EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 13 de enero de 2011

Almuerzo cultural: China, la misteriosa y sabia.

Estimados amigos,

Este jueves, nuestro almuerzo volverá sus ojos al legado cultural de China.  Pocos temas podrían tener tanta actualidad. 

Importancia del tema.

Durante los últimos años, China ha tomado un papel protagónico de primera línea.  Para muchos, se trata de la superpotencia del futuro, con capacidad de desplazar a Occidente y, especialmente, a los Estados Unidos de América, de su liderazgo económico y político.  Apenas esta semana, El Financiero ha dicho que para el año 2050 China será la “dueña” del mundo.

China no es una realmente una potencia nueva.  Se trata del país más poblado de la Tierra y uno de los más extensos.  Desde finales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al estar del lado de los ganadores, la República Popular China fue contada entre las cinco grandes potencias del mundo, con un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, junto a los Estados Unidos, la Unión Soviética (ahora Rusia), el Reino Unido y Francia.  No obstante este sitial de privilegio, aspectos ideológicos relacionados con su comunismo totalitarista, bajo la égida de su caudillo, Mao Zedong (1893-1976), así como profundas contradicciones internas relativas al desarrollo económico y social del país, mantuvieron a China como un gigante dormido, a la vera de la vanguardia mundial.

Muerto Mao, nuevos líderes se replantearon la realidad china y rediseñaron su funcionamiento mediante reformas fundamentales al sistema político y económico. Sin renunciar al comunismo, al menos nominalmente (especialmente en sus aspectos de totalitarismo político y direccionismo económico), el gobierno chino supo abrir su gigantesco mercado al capitalismo, para convertirse actualmente en el mayor productor de bienes de consumo del mundo (en virtud de su mano de obra, masiva y barata) y en un país consumidor de la mayor importancia, dado los volúmenes de su población y las perspectivas de crecimiento económico del país.

Como pueblo, China es una civilización antiquísima y en muchos sentidos, un gran misterio para nosotros.  De hecho, China es la nación más antigua del mundo, salvo quizá por Egipto, que ha tenido baches importantes en la continuidad de su historia.  Además –a diferencia de Egipto– China nunca fue, en el curso de sus miles de años de existencia, objeto de conquista por una potencia extranjera que fuera capaz de ignorar su tradición cultural (Egipto, en cambio, fue conquistado sucesivamente por Alejandro Magno y por Roma, y luego de ello desapareció como civilización independiente).  En los casos en los que hubo derrotas a manos de otros imperios, China siempre acabó por conquistar a sus vencedores, al convertirlos y asimilarlos a los principios básicos de su cultura.

El legado chino.

En términos generales, China ha legado al mundo una tradición filosófica fundamental, consistente en valores de paz y convivencia política, así comoarmonía con la naturaleza.  Esto no es necesariamente una realidad en nuestros días, pero está claramente delineado –lejos del intervencionismo político– en el acervo cultural chino.  Pocas naciones cuentan con tantos héroes cuya herencia cultural se resuma –como en este caso– en la formulación de principios morales y en la realización de obras prácticas capaces de definir una idiosincrasia o de construir un país, en lugar de héroes dedicados a su glorificación personal o a campañas militares, consistentes en la matanza de otros pueblos y la conquista de sus territorios.

En términos comparativos, la continuidad de la cultura china no ha sido igualada en extensión o duración por ningún otro foco civilizador.  Sin embargo, por tradición (al menos hasta ahora), los chinos constituyeron una civilización cerrada.  Durante muchos siglos, este extenso y superpoblado país se mantuvo aislado gracias, no sólo a las murallas que establecieron en sus fronteras (recuérdese, por supuesto, la famosa "Gran Muralla"), sino a las enormes distancias que lo separaban de otras civilizaciones importantes.  Con el tiempo, una vez superadas estas barreras por la expansión colonial de Occidente, los chinos optaron por erigir barreras de carácter político para aislarse del mundo, tanto en la época de sus últimas dinastías imperiales, como en la del régimen comunista de Mao.  En razón de ello, China ha sido, al menos para Occidente, una región del mundo profundamente misteriosa e intrigante.  Más recientemente, luego de su apertura comercial, el mundo está descubriendo a China y China está, al mismo tiempo que esto ocurre, reclamando un puesto de liderazgo en el concierto internacional, lo cual tiene las mayores consecuencias, pues ello afectará de modo definitivo la visión que tenemos del mundo, por lo menos como hasta ahora lo hemos entendido.

