filas de discos en exhibición y sacó uno que me mostró de seguido: ¡era ella en la portada!, un poco más vieja en ese momento, pero claramente la misma persona,
El disco pertenecía a Astrud Gilberto (1940-), la famosa cantante de “La chica de Ipanema”, el éxito de Antônio Carlos “Tom” Jobim (1927-1994) y Vinicius de Moraes (1913-1980). Luego supe que Astrud Gilberto había estado casada con João Gilberto (1931-) –uno de los fundadores con Jobim y Moraes de la bossa nova – y que luego había sido novia o esposa del famoso jazzista Stan Getz (1927-1991).
Bueno, para terminar el cuento, compré el disco, que ella diligentemente me autografió, así como todos los que quiso recomendarme. Eran muchos para mí, pero no tenía como rechazar sus recomendaciones. Ese fin de semana, pasé clavado en el apartamento, oyendo los discos, en particular La chica de Ipanema de la señora Gilberto.
No volví nunca a verla, pese a que me asomaba por la sección de música internacional cada vez que visitaba la tienda. Quería agradecerle nuevamente sus recomendaciones.
Hoy, treinta y tantos años después, sigo sin conseguir el soundtrack de Doña Flor y sus dos maridos, aunque tengo algunas de las piezas individuales de Chico Buarque (1944-) en varios CDs separados.

En fin, una anécdota para compartir, que recuerdo con gran cariño.

jueves, 5 de marzo de 2015

La espiritualidad de la música de Arvo Pärt.

Arvo Pärt (1935-) es uno de los músicos más importantes de nuestro tiempo.  Sus obras nos transportan a paisajes sonoros de carácter místico, en los que la fuerza de lo repetitivo entra en nuestros sentidos, como una especie de mantra, que nos envuelve y subyuga.  El efecto es hermoso, intenso y, muchas veces, sobrecogedor.

La obra del compositor estonio ha tenido importantes detractores, especialmente entre los grupos atonales, electrónicos y experimentales, que pretenden hacer música bajo criterios estrictamente "progresistas", así como entre quienes siguen corrientes ideológicas según las cuales se debe renunciar –como si fuera posible– a toda influencia externa o a toda herencia cultural ajena que pueda considerarse "contaminante" o “revisionista” (como sucedía en el pasado en la Unión Soviética, de la que Estonia era parte cuando el compositor se desarrollaba como tal). 

Contrario a estas tendencias o modas, y luego de pasar por un proceso en ese sentido, Pärt se liberó de esos caminos y se ha concentrado en un mundo de minimalismo expresivo, en el que recoge la influencia polifónica de la música sacra de la Edad Media y del Renacimiento, y otras raíces de la música occidental, para producir una música de enorme espiritualidad, que es fácil de identificar y que se disfruta ampliamente.  Sólo el polaco Henryk Górecki (1933-2010) y el británico John Tarvener (1944-2103) ofrecían una tendencia de algún modo similar. 

Las armonías son simples, bajo un ritmo muy básico y sin cambios de de tempo, prácticamente desprovistas de ornamentación, siguiendo algo parecido a lo que él llama un mero “tintineo de campanas” (“tintinnabuli”).  En muchos casos hay textos sacros que acompañan la melodía, ya sea en latín o en lengua eslava, preferiblemente.

De su música se ha dicho que la belleza late en sus melodías, que el silencio se escucha y que vibra la verdad; que de ella surge la semilla que nos lleva a la esencia de la vida, como el todo del cual nos nutrimos.

Todo este mensaje –que ciertamente nos ubica en las cercanías de la filosofía oriental, tendiente a la contemplación y la integración con el cosmos– tiene a su vez, sin embargo, importantes referencias en la música de los grandes sinfonistas escandinavos y, específicamente, en los paisajes abstractos de las últimas sinfonías del danés Carl Nielsen (1865-1931) y del finlandés Jean Sibelius (1865-1957).  Esto es importante, porque da referencias y organicidad a la obra de Pärt, como un modo de ver el mundo del cual podemos aprender y que se ubica geográficamente en el norte de Europa.

El compositor minimalista estadounidense Steve Reich (1936-) comentó acerca de Pärt:

“Ya desde que estaba en Estonia, Arvo estaba sintiendo lo mismo que el resto de nosotros. […]  Amo su música y amo el hecho de que sea un hombre tan talentoso y valiente. […]  Está completamente fuera de la corriente principal y sin embargo es enormemente popular, lo cual es muy inspirador.  Su música llena una profunda necesidad humana”.

En fin, un compositor importante y trascendente en más de un sentido.  Su música es un bálsamo que nos aleja del mundanal ruido y que nos protege de muchas formas, al ponernos en contacto con nuestra esencia misma.




Véase, además, una entrevista de la cantante Björk al compositor:


miércoles, 4 de marzo de 2015

A propósito de un gran artista.

Nacido en Bolonia, el director cinematográfico, poeta y activista Pier Paolo Pasolini (1922-1975) pasó la mayor parte de su niñez Friuli, de donde era originaria su madre.  El dialecto local fue utilizado por él en sus primeras, en las últimas y, en general, en sus mejores poesías.

Se hizo profesor en un capítulo local del Partido Comunista italiano, pero debido a su homosexualidad, que nunca escondió, fue acusado de inmoralidad evidente en 1949, despedido de su trabajo y expulsado del partido. Se fue con su madre a Roma, en donde pasó mucho tiempo en las zonas marginales de la ciudad, hasta que logró dominar el dialecto romano.

