EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 19 de mayo de 2011

Almuerzo cultural: Un genio llamado Salvador Dalí.

Estimados amigos,
El almuerzo cultural de este jueves será dedicado al artista español Salvador Dalí (11 de mayo de 1904-23 de enero de 1989), quien es no sólo uno de los máximos representantes del surrealismo, un movimiento artístico originado en Francia a principios del siglo XX, sino uno de los mayores y más famosos artistas de ese siglo.
El surrealismo.
De acuerdo con el Manifiesto surrealista promovido en 1924 por el poeta André Breton (1896-1966), el surrealismo consiste en lo siguiente:
Sustantivo masculino.  Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento.  Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.
De acuerdo con lo anterior, el surrealismo buscaba describir el mundo “por encima de la realidad”; es decir, a partir de expresiones automáticas (no pensadas) que, al no estar condicionadas por el tamiz restrictivo de la racionalidad, se creía que eran más libres y auténticas.  Para cumplir este propósito, los surrealistas utilizaban imágenes o expresiones literarias que expresaban emociones, más que construcciones de orden lógico.
A lo largo de su historia, el surrealismo produjo figuras muy interesantes, naturalmente controversiales, que daban rienda suelta a sus fantasías para plasmarlas en versos, danzas o trabajos plásticos (dibujo, pintura, escultura o fotografía) de la más diversa naturaleza.  Entre los grandes representantes del surrealismo tenemos, entre otros, a Joan Miró (1893-1983), Jean Arp (1886-1966), René Magritte(1898-1967), Giorgio de Chirico (1888-1978), Max Ernst (1891-1976) y, naturalmente, Dalí.
El caso Dalí.
Probablemente, de todos los surrealistas ninguno desató más debate que Dalí.  Amigo de la polémica y la notoriedad, sus actos y gustos siempre fueron noticia.  Le gustaban el lujo y el dinero, y los niveles de su autoestima estaban más allá de todo entendimiento.
A los tres años quería ser cocinero. A los cinco quería ser Napoleón.  Mi ambición no ha hecho más que crecer y ahora es la de llegar a ser Salvador Dalí y nada más.  Por otra parte, esto es muy difícil, ya que, a medida que me acerco a Salvador Dalí, él se aleja de mí.
De un talento precoz, su familia trató de promover su actividad en su Cataluña natal, dentro de cauces burgueses que el joven Dalí pronto se encargó de sobrepasar.  Fue entonces enviado a estudiar a Madrid, a la prestigiosa Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que fue expulsado por sus excentricidades y, en buena parte, por la provocación que significó el que declarara, a poco tiempo de graduarse, que no había nadie en la escuela en capacidad de examinar su talento.
Influencias iniciales.
Fue en Madrid donde el artista trabó amistad con el cineasta Luis Buñuel (1900-1984) y con el poeta Federico García Lorca (1898-1936), para formar una amistad que ha sido motivo de gran especulación.  Allí Dalí entró también en contacto con el dadaísmo, un movimiento artístico que se encuentra en la base del surrealismo y que marcó su huella en el joven artista de modo definitivo.  Así las cosas, no obstante su desarrollo artístico personal, la influencia del dadaísmo se mantuvo en Dalí durante el resto de su vida.
En 1926, Dalí visitó París por primera vez, donde conoció a Pablo Picasso (1881-1973), por quien Dalí desarrolló una profunda admiración.  Fue entonces que entró en contacto propiamente con el arte surrealista hasta involucrarse de manera declarada con ese movimiento.
Admirador del arte del Renacimiento italiano, las innegables destrezas como pintor y como dibujante de Dalí tienen su fundamento en ese período, lo que se tradujo en un arte preciosista que, lejos de los dictados de la razón renacentista, se adentró sin embargo en el mundo de los sueños y lo irracional que pregonaba el surrealismo. 
En el proceso de definición de un estilo propio, Dalí se caracterizó en esta época por absorber influencias como una gran esponja: desde el academicismo de los maestros clásicos, como Rafael Sanzio (1483-1520) , Agnolo Bronzino (1503-1572), Francisco de Zurbarán (1598-1664), Diego Velázquez (1599-1660) y Johannes Vermeer (1632-1675), a las vanguardias del momento. 
Alternaba técnicas tradicionales con sistemas contemporáneos, a veces en una misma obra. Las exposiciones de su obra realizadas en Barcelona en aquella época atrajeron gran atención, en la que se mezclaban las alabanzas y los debates suscitados por una crítica dividida.
Una vez consolidado, el estilo de Dalí fue muy personal, no obstante sus orígenes eclécticos:
Como artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública.  Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, que rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística.[]  Dalí atribuía su “amor por todo lo que es dorado y resulta excesivo, [su] pasión por el lujo y su amor por la moda oriental” a un autoproclamado “linaje arábigo”, que remontaba sus raíces a los tiempos de la dominación árabe de la península ibérica.
Es de esos años, además, que adquiere su característico bigote,  que habría de convertirse en una de sus marcas distintivas.