Los aportes de China a la cultura, a lo largo de los siglos, han sido muchos:

·         La medicina.

En el área de la medicina, la civilización china dio lugar al surgimiento de diversas ramas de la práctica y la teoría médicas, que son muy distintas a las que tradicionalmente conocemos en Occidente, como la acupuntura, la reflexología, la dígito-puntura y las terapias herbales.  Las tres primeras, por ejemplo, utilizan los meridianos del cuerpo como mapas especializados que conectan terminaciones reflejas desde un punto determinado hasta otro, razón por la cual el terapeuta debe conocer en perfecto detalle el cuerpo humano, para establecer con exactitud cómo tratar un determinado quebranto de salud.  Esto se reduce, en el caso de los chinos, a un muy interesante planteamiento respecto al funcionamiento del cuerpo humano, que difiere sustancialmente del que tenemos en Occidente.  Por otra parte, en el caso de las terapias herbales, el postura medicinal china establece una fuerte conexión entre el hombre y su ambiente natural, para procurar los remedios a las enfermedades en el mismo hábitat que nos rodea.

Poco a poco, esas visiones de la medicina han ido adentrándose en Occidente, presentándose como “medicina alternativa” y, en muchos casos, como posibilidades reales para restablecer la salud de los pacientes, con evidentes repercusiones en el estudio científico de la medicina y en sus costos económicos.  El reto es interesante y, por lo menos para nosotros, novedoso e importante.

 ·         El papel.

Los chinos inventaron el papel hace aproximadamente dos mil años, moliendo y prensando pelusa de lana o algodón, cáñamo, seda y madera.  Una vez en uso, el papel fomentó la difusión de la cultura de manera exponencial y pasó a ser de uso cotidiano alrededor del mundo.  Evidentemente, la importancia de este invento es excepcional para todas las artes y los oficios humanos.

·         La imprenta.

Relacionado con lo anterior, hace más de tres mil años en China se comenzaron a usar sellos fabricados en hueso, piedra, metal o madera, en diferentes tamaños, para ser aplicados sobre el papel, con tinta roja, a fin de realizar inscripciones escritas. Hacia el año 1000 d.C. se inventó la imprenta de “tipos móviles”, es decir, la posibilidad de juntar pequeños dados o cubos con inscripciones talladas para formar una frase o párrafo. Normalmente, los tipos móviles de arcilla o terracota acabaron imponiéndose, pues no se deformaban como los de madera.  Aunque Occidente se precie de este invento, hay que tener claro que los chinos hicieron más sencilla y práctica la reproducción de textos en forma masiva, cuatrocientos cincuenta años antes de que Johannes Gutenberg (1398-1468) trabajara en su pequeño taller de Alemania.

·         La brújula.

El imán era conocido en China desde hace más de dos mil años.  La primera brújula fue hecha mediante piedras de imán que funcionaban bajo el principio del magnetismo: el lado positivo señalaba al norte y el negativo al sur.  Con la brújula se aceleró el desarrollo de la navegación y ya a inicios del siglo X, los barcos chinos comenzaron a navegar por el mar del sur de China y el océano Índico, y se sabe que algunos llegaron hasta Arabia como alternativa a la llamada “ruta de la seda”.  

Con ese descubrimiento, la navegación pasó de ser un avatar definido por la suerte, las estrellas y el buen clima, para convertirse en una actividad confiable y más segura.

·         La pólvora.

Los chinos fueron químicos consumados.  Como en Occidente, muchos buscaban la fórmula de la inmortalidad o lo que conocemos como “piedra filosofal”, capaz de transmutar la materia.  En ese proceso, descubrieron que la mezcla de salitre y azufre con carbón vegetal, en las proporciones adecuadas, daba lugar a una sustancia explosiva, que nosotros denominamos “pólvora”.  