Su novela “Muchachos de la vida” (“Ragazzi di Vita”) de 1955, basada en sus experiencias en las calles romanas, lo convirtieron en el principal escritor neorrealista del momento.  Su segunda novela de ese estilo, “Una vida violenta” (1959), consolidó su renombre.

De esta época data su poemario “La religión de mi tiempo”, escrita a mediados de los años 50 y publicada finalmente en 1961.

Poco tiempo después, sin embargo, se alejó del neorrealismo y se dedicó por completo al desarrollo de sus actividades artísticas por otros rumbos.

Sus poemas son expresión de un estado de ánimo dominado por la decepción; decepción por una revolución política, social e incluso cultural que nunca se llevó a cabo tras la Segunda Guerra Mundial.  Pasolini muestra su desánimo ante el avance del Estado capitalista impuesto por los vencedores-invasores.  Revela el gran hueco creado por el arrancamiento de la antigua cultura campesina exiliada en los suburbios de las grandes ciudades industriales.  Denuncia el proceso de masificación y el naufragio del individuo, cuyas antiguas creencias son reemplazadas por los manipulados medios de masas, especialmente la televisión.

En plena madurez creativa –a excepción de lo que él llamó su vagabundeo nocturnal “felino”, en busca de sexo ocasional–, Pasolini se dedicó con exclusividad a canalizar sus múltiples inquietudes sociales, políticas y artísticas por distintos medios.  Así, ideó nuevas direcciones tanto para la literatura, como para el teatro y la televisión.  Escribió para el cine y, eventualmente, se interesó por la dirección cinematográfica.

En poco tiempo, vertió todo su talento y energía en sus películas más importantes, comenzando con "El Evangelio según el San Mateo” (1964), que hace un hermoso uso de la música de Bach; "Halcones y gorriones (1966), "Edipo rey” (1967), "Teorema"  (1968), "Porcile”"Medea” (1970), y una trilogía, dedicada a la vida, compuesta por "El Decamerón (1970), "Los cuentos de Canterbury (1971) y "Las mil y una noches (1974).

Pasolini no solo fue el principal cineasta de su generación en Italia, sino también el mayor poeta.  Poseedor de diferentes lenguajes estéticos, llamaba a sus películas “cine-poemas”.

Como dice un autor:

Pasolini fue un intelectual incómodo e incalificable, un erudito lingüista, filólogo y teórico de la literatura, además de un humanista que manejaba con soltura varias lenguas y se movía cómodo en el mundo de la filosofía, el materialismo histórico, el psicoanálisis, la antropología cultural y la historia del arte o de las religiones, lo que le hace prácticamente incomparable con ningún otro intelectual del siglo xx.

Mediante sus trabajos, Pasolini exploró la cultura y el lenguaje de los habitantes de los barrios bajos, emigrantes del campo y ahora mendicantes, prostituidos y sin empleo, que se situaban en la periferia de Roma, una “ciudad eterna” que, sin embargo –en ese momento– representaba apenas una sombra borrosa de la Roma gloriosa de los antiguos, fundada justamente por campesinos.

Según Pasolini, la pérdida del contacto ancestral con la naturaleza, para venirse a la ciudad, era el equivalente a la pérdida del paraíso para estas gentes.

El autor emprende un largo paseo por el interior sonámbulo de la ciudad, por los suburbios del fango, mientras en el barrio burgués reina la paz.  La Roma de este descenso a los infiernos es la de las prostitutas, los desheredados, los vicios inconfesables, los muchachos con la erección de la muerte.  Pasolini, que sobre todo ama el joven que ya no es, ve cómo se dilapida el don efímero de la juventud.  

En sus propias palabras, uno de sus poemas dice:

“Toda aquella luz,
por la que vivimos, fue tan sólo un sueño
injustificado, no objetivo, fuente
ahora de solitarias, vergonzosas lágrimas”.

Amargado por las injusticias, siente que su juventud lo abandona y que ninguna de las causas por las que ha luchado está aún resuelta. 

“Yo, tiempo tengo ya poco: por culpa de la muerte
que se me echa encima, en el ocaso de la juventud.
Pero también por culpa de ese mundo humano,
que quita el pan a los pobres, la paz a los poetas”.

Precisamente, poco antes de morir, Pasolini publicó una edición revisada y aumentada de sus poemas en dialecto, bajo el título de “La nueva juventud” (“La nuova gioventù”), de 1975.

La agudización de sus críticas al establishment, con amenazas de denuncias e investigaciones sobre su corrupción, y el estreno de su película “Salò, o los 120 días de Sodoma”, en la que ridiculiza por igual a la iglesia católica, el sistema de gobierno imperante de los demócrata-cristianos y los privilegios de la burguesía capitalista, exacerbaron el ánimo de sus ya muchos enemigos.

Poco tiempo después, Pasolini fue asesinado en la playa en Ostia, cerca de Roma.  Fue arrollado varias veces con su propio vehículo el 2 de noviembre de 1975.  Sospechosamente, el crimen nunca fue esclarecido, por lo que se cree que hubo motivaciones políticas de por medio.


Recientemente se ha publicado una reedición de su volumen de poesía “La religión de mi tiempo”, en una nueva traducción al castellano que vale la pena considerar.  El diario ABC de España ha publicado una reseña al respecto:

http://www.abc.es/cultura/libros/20150302/abci-pasolini-comunista-amaba-dios-201502251002.html