De 1929 a la Segunda Guerra Mundial

Hacia 1929, Dalí colaboró con su amigo Luis Buñuel en la preparación de un cortometraje denominado Un perro andaluz (Un chien andalou), que causó gran polémica por su naturaleza surrealista.  Aunque Dalí dijo haber tenido un papel fundamental en la creación del corto, eso no está del todo comprobado. 
Ese mismo año, conoció en París a la que sería su esposa Gala (1894-1982), cuyo nombre real era Elena Dimitrievna Diakonova.  Con ella, casi once años mayor que el artista, Dalí mantendría uno de los matrimonios más curiosos y largos del mundo de las artes.  Gala había emigrado de Rusia tras la Revolución de 1912 y se había casado []con el poeta francés Paul Éluard (1895-1952), abanderado también del surrealismo.  Luego dejó a Éluard por Dalí, quien la adoptó como musa, esposa, madre, amante y modelo.  En sus palabras:
Amo a Gala más que a mi madre, más que a mi padre, más que a Picasso y más, incluso, que al dinero.
Establecido en el barrio de Montparnasse, Dalí trabajó y realizó muestras de su actividad de modo profesional, con lo que influyó notablemente en el desarrollo surrealista durante los siguientes dos años.  Influenciado por el pensamiento de Freud, de esa época viene su llamado “método paranoico-crítico” que –según él mismo declaraba– le ayudaba a acceder al subconsciente, liberando sus energías artísticas creadoras.
Pese a su evidente vocación surrealista, Dalí había entrado en conflicto con sus compañeros de movimiento y su situación en la ciudad luz perdió el encanto inicial.  Fue acusado de faltar a los principios surrealistas y criticado acremente por Breton, su guía principal.  Eventualmente, Breton lo hace expulsar del surrealismo  en una sesión a la que Dalí compareció cubierto con una manta y con un termómetro en la boca, aparentando ficticiamente estar enfermo.  Allí fue sometido a un “juicio artístico” y condenado a abandonar el movimiento formalmente, lo que constituyó una ridícula muestra de censura artística.
Aunque la mayor parte del surrealismo se había adscrito a ideas políticas de izquierda, Dalí mantenía una posición que se juzgaba ambigua en la cuestión de las relaciones entre arte y activismo político.  Los líderes del movimiento, principalmente André Breton, le acusaron de defender lo “nuevo” e “irracional” del fenómeno hitleriano, acusación que Dalí refutó afirmando que “no soy un hitleriano ni de hecho ni de intención”.  []Dalí insistía en que el surrealismo podía existir en un contexto apolítico, y se negó a denunciar públicamente el régimen fascista alemán.  Éste y otros factores le hicieron perder su prestigio entre sus camaradas artistas, y a finales de 1934 Dalí fue sometido a un “juicio surrealista” del cual resultó su expulsión del movimiento.  A esto, Dalí respondió con su célebre réplica, “Yo soy el surrealismo”.
Para 1930, Dalí y Gala decidieron adquirir una propiedad en un pequeño pueblo catalán llamado Portlligat, en el que había una casa que fue creciendo conforme la fortuna del pintor aumentó, hasta convertirse en un pequeño palacio que luego sería refugio e, incluso, santuario de la pareja. 
En 1931 pintó una de sus obras más célebres: La persistencia de la memoria, el famoso cuadro de los relojes que se derriten.  Se dice que el cuadro ilustra el rechazo del surrealismo por el tiempo como una entidad racional o determinista.[] 