La invención de la pólvora en el siglo IX d.C. cambió el curso de la historia, especialmente en sus aplicaciones bélicas en Occidente.  Sin embargo, el uso que le dieron los chinos a la pólvora fue más bien pacífico, para la fabricación de los llamados “fuegos artificiales”, especialmente para celebrar las bodas, el año nuevo y otras grandes fiestas tradicionales, costumbre que también pasó a Occidente.  En nuestro caso, eld estino fue evidentemente otro, con consecuencias que también nos afectan a diario.

·         La porcelana.

Los chinos inventaron también la mezcla de ingredientes minerales que da lugar a la porcelana, uno de las materias más versátiles del mundo, que se usa para la fabricación de implementos artísticos y utilitarios de la mayor variedad.  Hoy en día, ejemplos de la porcelana china figuran en los más importantes museos del mundo, como muestras indudables del ingenio humano, para no contar con la gran cantidad de aplicaciones que tiene esta materia en la industria mundial actual.

·         La seda.

En alguna época, en Europa se trataba a la seda como un tesoro exótico de origen oriental: se pensaba, en efecto, que era una materia misteriosamente extraída de las plantas, sin sospecharse que provenía de una antigua industria china que aprovecha las secreciones filamentosas y brillantes de un gusano para crear un hilo que luego puede ser tejido y estampado a voluntad.

Los chinos mantuvieron en secreto el método de producción de la seda hasta el siglo V a.C.  Dos siglos más tarde, las sedas comenzaron a llegar al norte de la India a lomo de camello y a caballo. Las caravanas desde China, que luego sirvieron para la exportación de la seda, transitaron por medio de una serie de caminos que iban desde el norte de China hasta el este de Europa.  Esos caminos fueron considerados, en su conjunto, la célebre “ruta de la seda”, pese a que por ellos transitaron tanto sedas como especias y otros haberes; no obstante, es a esa ruta a la que de muchas formas se deben fenómenos tan variados como la introducción del mundo oriental en Occidente (incluyendo el llamado “orientalismo”), el desarrollo del comercio internacional a finales de la Edad Media occidental (recuérdese la fantástica historia de Marco Polo) y, luego, el impulso al Renacimiento y a factores tan importantes como el descubrimiento de América, entre otros.

·         Los papalotes.

Los chinos aprovecharon su ingenio para crear artefactos livianos, capaces de volar, de diversas formas, colores y tamaños, desde hace más de tres mil años.  Se trataba de armazones ligeras, cubiertas de un papel o tela muy fina, que se hacían volar mediante la fuerza del viento con el control de una simple cuerda.  Independientemente de sus aspectos lúdicos, el papalote es el artefacto precursor de la actual “ala delta”, que sigue los mismos principios de aerodinámica que le permiten a aquél alzar vuelo.  Fue, en todo caso, un importante antecedente para el desarrollo de la aviación.

·         Las matemáticas.

A principios del siglo II d.C., los chinos perfeccionaron un sencillo sistema egipcio usado para calcular, al que le agregaron un soporte tipo bandeja. Fue así como nació el ábaco, que permite realizar todas las operaciones aritméticas, como sumar, restar, multiplicar y dividir, mediante una calculadora manual.  La forma actual del ábaco, consistente en diez columnas con dos bolillas en la parte superior y cinco en la parte inferior, data del siglo XIII d.C.  

Por otro lado, el sistema decimal tuvo su origen en China en el siglo XIV.  Se sabe también que fueron los chinos quienes inventaron el espacio en blanco dedicado al cero.

·         La cocina.

El arte culinario chino tiene una larga historia y, por supuesto, una justa fama a nivel mundial. Sus estilos varían por las diferencias de zona, clima, productos y costumbres, pero llevan un sello que demuestra la riqueza infinita en esta cultura, que a todos nos alcanza enc ada comunidad del mundo.

·         Otras invenciones. 
Debemos al genio chino la invención de la cartografía cuantitativa (siglo II d.C.), el descubrimiento del viento solar (siglo VI d.C.) y la técnica de fundición (siglo IV a.C.)  Existen, por otra parte, indicaciones de que en el siglo II a.C. los chinos ya conocían la teoría de la circulación de la sangre y de que los ritmos circadianos del cuerpo humano fueron descubiertos en esa misma época.
Finalmente, China se anticipó a la bioquímica moderna hasta tal punto que ya en el siglo II a.C. podían aislar las hormonas sexuales y pituitarias de la orina humana para aplicarlas a la medicina.  Para el siglo VII d.C. los chinos usaban la hormona tiroidea para combatir el bocio. 

