EL CAMINO DE LA VIDA

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jueves, 26 de mayo de 2011

Almuerzo cultural: La excavación de la antigua Troya..

Estimados amigos,
Troya o Ilión –como también se la conoce– es una ciudad tanto histórica como legendaria.  Fue allí donde, según nos cuenta Homero (Ὅμηρος Hómēros), se desarrolló la más célebre de las campañas militares de los antiguos griegos, una campaña de la que sólo conocemos lo que relata Homero (con las licencias poéticas del caso), pues tiene su asiento en un pasado ahistórico; es decir, en un tiempo en el que la escritura no prevalecía entre los pueblos involucrados. 
Esta campaña es la mítica guerra  de Troya, en la que –según dice la leyenda– la disputa por el amor de una mujer enfrentó a dos rivales políticos y comerciales del  Egeo –la Grecia de los antiguos aqueos (anterior a la Grecia clásica de Esquilo, Sófocles y Aristófanes) y Troya, la más poderosa metrópoli de entonces del Asia Menor.  Lo que sí sabemos es que la guerra sirvió para decretar la destrucción de ésta última y la posterior consolidación de las ciudades-estado griegas como potencias del Mediterráneo oriental.  
En griego clásico el nombre de Troya es Τροία (Troia) o Τροίας (Troias) y en turco es Truva, aunque también se la llamaba, en atención a Ilo, su fundador mítico, Ίλιον (Ilión) o Ίλιος (Ilios).  Cercano a este último nombre tenemos el vocablo hitita Wilusa, que es, según los estudios de los especialistas, la manera en que los antiguos habitantes del Mediterráneo y el Cercano Oriente se referían a la Troya homérica.   Se cree que la palabra Wilusa es la más antigua de todas, y que de ella deriva el vocablo Ilión (Wilusa Ilusa Ilus Ilión).
En 1924, poco después del desciframiento de la escritura hitita, Paul Kretschmer había comparado un topónimo que aparece en fuentes hititas, “Wilus”a, con el topónimo griego “Ilio”s, usado como nombre de Troya.  Los eruditos, basándose en pruebas lingüísticas, establecieron que el nombre “Ilios” había perdido una digamma inicial y anteriormente había sido “Wilios”.
Por su parte, los romanos relacionaron el nombre de Ilión con el de Iulo (en latín Iulus), hijo de Eneas y antepasado mítico de la gens Iulia o Iulii, a la que pertenecía el famoso Julio César (100-44 a.C.), así como los primeros emperadores de la antigua Roma.
Como dijimos, lo poco que sabemos de Troya es por Homero, quien cantó su gloria y también su caída.  El recuento es un poema de carácter épico y, por su naturaleza y circunstancias, de poca precisión cronológica.  Por ello, no podemos pretender entrar en detalles técnicos sobre la ciudad y su imperio por medio de Homero.  Aún así, desde la propia Antigüedad, se han hecho esfuerzos importantes por valorar y estimar las fechas de la guerra de Troya.  Así, p.ej., Eratóstenes fechó la Guerra de Troya entre el 1194 y el 1184 a. C., la Marmor Parium entre el 1219 y el 1209 a. C., y Heródoto en el 1250 a. C

Por otro lado, prácticamente nada se sabe acerca del propio Homero, en tanto autor de la  Ilíada y la Odisea.  Es probablemente justo decir que se trata del poeta más importante que jamás haya cantado las hazañas de sus héroes.  Por ello, tres mil años después de su ignota vida, sus obras aún se leen y despiertan la mayor admiración.  Sin embargo, no hay muchos datos sobre él, lo que hace a algunos estudiosos dudar de su existencia como individuo.
La historia que conocemos de Troya está  los orígenes mismos de la civilización occidental, durante la Edad del bronce, casi mil años antes de que Grecia alcanzara las glorias de la Atenas de Pericles.  Básicamente, lo que sabemos de Troya viene de la Ilíada y, desde hace poco más o menos cien años, de la arqueología, que es la ciencia que estudia las sociedades y sus cambios a través de aquellos restos materiales que los miembros de esas sociedades han dejado a lo largo del tiempo en un determinado lugar.  Sobra decir que la arqueología es especialmente  importante para el estudio de la prehistoria, que es aquel período de los pueblos en el que no hay escritura, por lo que no quedan testimonios escritos que indiquen los sucesos más importantes de la época.  En estos casos, la arqueología sirve como complemento de otras evidencias materiales (utensilios, arte, construcciones, etc.) para informar sobre aquellos casos que no gozan de suficiente evidencia escrita respecto a los usos y costumbres de un determinado pueblo. 