Esta idea se ve apoyada por otras imágenes de la obra, como el extenso paisaje, o algunos relojes de bolsillo devorados por insectos.[   ]Los insectos, por otra parte, formarían parte del imaginario daliniano como una entidad destructora natural y, tal como explicó en sus memorias, venía determinada por un recuerdo de infancia.
En 1934, Dalí fue invitado a visitar los EE.UU.  Su exposición causó sensación y su estadía en Nueva York estuvo llena de excentricidades y acrecentaron su fama de artista y, para muchos, de loco.  De vuelta en Europa, continuó su trabajo alejado de la ortodoxia surrealista de Breton, pero evidentemente imbuido en el desarrollo de su lenguaje surrealista, a tal punto que se considera a sí mismo  el único y más genuino exponente.
La única diferencia entre los surrealistas y yo, es que yo soy un surrealista.
El 20 de julio de 1938 conoce, gracias a la intermediación del escritor Stefan Zweig (1881-1842), a Sigmund Freud (1856-1939), quien había sido el gran inspirador de la estética surrealista, de la que Dalí no se siente marginado pese a los reclamos de Breton.  Freud era el responsable de una teoría sobre el inconsciente con su libro La interpretación de los sueños (1900), pero nunca había tomado en serio a los artistas parisinos que se inspiraban en su trabajo.  Tras el encuentro, Freud anotó en su diario:
Hasta entonces me sentía tentado de considerar a los surrealistas, que aparentemente me han elegido como santo patrón, como locos integrales (digamos al 95%, como el alcohol puro).  Aquel joven español, con sus espléndidos ojos de fanático e innegable dominio técnico, me movió a reconsiderar mi opinión.
Dalí y Gala pasaron la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos, donde vivieron durante ocho años.  Allí aceptó decorar uno de los ventanales de la tienda Bonwit-Teller en la Quinta Avenida de Nueva York.  Su composición fue una alegoría del día y la noche: en un lado, había un maniquí con peluca roja en una tina forrada de piel de oveja; en el otro, había una figura acostada en una cama con toldo negro sobre cuya almohada ardían carbones.  Los personeros de la tienda, perplejos, hicieron algunos cambios y Dalí, furioso, tiró la tina contra la ventana, lo que motivó su detención.  Eventualmente, un juez lo absolvió de los reclamos penales en su contra, una vez que el artista argumentara que los daños habían sido causados en defensa de la integridad de su obra.  Esto fue entendido como una defensa de los derechos de autor de Dalí, por lo que recibió la protección del tribunal, aunque debió pagar los daños causados al ventanal.
En esos años, Dalí diseñó ilustraciones para ediciones traducidas al inglés de clásicos como “El Quijote”, la “Autobiografía” de Benvenuto Cellini y los “Ensayos” de Michel de Montaigne.  También aportó decorados para la película Recuerda de Alfred Hitchcock, y emprendió con Walt Disney (1901-1966) la realización de una película de dibujos animados, “Destino”, que quedó inconclusa y que se montó en 2003, mucho después del fallecimiento de ambos.
Fue una de las épocas más fructíferas de su vida, pero también de las más cuestionadas por ciertos críticos, que veían que Dalí difuminaba la frontera entre arte y bienes de consumo al arrinconar la pintura para volcarse más en el diseño de artículos comerciales.