·         El pensamiento en China.

Como en todas las civilizaciones, las ideas de un pueblo son el resultado y, a la vez, el motor de su desarrollo cultural.  Lo mismo que otras civilizaciones de importancia, China desarrolló un sistema de pensamiento de relativa sofisticación.  El pensamiento chino es principalmente de orden inductivo; es decir, va de lo particular a lo universal, pues, aunque se entiende que todos los fenómenos son diferentes, están en última instancia relacionados entre sí y forman una unidad. Para los chinos, el mundo se rige por la energía vital (Qi) que es común a todos los fenómenos del universo.

Con grandes pensadores como Lao Tse (siglo VI a.C.) y Confucio (551-479 a.C.), los chinos concibieron la civilización como un estado de armonía cósmica, fundamentada en la virtud cívica y social, la observación de los rituales y las formalidades antiguas, y el respeto por los ancestros.

Contrario al pensamiento occidental, que utiliza el método analítico y sintético; esto es, que realiza la separación del todo en partes que son clasificadas y categorizadas para posteriormente volverlas a reunir, en el pensamiento chino se cree que si algo es cierto en algunas ocasiones, lo será también en otras similares, aunque ello no sea observable o verificable.  Esto tiene importantes repercusiones en la ciencia, que limitan su desarrollo, pero amplias posibilidades en algunas áreas donde el sistema deductivo-experimental de Occidente es insuficiente.  En China se trabaja por analogías; es decir, se comparan y relacionan todas las cosas del universo, para apreciar y señalar sus características generales, las cualidades de su conducta o de su existencia, y, posteriormente, para postular semejanzas entre ellas.  Igualmente, se utiliza la homología, según la cual, aunque dos cosas sean diferentes, por tener la misma dinámica energética es posible trabajarlas por comparación, lo que permite utilizar la metáfora y otras formas analógicas para encontrar soluciones innovadoras a determinados problemas.

Hacia el siglo V a.C. (en forma coincidente con lo que ocurría en la Grecia clásica, con la llamada Escuela de Atenas, y en la India, con el Buda), surgieron diversas corrientes de pensamiento en China que aún hoy tienen una importante influencia en ese país, como el confucianismo, el taoísmo, el mohismo y el legismo.  Casi todos los pensadores chinos de esa época fueron miembros asesores de la corte, en muchos casos con vidas itinerantes por todos los sectores del país.

(i)      El taoísmo.

El taoísmo es el tipo de filosofía china con mayor aceptación en Occidente, aunque es el confucianismo el que goza de mayor aceptación en China.  Tao significa “camino”, que es una manera de representar la vida.  La palabra Tao  se compone de dos caracteres: uno que identifica una cabeza (tou) y otro que identifica un por (chiao).  En este caso, el Tao está representado entonces por un pie liderado por la cabeza o un pie que lleva una cabeza.  Esto marca la idea del “camino”, no en forma literal sino como “manera” o “vía” de acción y pensamientos.  Así las cosas, el camino del que nos habla el taoísmo es un camino de vida; es decir, una forma de vivir que se encuentra regida por los principios del Tao y por la interacción de los polos opuestos: el Yin y el Yang.

Como filosofía data de algún momento entre finales del siglo VI a.C. y comienzos del siglo V a.C.  Su mayor exponente –aunque no su fundador– fue Lao Tse (), que significa “viejo maestro”.  La obra que mejor ejemplifica al taoísmo es el Dao De Jing (Tratado de la virtud del Tao).  El libro se compone de pequeños poemas sin métrica definida, atribuidos a Lao Tse. 

