EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

domingo, 22 de febrero de 2015

El suicidio.

"Il n'y a qu'un problème philosophique vraiment sérieux : c'est le suicide. Juger que la vie vaut ou ne vaut pas la peine d'être vécue, c'est répondre à la ques...tion fondamentale de la philosophie. Le reste, si le monde a trois dimensions, si l'esprit a neuf ou douze catégories, vient ensuite. Ce sont des jeux; il faut d'abord répondre."

Albert Camus, Le Mythe de Sisyphe (1942)

Esta frase, del gran escritor y pensador Albert Camus (1913-1960), proviene de su obra, "El mito de Sísifo". 

En ella se hace un dificilísimo planteamiento –si alguna vez hubo uno–, cuya resolución se encuentra en la conciencia que tengamos de la vida, como concepto, y sus consecuencias, según nuestras creencias más íntimas y según los condicionamientos sociales que experimentamos a la luz de la religión, el derecho, la política y, especialmente, nuestra propia psique.

Tanto en la definición como en la solución del problema, tenemos que considerar todos los elementos que caracterizan al ser humano; esto es, el concepto de hombre como tal, así como los atributos que definen sus actos a todo nivel.  En esa consideración, además, necesariamente van a intervenir los filtros o perspectivas que establecen las corrientes filosóficas o religiosas que sigamos.  

En primer término, aparecen la idea de la libertad y el concepto que podemos tener de la vida como un derecho o un deber.  Tenemos también la noción de dignidad y la del respeto, ya sea por lo que cada cual puede hacer consigo mismo, en ejercicio de sus derechos, o por lo que no se puede hacer –aún a voluntad– por estar más allá de nuestros derechos personales.   

Para unos el suicidio es un derecho máximo, condicionado sin embargo por un deber social (Sócrates), mientras que para otros un acto terrible, cobarde o demencial (Aristóteles).  En cualquiera de los casos, el suicidio es, cuando menos, controversial.

No pocas veces, el asunto se plantea como una dicotomía entre la llamada “santidad de la vida” y la “calidad de vida”.  Se plantea en los temas relacionados con situaciones extremas, como, por ejemplo, la eutanasia en las enfermedades terminales.  Para algunos la vida no es nuestra, sino de Dios que nos la ha dado (san Agustín, santo Tomás).  Otros, siglos después, niegan todo mérito ético al suicidio, aun alejados de la religión, al considerarlo contrario a la dignidad misma del ser humano (Kant).

Del lado contrario, otros pensadores –creyentes y no creyentes– dicen la vida debe ser digna para justificarla y que el ser humano tiene poder de decisión sobre su propia existencia (Séneca, Montaigne), incluso como un acto de ejercicio moral (Hume).  

Esta última posición es, en alguna medida, asumida por filósofos posteriores, aunque con un tinte claramente pesimista.  Para ellos, la muerte es una manera de salir del dolor que apareja la vida.  En ese tanto, el suicidio es una reafirmación del deseo de vivir algo distinto que ya no es posible (Schopenhauer).  Por ello, el suicidio constituye entonces una renuncia o abandono legítimo de la existencia, debido a la imposibilidad de vivir la vida que se quiere tener.  Otros (Nietzsche), creen que la vida se expresa como voluntad y como poder y que es un derecho sólo de aquéllos que pueden realmente ejercerla, por lo que confirma la libertad que tenemos para acabarla cuando ya no es merecida.

Para los existencialistas, el suicidio es un acto de libertad, una liberación de la tragedia de vivir (algo que Unamuno definió como el “sentimiento trágico de la vida”).  El suicidio es –tal como lo expresa el texto– el único problema filosófico verdaderamente serio del ser humano (Camus).  

Siendo la mortalidad una realidad inmanente al hombre, y en línea con la herencia filosófica del nihilismo y el existencialismo, se establece que cada paso en la vida no es otra cosa que un inevitable paso en/de/hacia la muerte (Cioran).  

En Oriente, el asunto no se trata sistemática ni racionalmente.  Es más bien una vivencia.  La vida se entiende como simple materialidad y, por ello, el suicidio tiene su propio tratamiento.  Muchos religiosos (como los jainistas) se ofrecen a la muerte como parte del proceso por el cual alcanzan la iluminación (no comen y se retiran del mundo, abandonados a la naturaleza y sus procesos).  Otros (como los pandavas del Himalaya) se dedican a peregrinar sin pausa, hasta morir exhaustos por ese esfuerzo.  Finalmente, otros grupos (llamados saivas) se suicidan ritualmente frente a la imagen de Bhavani, mediante una forma de la plegaria que involucra cortarse la garganta hasta morir.

En el budismo, se dice que en una de las vidas anteriores del Buda, éste fue un príncipe llamado Sattva, quien viendo a una tigresa hambrienta a punto de comer a sus propios cachorros, ofreció su cuerpo a la tigresa para ser devorado en lugar de sus crías.  Todos hemos visto recientemente, monjes tibetanos inmolándose por la libertad de su país, lo que hace presumir la validez de estos actos de auto-exterminio.  Del mismo modo, en el Japón, el suicidio ritual fue considerado por siglos una forma honorable de despedirse de la vida, aunque no sea jurídicamente vista en la actualidad de un modo favorable.

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