Regreso a Cataluña

Dalí y Gala volvieron a Cataluña en 1949.  Su escogencia de España para vivir en tiempos de la dictadura de Franco hizo que artistas y simpatizantes de la izquierda internacional le lanzaran fuertes críticas, más de índole política que artística. 
Dalí encontró en el régimen del general Franco toda suerte de facilidades.  El gobierno incluso declaró aquel rincón catalán que tanto fascinaba al pintor "Paraje pintoresco de interés nacional".  Para muchos historiadores del arte lo mejor de su obra ya había sido realizado y, sin embargo, aún le quedaban cuarenta años de caprichosa producción y de irreductible endiosamiento y exhibicionismo, con apariciones públicas del estilo de la que protagonizó en diciembre de 1955, cuando se personó en la Universidad de la Sorbona de París para dar una conferencia en un Rolls-Royce repleto de coliflores.  En vida del artista incluso se fundó un Museo Dalí en Figueras; ese escenográfico, abigarrado y extraño monumento a su proverbial egolatría es uno de los museos más visitados de España.
Dalí también mostró desde siempre un acusado interés por las ciencias naturales y las matemáticas. Así se observa en muchas de sus obras –sobre todo las creadas en la década de los 50– en las cuales llegó a componer retratos individuales a partir de cuernos de rinoceronte. Según el artista, el cuerno de rinoceronte significaba la geometría divina, puesto que crece en una progresión espiral logarítmica. También relacionó el concepto con los temas de la castidad y la santidad de la Virgen María. Otro de los intereses de Dalí era el ADN, y el hipercubo (un cubo de cuatro dimensiones) que llegó a plasmar desplegado en su Crucifixión (Corpus Hypercubus).
La posguerra abrió para Dalí una nueva etapa artística, caracterizada por el virtuosismo técnico y el recurso a ilusiones ópticas, así como al imaginario de la ciencia o la religión.  Su aproximación al catolicismo se fue haciendo más marcada, influida quizás por la conmoción causada por la bomba de Hiroshima y el amanecer de la era nuclear.  El mismo Dalí denominó esta etapa de su arte como el período místico-nuclear.  Su intención parecía ser la síntesis de la iconografía cristiana con imágenes en descomposición relacionadas con la física nuclear, como se desprende de obras como Crucifixión (Corpus Hypercubus).  Bajo la clasificación de «misticismo nuclear» se incluyen también La gare de Perpignan (1965) y El torero alucinógeno (1968-1970).  En 1960 Dalí empezó a trabajar en un teatro y museo personal, levantados sobre su casa natal en Figueras; fue el mayor de sus proyectos individuales, y a él dedicaría buena parte de sus energías hasta 1974.  Incluso más adelante, a mediados de los 80, realizó algunas reformas menores en el edificio.
En 1980 la salud de Dalí se deterioró seriamente debido a un coctel de fármacos que torpemente consumió con su esposa, Gala, probablemente debido a la creciente senilidad de ambos.  El coctel dañó seriamente el sistema nervioso de ambos y, en el caso de Dalí, lo incapacitó para pintar.  A sus 76 años, Dalí se encontraba en un estado físico lamentable, incrementado por un incipiente mal de Parkinson.
Gala murió el 10 de junio de 1982.  Tras su muerte, Dalí perdió su entusiasmo por vivir. Deliberadamente, se deshidrató seriamente –supuestamente como consecuencia de un intento de suicidio–, aunque justificó su acción como un método de entrar en un estado de animación suspendida, del mismo modo en que algunas bacterias pueden hacer.  Se mudó de Figueras al castillo de Púbol, que había comprado para Gala, y donde ella había fallecido. 
Ese mismo año, el rey Juan Carlos I, quien siempre fue admirador de su obra, concedió a Dalí el título de marqués de Púbol, que el artista agradeció con un dibujo, titulado Cabeza de Europa, que a la postre resultó ser su último dibujo, y que le entregó tras la visita real a su lecho de muerte.
En 1984 un incendio de causas desconocidas se declaró en su dormitorio en Púbol.  De nuevo se sospechó de un intento de suicidio, aunque quizás se debiese a negligencia del personal doméstico.  De todos modos, Dalí fue rescatado y regresó a su domicilio en Figueras, donde un grupo de artistas, mecenas y colegas artistas se encargaron de su bienestar durante sus últimos años.
Se ha denunciado que Dalí fue obligado por algunos de sus “cuidadores” a firmar lienzos en blanco que serían vendidos tras su muerte como originales.[  Estos rumores ha hecho que el mercado del arte se muestre escéptico con las obras atribuidas a Dalí durante su última época.
En noviembre de 1988 Dalí fue hospitalizado debido a un paro cardíaco, y a principios de diciembre recibió la visita del rey para confortarlo.
El 23 de enero de 1989, oyendo su disco favorito: Tristán e Isolda, de Richard Wagner, Dalí murió a causa de un nuevo paro.  Tenía 84 años.  Fue enterrado en la cripta de Figueras, situada en su casa-museo, donde reposa desde entonces y que, curiosamente, se encuentra muy cerca de la iglesia de Sant Pere, donde había sido bautizado y recibido su primera comunión.
El testamento de Dalí instituyó al Estado español como heredero universal de su obra. La Fundación Gala-Salvador Dalí se encarga en la actualidad de la gestión de su legado y de la administración de su Teatro-Museo.