En su tiempo, China estaba en medio de una guerra civil.  Lao-Tse pregonó sobre las causas de la violencia humana y las contrastó con las leyes de la naturaleza.  Según el filósofo, el medio natural se basa en ciclos cósmicos, ecosistemas y medios armónicos donde, no obstante las situaciones de violencia, ésta se da sólo por razones de necesidad y supervivencia.  Por el contrario, los integrantes de la sociedad humana se comportan en forma cruel y autodestructiva, en detrimento de sus semejantes.  Para él –como lo diría siglos más tarde el inglés Thomas Hobbes (1588-1679)–, el hombre se guía en forma contraria a la naturaleza, por disvalores como la codicia y la ambición, lo que divide a la sociedad en grupos y conduce a la violencia.

La filosofía taoísta enseña a seguir el curso normal de las cosas, a aprender de la naturaleza y, más aún, a seguirla como parte integrante de ella.  Enfatiza la importancia de no interferir con el curso y de no preocuparse por la vida, pues ésta se encarga por sí misma de resolverlo todo.  En esencia, es una posición contemplativa, de armonía con el todo.  Al igual que pregonarían luego los neoplatónicos, en los inicios de la era cristiana, para Lao Tse el Tao es la manera de alcanzar la plenitud universal, al permitirle al hombre formar parte del orden espontáneo y natural de las cosas, donde las partes interactúan siempre a favor del todo y, necesariamente, también de cada una de sus partes.

El símbolo del yin y el yang fue creado por el taoísmo, y simboliza una versión de la dialéctica hegeliana, pero de características no sólo históricas sino también cosmológicas, metafísicas, humanísticas, y toda clase de aplicaciones que pueden analizarse mediante este esquema.  El yin y el yang representan dos fuerzas opuestas en conflicto permanente con el otro, conduciendo así a la contradicción y el cambio perpetuos.  Esta noción de dos polos opuestos y de la perpetuidad del cambio es frecuente en el pensamiento y cultura chinos a través de su historia.  Cabe destacar que estos opuestos no presentan una conflictividad absoluta sino que su dialéctica los hace relativos, permitiendo así que uno pueda tornarse en otro y viceversa, o inclusive que el “bueno” y el “malo” cambien sus roles según el contexto en el que se los aplique, razón por la cual el taoísmo incita a que sean los propios estudiantes quienes analicen cada circunstancia para determinar cuál es el "camino" correcto según sean dadas las circunstancias de las diferentes posibilidades.

Relacionadas con el taoísmo tenemos diversas manifestaciones culturales chinas como la alquimia, la astrología, la cocina, algunas artes marciales, la medicina, el Feng Shui, y ciertos estilos de las disciplinas del entrenamiento respiratorio del Qi-Gong.

(ii)     El confucianismo.

El confucianismo viene de Confucio o Kung Fut-Tzu () el primer gran educador de China.  De origen noble, sufrió los embates de la inestabilidad política y debió viajar por el territorio chino enseñando y diseminando sus ideas sobre la vida en sociedad y la virtud como precepto de vida.  La filosofía de Confucio está contenida en varias obras: El gran estudio (Ta Yiue), las Analectas (Lun Yu) y las Interpretaciones del Libro de los cambios (Yi Ching).

Como para la mayor parte de sus contemporáneos, incluyendo el taoísmo, Confucio y sus seguidores ven al universo como un todo armónico que regula las estaciones, la vida animal, la vegetal y la humana.  Si esta armonía es trastornada, hay graves consecuencias que necesariamente afectan al hombre.

En forma similar a Aristóteles (384-322 a.C.), para el confucianismo el hombre se realiza en tanto que ser social.  Como Platón (428-347 a.C.), Confucio pensaba que en la sociedad ideal se imponía establecer y respetar estrictamente las jerarquías, pues cada individuo debía desempeñar un puesto y cumplir una función para estar a tono con su naturaleza social.  Así, hay una jerarquía que no es sólo social, sino también moral, derivada del respeto por los ancestros.  La familia era una prefiguración del Estado; es decir, un pequeño reino con jerarquías, protocolos y métodos de gobierno.  Del mismo modo, el Estado era el equivalente a una gran familia en la que debe haber afectos, relaciones y obligaciones morales.  Para el confucianismo, el aprecio, el amor y las relaciones que había entre los miembros de un grupo debían estar graduados según cada persona y su puesto en el todo.