En el caso de Troya, como ha ocurrido en otros grandes hallazgos arqueológicos, la intuición del arqueólogo y la lógica aplicada juegan un papel importante en sus descubrimientos.
Heinrich Schliemann (1822-1890), un alemán que había hecho fortuna, decidió, en 1870, buscar la mítica ciudad de Troya en las costas de Turquía, a fin de probar su existencia y la veracidad de los relatos homéricos y, especialmente, para satisfacer una obsesión que databa de su infancia, alrededor de esa ciudad.  Con estudios recién realizados en la materia, y armado de su dinero y de un ejemplar de la Ilíada, Schliemann desafió a los expertos que no daban crédito a la historia de Troya, y contrató personal para excavar al norte de Turquía, donde, según él, debió emplazarse la antigua ciudad.  A la postre, su intuición le dio la razón.

El emplazamiento se encuentra cerca de un pueblo turco denominado Hissarlik, en la actual provincia turca de Çanakkale, junto al estrecho de los Dardanelos (Helesponto), entre los ríos Escamandro (o Janto) y Simois y ocupa una posición estratégica en el acceso al Mar Negro (Ponto Euxino).  En su entorno se encuentra la cordillera del Ida y frente a sus costas se divisa la cercana isla de Ténedos.  La localización es apropiada para explicar las ventajas estratégicas de Troya como importante puerto y centro comercial de la región, y, como se desprende, como factor de competencia para los emergentes puertos griego al occidente del Egeo respecto al comercio proveniente del Asia Menor.

Las especiales condiciones del estrecho de los Dardanelos, en el que hay una corriente constante desde el Mar de Mármara hacia el Mar Egeo y donde suele soplar un viento del nordeste durante la estación de mayo a octubre, hace suponer que los barcos que en la antigüedad pretendían atravesar el estrecho debían esperar a menudo condiciones más favorables durante largas temporadas en el puerto de Troya.
Para estupor de muchos, en 1871 Schliemann no encontró una Troya, sino nueve (luego se determinaría que son diez),  las cuales estaban superpuestas, como construidas sucesivamente una encima de la anterior.  Estudios posteriores, realizados en 1932, luego de la muerte de Schliemann, han podido constatar que si alguna de esas ciudades fue la Troya de Príamo, Héctor y Paris, debía tratarse de la séptima de ellas, que es la que más concuerda con los registros arqueológicas de fines de la Edad de bronce (aproximadamente siglo XII antes de Cristo).
A raíz de las distintas excavaciones fue reconstruida la historia de Troya en sus diez fases de ocupación.  Desde Troya I a Troya V se atestigua un largo periodo de continuidad cultural.  Troya VI da fe de un segundo florecimiento de la ciudad.
Según los expertos, Troya VII es la más fuerte candidata para identificarse con la Troya homérica.  En cambio, Troya VIII y Troya IX cubren, respectivamente, la Grecia arcaica, la época clásica, el periodo helenístico y romano.  Por otra parte, Troya X sería el asentamiento urbano que floreció durante el periodo bizantino.
GRECIA Y EL EGEO HASTA EL FINAL DE LA CIVILIZACIÓN MICÉNICA
PERÍODO
TROYA
ISLAS CÍCLADAS
CRETA
CONTINENTE GRIEGO
BRONCE
ANTIGUO

Troya I
2920-2450 a.C.

Troya II
2600-2350 a.C.

Troya III
2350-2200 a.C.

Grotta-Pilos
3200-2700 a.C.

Karos-Siros
2700-2200 a.C.

Filacopí I
2200-2000 a.C.
Minoico antiguo (Prepalacial)
2500-1850 a.C.
Heládico antiguo
2700-1850 a.C.
BRONCE
MEDIO

Troya IV
2200-1900 a.C.

Troya V
1900-1700 a.C.

Troya VI
1700-1300 a.C.

Filacopí II
2000-1800 a.C.
Minoico medio I-IIIA (Protopalacial)
1850-1550 a.C.
Heládico medio
1850-1580 a.C.
BRONCE
TARDÍO
Troya VII-A
1300-1200 a.C.

Troya VII-B-1
1200-1100 a.C.

Minoico Medio IIIB-Minoico tardío II (Neopalacial)
1550-1400 a.C.

Minoico tardío III
1400-1100 a.C.
Micénico I
1580-1500 a.C.

Micénico II
1500-1425 a.C.