Personalidad e ideología.

Dalí fue una persona ostentosa y difícil.  Le gustaba llamar la atención y crear controversia.  Algunos lo tenía por loco, aunque era, esencialmente, megalómano.  Él mismo decía:
La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco.
Sobre su personalidad, George Orwell (1903-1950) dijo en un ensayo lo siguiente:
Uno debería ser capaz de conservar en la cabeza simultáneamente las ideas de que Dalí era al mismo tiempo un excelente dibujante y un irritante ser humano. La una no invalida, o efectivamente, no afecta a la otra.
Dalí fue siempre amigo del dinero.  Esto y su ambivalencia política le granjearon las críticas de muchas personas.  En ese contexto, André Breton ideó el anagrama despectivo “Avida Dollars”, a partir del nombre “Salvador Dalí”, para criticar la pasión del artista por las riquezas. 
[]Esta sarcástica referencia a su pujante negocio del arte también pretendía acusarle de cultivar la megalomanía mediante la fama y el dinero.  Algunos de los surrealistas comenzaron incluso a hablar de Dalí en pretérito perfecto, como si ya hubiera fallecido. 
Las críticas a su forma de ser y de vivir, sin embargo, nunca afectaron a Dalí, quien incluso se vanagloriaba de su afición por el lujo y la polémica que desataba su presencia en cualquier foro. 
Por otro lado, en materia política Dalí tendió en general al conservadurismo.  Las ideas políticas de Salvador Dalí desempeñaron un papel muy relevante en sus inicios artísticos. Posteriormente se le acusó de apoyar ideológicamente el franquismo.  No fue, sin embargo, antisemita: fue amigo del afamado arquitecto y diseñador Paul László (1900-1993), quien era judío, y siempre manifestó una admiración profunda y sincera por Sigmund Freud y Albert Einstein (1879-1955), también judíos. 
En su juventud el artista estuvo relacionado con el anarquismo y el comunismo.  En sus escritos se suelen encontrar afirmaciones políticas –probablemente, más dirigidas a impresionar al público por su radicalidad que basadas en una inspiración profunda– que señalan cierta vinculación con el activismo político del dadaísmo.  Con el avanzar de los años, sus adhesiones políticas cambiaron, especialmente según el surrealismo se identificó con el liderazgo de André Bretón, de orientación trotskista.  En diversas ocasiones, Breton pidió explicaciones a Dalí por sus relaciones políticas.  De cualquier modo, ya en 1970 Dalí se declaró[] como un «anarco-monárquico», dando pie a numerosas especulaciones sobre esta orientación política (indudablemente minoritaria).
Con el inicio de la Guerra Civil Española, Dalí rehuyó el enfrentamiento y rechazó manifestar su adhesión a ninguno de los bandos.  Del mismo modo, tras la Segunda Guerra Mundial, Dalí fue acusado de “escabullirse como una rata en cuanto Francia estuvo en peligro”, después de haber vivido y prosperado allí durante años, pero esa es una acusación que alcanzó a muchos artistas extranjeros que vivían en la Francia de entonces y que por diversas razones decidieron no inmiscuirse en el conflicto.
Tras su retorno a Cataluña tras la guerra, Dalí se aproximó al régimen franquista.  Para entonces se había convertido al catolicismo y criticaba abiertamente a comunistas, socialistas y anarquistas por sus actos durante la Guerra civil española.  Llegó a conocer personalmente[ a Franco y pintó un retrato de la nieta del Generalísimo. 
Es difícil determinar si sus gestos hacia el franquismo fueron sinceros o caprichosos, ya que los simultaneaba con manifestaciones decididamente surrealistas, como felicitar al líder comunista rumano Nicolae Ceauşescu por incluir un cetro entre sus atributos.  El diario rumano Scînteia se hizo eco de esta noticia, sin percatarse de su índole burlona.   De cualquier modo, uno de los temas en los que Dalí mostró una indudable desafección al régimen fue el polémico asesinato del poeta Federico García Lorca por milicias nacionales, que denunció incluso en los años en los que la obra del poeta estaba oficialmente prohibida.
Simbolismo.
La obra de Dalí denota un universo de simbolismos profundos y personalísimos:
(i)             Los “relojes blandos”, por ejemplo, han sido interpretados como referencias a la teoría de la relatividad de Albert Einstein, y fueron supuestamente creados tras la observación de unos pedazos de camembert expuestos al sol durante un verano caluroso. 
(ii)            Los elefantes, que aparecen por vez primera en el Sueño causado por el vuelo de una avispa sobre una granada un segundo antes de despertar (1944) se inspiran en el obelisco de Roma de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680).  Es usual verlos en los cuadros del artista dotados de lo que Dalí identifica como “patas largas, casi invisibles de deseo”, con obeliscos sobre sus lomos.  En palabras del artista:
El elefante es una distorsión en el espacio, con sus aguzadas patas contrastando la idea de ingravidez, definida sin la menor preocupación estética, estoy creando algo que me inspira una profunda emoción y con la que intento pintar honestamente.
(iii)           El huevo, por su parte, sirve para identificar conceptos como la vida prenatal intrauterina, la esperanza y el amor (como por ejemplo en su Metamorfosis de Narciso). 
(iv)          Las hormigas aparecen como símbolo de la muerte, la corrupción y el deseo sexual.
(v)           El caracol es símbolo de la cabeza humana (había visto un caracol sobre una bicicleta en el jardín de Sigmund Freud cuando fue a visitarle;
(vi)          Las langostas son un símbolo de decadencia y terror.

