EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

sábado, 7 de abril de 2012

Apreciación musical: diversidad y gusto.

Uno de los enormes privilegios de nuestro tiempo es que, al menos en este campo, la tecnología nos da la posibilidad de oír (y a veces también ver) diversas versiones de lo que nos gusta, para comparar, escoger y hasta discutir las bondades o defectos de esas versiones.  El proceso tiene componentes objetivos y subjetivos, como en todo lo que atañe a la apreciación artística, lo que lo hace una actividad apasionante para los que gustan de ello.

¿Cuándo tuvieron las personas, hace una generación, una posibilidad similar?  Saber que podemos escuchar la misma obra de un compositor, a cargo de los más grandes intérpretes, y poder analizar sus rendiciones con toda calma, para ejercer el derecho a preferir una a muchas otras, es un placer como pocos otros para los que gustamos de la música.  No lo tienen los amantes de la literatura o las artes plásticas y, con muchas limitaciones, apenas si lo atisban los cinéfilos.  Quizá sólo en el teatro puede darse algo similar y, sin embargo, las limitaciones para encontrar distintas versiones de una misma obra son enormes comparadas a lo que sucede con la música.

Sin embargo, la oferta es abrumadora.  Es imposible que todos hayamos oído todo lo que se graba y publica, particularmente respecto a las obras más conocidas del repertorio.  Un ejemplo: tengo once sets con las sinfonías del Beethoven, más bastantes discos sueltos con distintas versiones de cada una de ellas, pero posiblemente tendría que tener alrededor de unas cien (cuidado si más) para decir que he escuchado todo lo que ofrece el mercado, con versiones que entran y salen constantemente sin que uno apenas se dé cuenta.  Estar al día en este campo es una tarea es muy difícil de cumplir, para no decir imposible, salvo que uno se dedicara a ello como ocupación de tiempo completo, cosa que quizá sólo hagan los críticos musicales.

Las pocas obras que puedo seguir son las que me gustan y de las que tengo más de una versión son, naturalmente, las que me gustan mucho.  He llegado a esas versiones porque las he oído en la radio o en una grabación ajena y me agradan como para buscarlas luego, o por recomendación de amigos que saben, o por críticas que he escuchado o leído y que las ponen por las nubes, o porque me encuentro el disco por casualidad y me atraen los intérpretes, o por mera inspiración divina.  ¡Qué se yo…!  Todos hemos pasado por estas situaciones y así es como terminamos aficionándonos a aquella grabación de Bernstein o de Colin Davis, o a la de Sutherland o de la Callas, o a la de Menuhin o de Vengerov.

En todo caso, como cada uno de nosotros llegó allí por su propia “circunstancia” (para parafrasear a Ortega), entonces hemos extraído diversas conclusiones de esos procesos, por lo que tenemos distintas preferencias también, todas válidas en lo que toca a la subjetividad de la determinación.  Por eso me gusta la posibilidad de “pelearme” con quien asuma una tesis diferente a la mía, porque algo aprendo del proceso, sea para ampliar mis preferencias o para reforzar las que ya tenía.  En ese tanto, reitero lo dicho respecto al privilegio que tenemos de ver lo mismo desde diversos ángulos y enriquecer el panorama de lo que nos gusta.

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