Micénico III
1425-1100 a.C.
Schliemann admitía que Homero fue un poeta épico y no un historiador, y que pudo exagerar el conflicto en aras de la libertad poética, pero no que lo inventara. Poco después, el también arqueólogo Dörpfeld defendió que Troya VI fue víctima del expansionismo micénico.  A esta idea se sumó Sperling en 1991.

Los estudios de Blegen y su equipo admitieron que una expedición aquea debió haber sido la causa de la destrucción de Troya VII-A hacia el 1250 a.C. (actualmente se suele fijar el fin de esta ciudad más cerca de 1200 a.C.), sin embargo hasta ahora no se ha podido demostrar quiénes fueron los atacantes de Troya VII-A.

Hiller, en cambio, también en 1991, señaló que debió haber dos guerras en Troya que marcaron el fin de Troya VI y Troya VII-A. Mientras, Demetriou, en 1996, insistió en la fecha de 1250 a. C. para una histórica guerra de Troya, en un estudio en el que se basó en yacimientos chipriotas.

Frente a ellos se halla una corriente de opinión escéptica encabezada por Moses Finley que niega la presencia de elementos micénicos en los poemas homéricos y señala la ausencia de pruebas arqueológicas acerca de la historicidad del mito.  Otros estudiosos destacados pertenecientes a esta corriente escéptica son el historiador Frank Kolb y el arqueólogo Dieter Hertel.

Joachim Latacz, en un riguroso estudio publicado en el que relaciona fuentes arqueológicas, fuentes históricas hititas y pasajes homéricos como el catálogo de naves del libro II de la Ilíada, ha probado el origen micénico de la leyenda pero, con respecto a la historicidad de la guerra, se ha mostrado cauto y sólo ha admitido que es probable la existencia de un sustrato histórico.

También se ha tratado de fundamentar la historicidad de la leyenda con el estudio de textos históricos contemporáneos a la edad del Bronce tardío.  Carlos Moreu ha interpretado una inscripción egipcia de Medinet Habu, en la que se narra el ataque sobre Egipto de los “pueblos del mar”, de manera distinta a la interpretación tradicional. Según esta interpretación, los aqueos habrían atacado varias regiones de Anatolia entre las que se encontrarían Troya y Chipre, y los pueblos atacados habrían establecido un campamento en Amurru y posteriormente habrían formado la coalición que se enfrentó a Ramsés III (faraón egipcio, quien gobernó entre 1184 y 1153 a.C.) en 1186 a.C.

La tarea de excavar el sitio fue, por lo demás, complicada.  La ciudad había sido construida, a lo largo de sus distintas etapas, mayormente de ladrillo y  adobes, como era la costumbre en el Cercano Oriente y, en general, a orillas del Mediterráneo.  Por lo tanto, se trataba más de una pila de escombros adosados unos sobre otros, como una especie de viejo arrecife de coral en el que lo más nuevo crece por encima de los restos de lo más viejo.
Entusiasmado por sus descubrimientos, Schliemann corrió a Grecia, para buscar los restos de la contraparte de Troya; esto es, las ruinas de Micenas, la ciudad de Agamenón, el famoso jefe de la expedición griega contra Troya.  Con ello, Schliemann pretendía probar que sus hallazgos en Turquía correspondían a la verdadera Troya, al tener ambos lados de la historia homérica. 

En Grecia, Schliemann encontró murallas de piedra (incluyendo un hermoso pórtico adornado por leones) y restos de joyas y vajillas, así como una famosa máscara funeraria de oro, conocida actualmente como la “máscara de Agamenón”.
En 1988 se reanudaron las excavaciones, dirigidas por el alemán Manfred Korfmann (1942-2005), que logró importantes descubrimientos, como el hallazgo de un gran barrio bajo en Troya VI.  Korfmann falleció en 2005. A partir de entonces dirige las excavaciones el austriaco Ernst Pernicka (1950-).   En septiembre de 2009 han sido encontrados los restos de dos personas junto a otros restos de cerámica que por sus características podrían ser de en torno a 1200 a.C.   Los resultados de las excavaciones se estudian en la unidad de trabajo llamada “Proyecto Troya”, de la universidad de Tubinga y cada año se publica lo más importante en la revista “Studia Troica”.
Al declarar el sitio arqueológico de Troya como “patrimonio de la humanidad”, la UNESCO declaró que los trabajos de excavación e investigación en Troya
(… ) tienen un inmenso significado para el entendimiento de la evolución de la civilización europea en un estado básico de sus primeras etapas.  Es, además, de una excepcional importancia cultural por la profunda influencia de la  Ilíada” de Homero en las artes creativas durante más de dos milenios.
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Saludos,
Carlos.

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