Dalí, en general, convirtió lo siniestro en bello, expresando con ello la intimidad de su vida y su pensamiento.

Místico y narciso, Salvador Dalí, quizás uno de los mayores pintores del siglo XX, convirtió la irresponsabilidad provocativa no en una ética, pero sí en una estética, una lúgubre estética donde lo bello ya no se concibe sin que contenga el inquietante fulgor de lo siniestro. Dalí exhibió de forma provocativa todas las circunstancias íntimas de su vida y su pensamiento.

Otras actividades artísticas

La actividad artística de Dalí no se encuadró únicamente en la pintura.  Algunas de sus obras más populares son esculturas o ready-mades, y también destacó en sus contribuciones al teatro, la moda y la fotografía, entre otras disciplinas artísticas.
Al final de su carrera, Dalí no se limitó a la pintura, desarrollando nuevos procesos y medios experimentales: (…) se convirtió en uno de los pioneros de la holografía artística,[ ]algo nada extraño considerando su larga exploración artística de juegos visuales.  Ya durante sus últimos años, artistas de la talla de Andy Warhol proclamaron al catalán como una de las influencias más notables del pop art.
En su madurez, el artista también se implicó con otras actividades “extra-artísticas” que daban una medida de su enorme popularidad como personaje público.  En 1968, Dalí grabó un anuncio televisivo para la marca de chocolate Lanvin, y en 1969 diseñó el logo de Chupa Chups.  Ese mismo año trabajó como responsable creativo de la campaña publicitaria de Eurovisión, y creó una gran escultura metálica que se instaló en el escenario del Teatro Real de Madrid. 
a.     La joyería.
Entre 1941 y 1970 Dalí se dedicó al diseño de joyería, hasta un número de 39 piezas en total.  Las joyas creadas, de intrincado diseño, integraban partes móviles.  La más conocida de ellas, Corazón Real, está hecha en oro y tiene 46 rubíes, 42 diamantes y 4 esmeraldas incrustadas, y está hecha de modo que el centro «lata» como un corazón auténtico.  El mismo Dalí comentó en 1949 que
(…) sin un público, sin la presencia de espectadores, estas joyas no podrían cumplir la función para la que fueron creadas.  El observador es, en último término, el creador definitivo. 
Las Dalí-Joies (las Joyas de Dalí) se encuentran actualmente en el teatro-museo de Figueras, como parte integrante de su colección permanente.
b.    El teatro.
Dalí también colaboró en la creación teatral.  En 1927 diseñó la escenografía para la obra de Federico García Lorca, Mariana Pineda.[  ]Para Las bacanales, un ballet de 1939 basado en el Tannhäuser de Richard Wagner (1845), Dalí se encargó del diseño de escenario y de la edición del libreto.   En 1941, Dalí accedió al diseño de escenarios para Laberinto, y de nuevo en 1949 para El sombrero de tres picos.
c.     El cine.
Aunque principalmente conocido por sus pinturas, Dalí también manifestó un temprano interés por el cine durante su juventud, y acudía regularmente al cine todos los domingos.  Había conocido el cine mudo, en el que la apariencia del medio primaba sobre su contenido, y que concedía a sus estrellas una gran popularidad.  Opinaba que había dos dimensiones en cuanto a las teorías del cine: (i) “las cosas de por sí”, es decir los hechos que son presentados en el mundo de la cámara; y, (ii) la “imaginación fotográfica”, o el modo en que la cámara muestra la imagen y el valor creativo que puede desprenderse del mismo.