En materia de gobierno, Confucio estimaba que el rey o emperador tiene un Mandato del Cielo para desempeñarse bien, conforme al orden natural de las cosas.  El gobernante que no se conduce así pierde su legitimidad y –como en santo Tomás de Aquino (1224-1274)– puede ser depuesto por otro que recibirá este mandato y estará dispuesto a respetarlo.  Así las cosas, el rey o emperador es llamado también el “Hijo del Cielo” y actúa como mediador entre el Cielo y los hombres.  Por ello, el gobernante chino tiene el mandato y la autoridad de celebrar ritos.

Como maestro, Confucio creó una escuela de letrados.  Fue defensor de las tradiciones y se aferró a una ética conservadora, que promovía el ejercicio de la responsabilidad personal, lo que diferenciaba su posición en forma radical respecto al taoísmo.  Como filósofo, Confucio promulgó la benevolencia y defendió el concepto de justicia.  Según los confucianos el bien es una cualidad que se desarrolla naturalmente en el hombre, y es propio de la naturaleza humana. Del mismo modo que con el imperativo categórico de Immanuel Kant (1724-1804), Confucio decía “no hagas lo que no quieres para ti mismo”.

Confucio definía la relación del hombre con el universo del mismo modo que definía la relación entre un hombre y el otro.  El universo obedece a las mismas normas, en el que lo que debe ser, debe ser y donde el ejercicio de la responsabilidad tiene las repercusiones favorables más importantes.

Del ejemplo de amor de una familia, un Estado entero se vuelve amoroso, y de su cortesía el Estado se vuelve cortés, mientras que de la ambición y perseverancia de un hombre, el Estado puede ser llevado al desorden rebelde. Tal es la naturaleza de la influencia. Un reinado puede ser establecido por este hombre uno.
(Ta Yiue , capítulo XI ).

(iii)   El budismo.

Esta corriente filosófico-religiosa llegó a China desde la India en el siglo I d.C., aunque su origen data del siglo V a.C.  El budismo fue obra del príncipe hindú Siddharta Gautama (566-478 a.C.), el “Iluminado” o Buda.  Alejado intencionalmente por su padre de toda muestra de dolor en el mundo, la leyenda cuenta que Siddharta quedó impactado cuando, por circunstancias del destino, fue testigo de la existencia, hasta entonces desconocida para él, de la vejez, la enfermedad y la muerte.  Ese día abandonó todos los lujos que le rodeaban y buscó la verdad en un proceso que le tomó algunos años.  Mediante el estudio y práctica de diferentes corrientes religiosas y, especialmente de la meditación, el Buda supo llegar a la iluminación (nirvana).  Según su doctrina, cualquier persona puede seguir su ejemplo, estudiar la palabra del Buda (dharma) y ponerla en práctica, lo que conduce a una vida virtuosa, moralmente aceptable y, con ello, a la purificación de la mente lejos de las pasiones del ser.

De acuerdo con el budismo, el cuerpo contiene el alma, la cual, a diferencia de aquél, es eterna.  La filosofía budista promulga el amor, la comprensión y la convivencia.  Siguiendo el ejemplo biográfico del propio Buda, en la India esta corriente de pensamiento se caracteriza por su ascetismo extremo y por el desprecio por lo material, a favor de la meramente espiritual.  En otros lugares, sin embargo, esa tendencia cobra un  énfasis diferente.  Tal es el caso de China, donde muchos de los principios budistas originales se fusionaron con algunos rasgos del taoísmo y el confucionismo, para dar lugar a un sincretismo filosófico muy particular.

Todas las escuelas budistas coinciden en la teoría del karma o ye, que es algo así como la continuidad de causas y efectos en una persona, que determina y es a la vez consecuencia de su naturaleza personal.  Así, en función de la eternidad del alma, la persona pasa por diferentes y sucesivas vidas, cada una de las cuales depende invariablemente de lo hecho en las anteriores, según el karma del individuo.  Se trata de un proceso de perfeccionamiento que debe desembocar en la perfecta unión del individuo con el todo (nirvana), que sólo se logra cuando la renuncia a toda pasión (fuente de la individualidad y sufrimiento) es finalmente alcanzada.  El nirvana es, por lo tanto, la fusión del hombre con la naturaleza, que es el estado más alto de cualquier existencia.