Dalí se mostró especialmente activo a ambos lados de la cámara.  Creó espléndidas obras de arte como Destino (en colaboración con Walt Disney), una película iniciada en 1946 y completada en 2003 por los estudios Disney.  En este trabajo se incluyen imágenes oníricas, como extrañas figuras voladoras, y está inspirada por la canción Destino, del mexicano Armando Domínguez (1921-1985).  Se dice que cuando Disney contrató a Dalí, sus estudios no estaban preparados para asumir el trabajo que el artista desarrollaría; de ahí el impasse sufrido por tantos años.  En efecto, tras ocho meses de intenso trabajo, la compañía tuvo que abandonar el proyecto por dificultades presupuestarias, y sólo 57 años más tarde se completó su producción.  Exhibida en diversos festivales de cine, la película combina el espíritu artístico daliniano con la clásica animación Disney.
Dalí trabajó como co-guionista de la película surrealista de Luis Buñuel Un chien andalou (Un perro andaluz), un corto de 17 minutos que incluye alguna de las imágenes antológicas del surrealismo (como el ojo cortado con una cuchilla de afeitar).  Esta película es su aportación más notable al mundo del cine independiente. 
“Un chien andalou” fue el modo en que Dalí logró incluir sus imágenes oníricas en una dimensión real.  La sucesión de escenas provoca en el espectador un torrente de sensaciones, según las expectativas despertadas por la película se ven continuamente frustradas por otras. 
La segunda película que produjo con Buñuel fue L'age d'or (La edad de oro), rodada en el Estudio 28 de París en 1930. 
Esta película fue prohibida durante años por grupos fascistas y antisemitas que desarrollaron una fuerte campaña de descrédito en la prensa en el cine parisino en el que se exhibía.  Aunque la acusación de propagar conductas antisociales afectó indudablemente al éxito de su carrera artística, Dalí nunca se molestó en manifestar su propia opinión o sus creencias sobre su actividad artística.  De cualquier modo, esas dos películas tuvieron un impacto extraordinario en el movimiento cinematográfico surrealista:
Si Un chien andalou permanece como el documento supremo de la aventura cinematográfica surrealista en los dominios del inconsciente, L'age d'or es quizás la manifestación más implacable de su intención revolucionaria.
Dalí colaboró con reconocidos cineastas como Alfred Hitchcock.  El más sonado entre sus proyectos cinematográficos es probablemente la secuencia onírica de Spellbound (Recuerda) de 1945, en la que se pretendía mostrar aspectos del subconsciente.  Hitchcock, interesado en dotar a esta escena de calidad onírica, quería mostrar en su película como la represión de experiencias podía conducir a la neurosis.  Familiarizado con la obra de Dalí, pensó que su espíritu creativo podía potenciar la atmósfera que buscaba para su película. 
Dalí, por otra parte, también trabajaría en un documental titulado Caos y creación, que contiene numerosas referencias artísticas que intentan explicar el concepto de arte preconizado por Dalí. 
La última película en la que Dalí colaboró fue Impresiones de Mongolia Superior (1975), en la que narraba la aventura de una expedición que busca un gigantesco hongo alucinógeno. 

d.    Moda y fotografía.
El mundo de la moda y la fotografía tampoco quedó libre de su influencia artística.  Dalí colaboró con Elsa Schiaparelli en la confección de un vestido blanco con una langosta impresa.  Otros diseños de Dalí son un sombrero con forma de zapato y un cinturón rosado con labios en la hebilla.  En 1950 diseñó un «vestido para el año 2045» en colaboración con Christian Dior.[  También creó sus propios diseños textiles y botellas de perfume. 
Su aportación al mundo de la fotografía se ve ampliamente reflejada en sus colaboraciones con Man Ray (1890-1976), Brassaï (1899-1984), Cecil Beaton (1904-1980) y Philippe Halsman(1906-1979).  Con Man Ray y Brassaï realizó fotografías de la naturaleza; con los demás se introdujo en un mundo de temas oscuros, como la serie Dalí Atomica (de 1948), que se inspiraba en su obra Leda atómica.
e.     Arquitectura y literatura.
Su visión de la arquitectura se refleja en la construcción de su casa en Portlligat, cerca de Cadaqués, así como en el pabellón surrealista —llamado Sueño de Venus— que fue expuesto en la Exposición Internacional de Lieja (1939), y que contenía numerosas y extrañas esculturas.
En cuanto a su proyección literaria, Dalí escribió su autobiografía (La vida secreta de Salvador Dalí, 1942), un libro de diarios (Diario de un genio, 1952-1963), y varios ensayos (Oui: The paranoid-critical revolution, 1927-1933; El mito trágico de «El Angelus de Millet», 1978), entre otras obras.  De joven había escrito obra auspiciado por su amigo García Lorca y, más tarde, algunos poemas para su esposa Gala y para él mismo.
La edición literaria, y especialmente su interés por las artes gráficas, le llevaron a producir numerosos grabados y litografías.  Aunque en su primer período su obra gráfica igualaba en calidad a su obra pictórica, con el transcurso de los años Dalí se dedicaría a vender los derechos de sus imágenes, pero sin molestarse personalmente en su impresión.  Por otra parte, un buen número de falsificaciones fueron producidas en las décadas de los 80 y 90, confundiendo aún más el ya poco fiable mercado de obra gráfica daliniana.
*   *   *   *   *
En fin, estamos ante un creador mayor que carga, probablemente como ningún otro, todos los prejuicios y atributos de la personalidad artística, en una gama que va de lo sublime a lo ridículo.  Si bien el tiempo de sus excentricidades ya pasó, el genio de Dalí se refleja aún en los asombrados ojos de quienes ven sus obras en museos y recintos privados alrededor del mundo. 
Los invitamos a disfrutar de un recorrido por su peculiar vida y por su maravillosa obra, en castellano, para en-Gala-nar nuestro almuerzo cultural.
Saludos,

Carlos.

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