Según lo anterior, la persistencia de la persona por mantenerse en la vida terrenal, sería –según los budistas– una manifestación de ignorancia respecto al verdadero orden de las cosas.  Esto coincide con la idea taoísta de que la felicidad absoluta, lo que sin duda ayudó a la aceptación del budismo como corriente de pensamiento en China.

El único propósito de [las] enseñanzas [del Buda] es la erradicación definitiva de todo sentimiento de insatisfacción o frustración.  Según el budismo, la causa real de la insatisfacción es o el anhelo ansioso, o el aferramiento, que a su vez son el producto último de ilusión e ignorancia, entendidas como la percepción errónea de la auténtica naturaleza de la existencia. Por ello el cese definitivo de esta situación se denomina el despertar [o iluminación].  Para guiar el esfuerzo necesario para alcanzar ese nuevo estado, el budismo desarrolla y prescribe prácticas de entrenamiento mental y emocional, la disciplina ética y el estudio.

El budismo original se divide en dos grandes grupos: el Hinayana o “Pequeño vehículo” y el Mahayana o “Gran Vehículo”.  Este último fue el más aceptado en China.

Durante el siglo II d.C., se gestó erróneamente la idea de que el Buda había sido un discípulo de Lao Tse y que su filosofía no era más que una extensión o desarrollo a partir del Dao De Jing.  La leyenda contaba que Lao Tse había viajado en algún momento a la India y que, de esa experiencia, había quedado la semilla de lo que luego fue el budismo.  Esto, claro está, es una manera de hacer propio lo venido de fuera, una tendencia de todas las culturas a la que los chinos tampoco han escapado.

(iv)    El legismo. 

Como el positivismo de Hans Kelsen (1881-1973), el legismo es una filosofía de corte pragmático, que ha sido usada por los regímenes totalitarios chinos para justificar sus excesos.  Se debe a Han Feizi (韩非), quien vivió entre 280 y 233 a.C., cuya máxima era "cuando la época cambia, las maneras cambian".  Su principio fundamental era la jurisprudencia; es decir, la ley en vigencia.  Así, es válido lo que dicte la ley, porque eso es lo que corresponde a cada época y circunstancia, sin que haya principios que estén por encima de ella.  

La regla del legismo se basa en la siguiente tríada de principios:

·           Fa ( fǎ): Ley o principio.
·           Shu ( shù): Método, táctica o arte.
·           Shi ( shì): Legitimidad, energía o carisma.

El legismo ha sido abusado por emperadores abusivos y pro el régimen comunista; sin embargo, sus principios nunca se impusieron por encima de los del confucionismo, el taoísmo o el budismo.

(v)     El mohismo.

El mohismo fue fundado por el filósofo Mozi o Mo-tzu (墨子), quien vivió de 479 a 372 a.C..  Este pensador abogaba por una filosofía del amor universal, es decir, una vida regida por principios de afecto del mismo nivel hacia todos los individuos que no es ajena al iusnaturalismo.

En el mohismo, la moral no está definida por la tradición, como en Confucio, sino por una guía moral constante paralela al utilitarismo, ya que la tradición no es consistente ni la misma a través de los tiempos, sino que varía y se acomoda a las circunstancias, lo que la hace poco confiable.

De acuerdo con este corriente, la moral está por encima de la historia, como consonancia entre hombre y naturaleza.  Así, los seres humanos necesitan ubicarse fuera de la tradición para que la moral universal determine cuáles son las tradiciones que resultan aceptables, ya que la moral debe promover aquellos comportamientos sociales que tienda al mayor bienestar general.


*   *   *   *   *

En el contexto de estas corrientes del pensamiento y de su pasado histórico, donde hay apenas una minoría cristiana y otra musulmán, es claro que China tiene una visión distinta del mundo.  Su peso específico, como potencia, hace que los chinos sean un componente necesario y formidable de la actualidad humana y, especialmente, de su futuro.  De allí que nos parezca importante conocer sobre sus orígenes culturales, la esencia de su ser ancestral y, en definitiva, sobre su cosmovisión.

Los invitamos a acompañarnos y adentrarnos un poco en lo que puede ser el futuro de la humanidad.

Saludos,

Carlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario