EL CAMINO DE LA VIDA

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EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Almuerzo cultural: El cuidado de nuestro corazón.

Estimados amigos,

El almuerzo cultural de hoy es sobre un tema que tenemos descuidado: la salud. Vamos a tratar el tema de nuestro corazón, no desde el punto de vista del arte o la religión, sino desde una perspectiva física relacionada con nuestra vida orgánica.

Aunque responsable de funciones menos sofisticadas que las del cerebro, es probable que el corazón sea el “más humano” de todos los órganos de nuestro cuerpo. En efecto, pocos órganos están tan presentes en nuestra cultura como el corazón. Se hace alusión a él como la sede del amor, los sentimientos y las emociones en general, y de todo lo que tiene que ver con el espíritu. Pocas relaciones podrían estar más equivocadas y, sin embargo, eso es lo que leemos en la literatura, oímos en la música, vemos en cuadros y esculturas o presenciamos en el teatro y en el cine desde de cada una de esas artes existen.

En realidad, el corazón es algo muy diferente al asiento de nuestro ser espiritual o emocional. En términos generales, el corazón es para el cuerpo humano lo mismo que el motor para un vehículo. Sin él la vida es simplemente imposible.

Generalidades.

Fisiológicamente, el corazón es el órgano más fuerte y poderoso de todo el cuerpo, su función es la de recibir y bombear la sangre para que circule por todo el cuerpo. Para ello, el corazón actúa como un músculo que se contrae rítmicamente con la potencia suficiente para hacer las veces de bomba.

El corazón tiene forma de pirámide invertida. Su volumen y peso varía según el género y la edad. Se localiza casi en medio del pecho, ligeramente hacia el lado izquierdo y descansa sobre el diafragma. Se encuentra anclado al esternón, que es el hueso que une a las costillas para formar la caja torácica, que le sirve como escudo protector.

El órgano tiene tres capas: una gruesa, de tejido muscular al centro, que es el verdadero músculo; y, dos capas delgadas que lo cubren, una por fuera y otra por dentro.

Por dentro es hueco y está dividido en cuatro cavidades, dos inferiores, llamadas ventrículos, y dos superiores, denominadas aurículas, todos los cuales funcionan en forma coordinada.

El corazón envía la sangre a los pulmones para oxigenarla y luego al resto del cuerpo. Su trabajo es continuo, a excepción de pequeños descansos entre latido y latido. Se dice que la presión que crea el corazón humano al latir es suficiente para lanzar la sangre a diez metros de altura.

Para que el corazón funcione óptimamente debe estar bien oxigenado. El miocardio es el tejido muscular de las paredes del corazón y es el responsable de sus movimientos. A falta de suficiente oxígeno, el miocardio puede morir rápidamente.

El miocardio se oxigena mediante tres conductos principales, llamados arterias coronarias. Esos conductos oxigenan el corazón mediante miles de terminales internas, además, cuentan con una infinidad de ramificaciones externas que van del corazón al resto del cuerpo y viceversa. Para darnos una idea de lo intrincado de esa red, si juntáramos la longitud de las venas, las arterias y los capilares de una persona, tendríamos una extensión capaz de dar la vuelta al mundo casi dos veces y media.

El cuidado del corazón.

En la actualidad, las enfermedades del corazón son la causa número uno de muertes en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en el año 2005, cerca de 17,5 millones de personas murieron por padecimientos cardiacos. Se espera que para el año 2015 las víctimas sean aproximadamente 20 millones de personas.

Por otra parte, los estudios revelan que más del 70% de los casos se registran en los países menos industrializados, entre ellos, los de Latinoamérica. Según la OMS, cuatro de cada cinco muertes en el mundo por enfermedades cardiovasculares se registraron en los países menos industrializados y afectaron a ambos sexos por igual.

Sin embargo, los expertos confirman que más del noventa por ciento del riesgo de sufrir un infarto proviene de factores que se pueden controlar o prevenir.
El corazón, como cualquier parte del cuerpo, necesita de ciertos cuidados básicos que son vitales para su adecuado funcionamiento. Entre los principales cuidados del corazón están los siguientes:
Hacer ejercicio físico.
Hacer ejercicios diariamente permite que el corazón se fortalezca y la sangre circule mejor en todo el cuerpo. Por eso es importante hacer el esfuerzo de sacar por lo menos media hora al día para dedicarla a hacer un poco de ejercicio. En muchos casos, basta con un paseo que requiera cierto esfuerzo corporal para reducir eficazmente el riesgo coronario. En todo caso, no es recomendable hacer esfuerzos intensos, especialmente si no se está acostumbrado.
Evitar el sobrepeso y la obesidad abdominal.
El perímetro de la cintura es un buen indicador del riesgo de un problema cardíaco. Éste no debe ser mayor de 83 centímetros en las mujeres o de 105 centímetros en los varones, ya que el sobrepeso multiplica los riesgos de un problema cardíaco.
Para determinar si hay sobrepeso debe usarse la siguiente fórmula:
IMC = Peso Actual / (Estatura en metros)²
Si el IMC es mayor a 25 es momento de cambiar los hábitos de alimentación y hacer más ejercicio.
Tener una buena alimentación.
Una alimentación balanceada es la mejor aliada de un cuerpo que requiere nutrirse.

(i)     Dietas apropiadas. Por su variedad y riqueza nutritiva (frutas, verduras, granos, lácteos, carnes y aceite virgen de oliva), la dieta mediterránea es una excelente opción para mantener el corazón en forma. Adicionalmente, resulta muy importante consumir alimentos ricos en hierro para evitar la anemia, como la carne, los huevos, las lentejas, los frijoles y las hojas verdes.

(ii)     Tomar agua. La ingesta de agua limpia y abundante favorece el funcionamiento en general del cuerpo y, en especial, la formación de sangre.

(iii)     Evitar las grasas. La comida chatarra de nuestros días es rica en grasas que afectan gravemente a nuestro organismo. Sin embargo, es importante entender que hay diversas clases de grasas y que éstas tienen un efecto distinto sobre nuestro cuerpo.
Tipos de grasas:
Saturadas: son el principal enemigo del sistema cardiovascular. Suelen ser sólidas a temperatura ambiente. 
Trans: son grasas saturadas que aumentan el LDL (colesterol malo) y bajan el HDL (colesterol bueno). Las grasas trans resultado de añadir hidrógeno a los aceites vegetales usados en productos horneados comercialmente y para cocinar en la mayoría de los restaurantes de comida rápida.

Monoinsaturadas: reducen las grasas LDL e incrementan las HDL en la sangre; también ayudan a controlar los niveles de azúcar en sangre. Son líquidas a temperatura ambiente.

Polinsaturadas: hasta hace unos años fueron las grasas líderes para reducir los niveles de colesterol, aunque en los últimos años han pasado a una posición secundaria frente a los aceites omega-3 y las grasas monoinsaturadas.

Trigliceridos: son grasas consumidas en los alimentos o hechas por el cuerpo a partir de otras fuentes de energía como los carbohidratos. Se trata de calorías ingeridas en una comida que no se utilizan inmediatamente por los tejidos sino que se transportan a las células de grasa en las que se almacenan. Producen obesidad.

Es importante revisar las etiquetas de los productos y revisar que en los ingredientes no contengan grasas trans o bien puedes describirse como hidrogenadas. Los alimentos sin procesar no contienen este tipo de grasa.
(iv)     Ingerir poca sal y poca azúcar. La relación entre las cifras de glucosa y los infartos de miocardio está bien establecida. Por otro lado, el consumo excesivo de sal también es fuente indirecta de problemas cardiovasculares.
  • Los problemas del azúcar en exceso.
La concentración de glucosa en sangre es la cantidad de glucosa que contiene la sangre. La glucosa es un azúcar procedente de los alimentos que ingerimos, aunque también se forma y almacena dentro del cuerpo. Se trata de la principal fuente de energía de las células del cuerpo, a las cuales llega a través del torrente sanguíneo.
La “hiperglucemia” es el término médico que se emplea para referirse a las concentraciones de azúcar en sangre demasiado altas. La hiperglucemia ocurre cuando el cuerpo o no pude fabricar insulina (diabetes tipo 1) o bien no reacciona adecuadamente a la insulina (diabetes tipo 2).
El cuerpo necesita insulina para que la glucosa contenida en la sangre pueda entrar en las células del cuerpo para ser procesada. En las personas que han desarrollado diabetes, la glucosa se acumula en la sangre, provocando hiperglucemia.
Tener demasiado azúcar en sangre durante largos periodos de tiempo puede provocar graves problemas de salud si no se trata esta enfermedad. La hiperglucemia puede lesionar los vasos sanguíneos que llevan sangre a órganos vitales, lo que puede incrementar el riesgo de cardiopatías, apoplejía, enfermedades renales, problemas visuales y problemas neurológicos en las personas con diabetes. Estos problemas no se suelen dar en los niños o adolescentes, cuya diabetes tiene pocos años de evolución; sin embargo, pueden aparecer durante la etapa adulta en algunas personas con diabetes, sobre todo si estas no se han tratado o controlado la enfermedad de manera adecuada.
  • El abuso de la sal.
La sal o cloruro de sodio cumple importantes funciones en nuestro organismo. El sodio contenido en la sal regula la cantidad de líquidos en nuestro cuerpo y coopera en la transmisión de los impulsos nerviosos; por ello, el ser humano necesita cierta cantidad de sal en su dieta que ayude a resolver estas funciones. Se recomienda consumir unos 1.500 miligramos de sodio diariamente (que es menos de la cantidad contenida en una cucharadita de sal).
En un estudio llevado a cabo en la Universidad de Indiana se encontró que la sal puede contribuir a las enfermedades del corazón, pues es responsable del agrandamiento del ventrículo izquierdo (especialmente en el caso de algunas personas que, por razones genéticas, son especialmente sensibles a la sal).
Uno de los principales problemas con el exceso de sal en la dieta es la contribución de esta a la hipertensión arterial. Las personas que padecen de enfermedades renales, las personas de raza negra y las personas cuyos padres padecen de hipertensión son especialmente susceptibles a un aumento en la presión sanguínea causado por la sal.
Se ha encontrado que la mayor reducción en la presión arterial se produce cuando existe una dieta alta en frutas, vegetales y productos lácteos, bajos en grasa, además de una baja en el consumo de grasas saturadas como en el total de grasa se combina con una dieta baja en sal.
Además de contribuir a la hipertensión arterial, también se ha encontrado que incluso en las personas que no son hipertensas, restringir la sal reduce la presión arterial. Investigaciones llevadas a cabo en la universidad de Tulane, por ejemplo, indican que una cucharadita adicional de sal al día tiene al cabo del tiempo el resultado de duplicar el riesgo de apoplejías en las personas obesas. Según los investigadores la sal daña las paredes de los pequeños capilares del cerebro y contribuye a un gradual deterioro de la memoria.
Aunque existe un buen número de personas que no son sensibles a la sal y el consumo elevado de esta no les hace aumentar su presión arterial, existen otras razones aparte de la hipertensión para moderar el consumo de sal. Por ejemplo, el exceso de sal también puede causar inflamaciones de las encías, de toda la cavidad bucal y del sistema digestivo.
(v)     Controlar el colesterol. Muy relacionado con los anteriores, el control del colesterol depende de la buena alimentación y del ejercicio físico que la persona realiza, Las cifras totales de lípidos no pueden sobrepasar los 200 miligramos por decilitro de sangre. Es importante consultar periódicamente al médico y realizar exámenes de sangre para determinar los valores de colesterol bueno y malo.
El colesterol es una sustancia blanda, cerosa y grasosa que se encuentra en el torrente sanguíneo y en todas las células del organismo. El colesterol es parte importante de un organismo saludable porque se utiliza para producir membranas celulares y algunas hormonas, además de cumplir otras funciones necesarias del organismo. Sin embargo, el exceso de colesterol en la sangre es un riesgo importante de enfermedad coronaria y de ataque cerebral. “Hipercolesterolemia” es el término médico para denominar a los niveles elevados de colesterol en la sangre.
El colesterol alto es uno de los principales factores de riesgo controlables de enfermedad coronaria, ataque al corazón y ataque cerebral. Si aumenta el colesterol en la sangre, también aumenta su riesgo de enfermedad coronaria. Si tiene otros factores de riesgo (como la presión arterial alta o la diabetes) así como el colesterol alto, el riesgo se eleva aún más.
Cuando circula demasiado colesterol LDL (malo) en la sangre, se puede acumular lentamente en las paredes internas de las arterias que irrigan el corazón y el cerebro. Junto con otras sustancias, éste puede formar la llamada “placa ateroma”, un depósito duro y grueso que puede estrechar las arterias y hacer que sean menos flexibles. Esta afección se conoce como “aterosclerosis”. Si se forma un coágulo y obstruye una arteria estrecha, puede ocurrir un ataque al corazón o al cerebro.
En general, una persona produce el 75% del colesterol en su hígado y el restante 25% es absorbido de los alimentos ingeridos. En consecuencia, no es correcto pensar que las personas delgadas no sufren de colesterol.
Descansar lo suficiente.
Es importante que las personas duerman al menos ocho horas diarias, ya que el descanso permite reponer energías y, dentro de lo posible, dar pausa al trabajo del corazón.
Evitar el fumado.
Uno de los efectos de la adicción al tabaco es que tapa las arterias y las venas, lo que dificulta la circulación de la sangre y, por lo tanto, la oxigenación del cuerpo. En efecto, el humo del tabaco se ingiere por los pulmones y transporta sustancias nocivas por el torrente sanguíneo, lo que eventualmente produce bloqueos y coagulaciones. Dejar de fumar reduce de forma importante las probabilidades de un ataque al corazón. Dado el carácter nocivo de este hábito, si la persona no puede dejarlo por su propia fuerza de voluntad, entonces lo recomendable sería buscar ayuda profesional.
Evitar las drogas y el alcohol.
La mezcla del alcohol y las drogas con la sangre afecta el funcionamiento de muchos órganos y, de modo general, envenena el cuerpo. No obstante, hay importantes estudios científicos que indican que una copa diaria de vino (y algunos argumentan que una copa de alcohol destilado, como el whisky o el ron) puede ser buena para la salud.
Evitar accidentes.
Los accidentes tienden a producir hemorragias y otras situaciones que fuerzan la actividad cardíaca, lo cual puede a su vez conducirt a una crisis del corazón por el esfuerzo que conllevan.
Mantener una actitud positiva.
Según algunos estudios, las personas que se caracterizan por ser optimistas o tener actitudes positivas frente a las situaciones que enfrentan tienen menor riesgo de padecer enfermedades, debido a que producen menos nivele de cortisol, una hormona que se encuentra comúnmente en diferentes patologías. Esta molécula es más conocida como la hormona del estrés y, al presentarse en grandes cantidades, puede elevar la presión arterial, aumentar la grasa abdominal, e incluso, debilitar el sistema inmunológico, según un informe publicado por el University College London.
Controlar la presión arterial.
Es imprescindible medirla una vez al año y vigilar que la presión sistólica no sobrepase de 140 milímetros y la presión diastólica no sobrepase 85.
La presión arterial es la fuerza en las arterias cuando el corazón late (presión sistólica) y cuando el corazón está en reposo (presión diastólica). La presión arterial alta (o hipertensión) se define en un adulto como la presión mayor o igual a 140 mm Hg de presión sistólica, o mayor o igual a 90 mm Hg de presión diastólica.
La presión arterial alta aumenta directamente el riesgo de enfermedad coronaria (que lleva eventualmente a un ataque al corazón o un ataque cerebral, especialmente cuando se presenta con otros factores de riesgo).
La presión arterial alta puede ocurrir en niños o adultos, pero es más común entre las personas mayores de 35 años, particularmente entre personas de mediana edad, personas mayores, personas obesas, personas que beben mucho y mujeres que toman píldoras anticonceptivas. Podría ser hereditaria, aunque muchas personas con fuertes antecedentes familiares de presión arterial alta nunca la tienen. Las personas con diabetes, gota o enfermedades renales también son más propensas a tener presión arterial alta.
Controlar las emociones.
Los enojos, la violencia, los sustos y el estrés son dañinos para el corazón. El estrés es muy nocivo para las arterias. La depresión es un claro factor de riesgo cardiaco. La tristeza y la melancolía pueden afectar al sistema inmunológico y facilitar alteraciones moleculares que pueden desembocar, eventualmente, en problemas cardiovasculares.
Síntomas de una crisis cardíaca.

Las señales de un problema cardíaco pueden variar de persona a persona, pero tienen ciertos rasgos característicos. El más típico de ellos es un intenso dolor del pecho (denominado “angina”), que equivale a una sensación de apretazón o sofocación. Normalmente se presenta al frente del pecho para extenderse en ocasiones hasta el hombro izquierdo, el brazo y la mandíbula.

En otros casos, puede presentarse cierta dificultad para respirar, náusea, sudoración fría y excesiva, mareos, palidez y una sensación de debilidad.

Los síntomas de un ataque al corazón nunca deben ser subestimados. Si se presentan de improviso y se mantienen por más de dos minutos, es indispensable llamar de inmediato al servicio de Emergencias y recibir atención médica. Entre tanto, el dolor puede ser neutralizado con pastillas de nitroglicerina debajo de la lengua o, a falta de éstas, un par de aspirinas.

Ataques al corazón.

Lo que se conoce ordinariamente como un ataque cardíaco es, en término técnicos, un “infarto del miocardio”, pues es allí donde se presenta el problema que da origen al ataque. Un infarto del miocardio ocurre cuando una de las tres arterias coronarias se bloquea total o parcialmente (usualmente debido a una acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias –“placa de ateroma”– que forma un “trombo” o coágulo) y ello impide que la sangre llegue para oxigenar el miocardio. Debido a la falta de oxígeno, el miocardio sufre daños irreparables, cuya incidencia depende de la severidad de la lesión y el grado de atención médica recibida en el momento.

El proceso de acumulación de placa en las arterias es lento y se conoce como “aterosclerosis”. Cuando la placa de una arteria cardiaca se desprende, se forma un coágulo alrededor de la placa. Este coágulo puede obstruir la arteria e interrumpir el flujo de sangre al músculo cardiaco. La privación de oxígeno y nutrientes en el músculo cardiaco se conoce como “isquemia”.

En estos casos, cuando, por determinado esfuerzo, se le pide al corazón un trabajo adicional de aceleración (por ejemplo, como resultado del ejercicio o el estrés), el flujo de sangre no puede aumentar por estas obstrucciones, lo que produce la isquemia del miocardio. En el infarto, la placa de ateroma se rompe, formando el trombo y llevando a la interrupción del flujo coronario, lo que produce bajo suministro de sangre al corazón.

La realidad de los ataques al corazón es que cualquiera puede sufrirlos. Sin embargo, se pueden hacer muchas cosas para evitarlos, si se piensa en las consecuencias de largo plazo, lo que implica adoptar un estilo de vida más sano y activo.

Existe el mito de que muchos ataques cardiacos ocurren sin ningún síntoma temprano de advertencia. En realidad el 90% de las víctimas de un infarto de este tipo tienen por lo menos un clásico factor de riesgo cuando el infarto se produce (colesterol elevado, hipertensión, diabetes o tabaquismo), según informan los investigadores de la Universidad Northwestern de Chicago.

No obstante lo dicho, hay ocasiones en las que la primera manifestación de la aterosclerosis puede ser directamente un ataque al corazón. Una razón por la que podría no haber señales de aviso es que, a veces, cuando una arteria coronaria se estrecha, otros vasos circundantes que también llevan sangre al corazón se expanden para compensar. Esta red de vasos expandidos se conoce como circulación colateral y ayuda a proteger temporalmente a algunas personas de los ataques al corazón llevando más sangre a ese órgano por otros conductos. La circulación colateral también puede aparecer luego de un ataque al corazón para ayudar al músculo cardiaco a recuperarse.

Algunos ataques al corazón son repentinos e intensos. Sin embargo, la mayoría comienza lentamente, con dolor o incomodidad leves. Con frecuencia, las personas afectadas no están seguras de qué está mal y esperan demasiado antes de buscar ayuda.

Quien a una edad relativamente temprana tiene factores de riesgo, en realidad se prepara para un posible infarto del miocardio dentro de 10, 20 o 30 años, cuando podría en su lugar estar disfrutando de los frutos de su trabajo en su madurez.

Las enfermedades cardiovasculares son cada vez más comunes. Hace unos años se trataba de un problema exclusivo de los adultos de los países desarrollados, pero actualmente, hasta los jóvenes de los países en desarrollo presentan alteraciones notorias en su sistema cardiovascular en virtud de sus hábitos de vida y la presencia extendida de factores de riesgo en el medio ambiente.

La población en edad adulta es más propensa a sufrir ataques cardíacos debido a que la enfermedad aterosclerótica del corazón es progresiva. Está demostrado que la aterosclerosis comienza en la infancia y sólo se manifiesta por sus complicaciones principales después de cuatro o cinco décadas de vida.

La única manera eficaz de tratar e intervenir en estos problemas es actuar en forma temprana mediante la disminución de los factores que dan lugar a la aparición de enfermedades crónicas prevenibles en los adultos. A pesar de manifestarse en la edad adulta, está demostrado que las enfermedades cardíacas comienzan en los primeros años, cuando se deterioran las condiciones generales de la salud cardiovascular.

Paro cardíaco.

El paro cardiaco es distinto a un infarto del miocardio (ataque al corazón). El paro (también llamado muerte cardiaca súbita) es causado por fallas en el sistema eléctrico del corazón. La muerte sobreviene cuando el corazón deja de funcionar adecuadamente de manera repentina. Esto es causado por ritmos cardiacos anormales o irregulares (llamados “arritmias”).

La causa más común de arritmia en el paro cardiaco es la fibrilación ventricular. Esto sucede cuando las cavidades inferiores del corazón comienzan a latir de manera caótica, en forma repentina, y no bombean sangre en la forma requerida. La muerte se produce en cuestión de minutos luego de que el corazón se detiene. La muerte cardíaca súbita se puede revertir si se realiza la reanimación cardiopulmonar, mediante el uso de un desfibrilador que permite aplicar una descarga eléctrica al corazón del paciente con el fin de restablecer el ritmo cardiaco normal en el sujeto en cuestión de pocos minutos.

Arritmias.

Las arritmias o “disrritmias” son problemas que afectan al sistema eléctrico del músculo cardiaco y producen ritmos cardiacos anormales. Pueden hacer que el corazón bombee de manera menos eficaz y ello puede ser eventualmente causa de un paro.

Una arritmia puede ser causada por una enfermedad de la arteria coronaria, por presión arterial alta, por diabetes, o por tabaquismo, el uso excesivo de alcohol o cafeína, el abuso de las drogas y el estrés. Se sabe que algunos medicamentos, tanto de venta libre como bajo receta, así como complementos dietéticos y remedios herbales causan arritmias en algunas personas.

Algunos de los síntomas de la arritmia son las palpitaciones anormales, la acción cardiaca rápida, el dolor de pecho, el vértigo, los mareos y los desmayos.

Cuando el latido acelerado comienza en los ventrículos, llamado taquicardia ventricular, puede interferir con la capacidad del corazón de bombear suficiente sangre al cerebro y a otros órganos vitales. Esta arritmia es peligrosa y puede transformarse sin advertencia en el trastorno más grave del ritmo cardiaco, que es la fibrilación ventricular.

Cardiomiopatía.

Esta es una enfermedad grave en la que el músculo cardiaco se inflama y no funciona tan bien como debe. Puede tener múltiples causas que incluyen las infecciones virales.

La cardiomiopatía puede ser clasificada como primaria o secundaria. La primaria no puede atribuirse a una causa específica, como la presión arterial alta, la enfermedad de las válvulas cardiacas, las enfermedades arteriales o los defectos congénitos del corazón. La secundaria, en cambio, se debe a causas específicas. Con frecuencia se la asocia a enfermedades que afectan a otros órganos además del corazón.

Hay tres tipos principales de cardiomiopatía: dilatada, hipertrófica y restrictiva.

(i)      Cardiomiopatía dilatada o congestiva.
Es la forma más común de todas. En ésta, la cavidad cardiaca se agranda y estira (dilatación cardiaca). El corazón se debilita y no bombea de manera normal y la mayoría de los pacientes presentan insuficiencia cardiaca. También pueden ocurrir arritmias y trastornos en la conducción eléctrica del corazón.
Como la sangre fluye más lentamente a través de un corazón agrandado, pueden formarse coágulos. Si alguno se desprende, circula en el torrente sanguíneo y obstruye una vía para causar una embolia.
(ii)      Cardiomiopatía hipertrófica.
En esta afección, la masa muscular del ventrículo izquierdo se agranda o hipertrofia. Además de obstruir el flujo sanguíneo y causar filtraciones. La cardiomiopatía hipertrófica es el defecto cardiaco hereditario más común y ocurre en una de cada quinientas personas. Los familiares consanguíneos (padres, hijos o hermanos) de estas personas con frecuencia tienen tabiques agrandados, aunque podrían no presentar síntomas. Esta enfermedad es más común en los adultos jóvenes.
Son síntomas de la cardiomiopatía hipertrófica:

• Falta de aire al esforzarse.
• Mareos.
• Desmayos.
• Angina de pecho.
• Arritmias cardiacas.
(iii)      Cardiomiopatía restrictiva.
En estos casos el miocardio de los ventrículos se vuelve excesivamente “rígido”, de manera que es más difícil que los ventrículos se llenen de sangre en los intervalos de los latidos del corazón. Una persona con cardiomiopatía restrictiva con frecuencia se queja de cansancio, puede tener hinchazón en manos y pies, y podría tener dificultad para respirar al esforzarse. Este tipo de cardiomiopatía por lo general se ve en los adultos mayores y podría deberse al proceso de otra enfermedad.
Insuficiencia Cardiaca.

Tener insuficiencia cardíaca significa que el corazón no bombea la sangre con su máxima eficiencia y, por ello, no puede satisfacer las demandas del cuerpo. Para alguien con insuficiencia cardíaca, la realización de actividades cotidianas, como caminar, subir escaleras o hacer tareas de algún orden físico puede volverse muy difícil.

A menudo, esta condición se presenta como consecuencia de la debilitación del corazón causada por un trastorno subyacente, como la obstrucción de las arterías, la presión arterial alta, o ciertos defectos de la pared arterial o de las válvulas del corazón.

Los síntomas de la insuficiencia cardíaca son:
  • Problemas para respirar (disnea).
  • Tos persistente o sibilancia.
  • Acumulación de fluido en los tejidos del cuerpo (edema).
  • Cansancio o fatiga.
  • Falta de apetito y náusea.
  • Confusión y dificultad de concentración.
  • Ritmo cardíaco rápido.
Trombosis y embolias.

Las trombosis son causadas por coágulos de sangre (“trombos”) en las venas, que pueden desprenderse (émbolos) y alojarse en los vasos del corazón y los pulmones.

Las personas que tienen antecedentes de enfermedades cardiovasculares, ataques cerebrales o episodios trombóticos (coágulos) están en riesgo de tener coágulos en las piernas durante viajes en avión de 10 horas o más, pero no son las únicas que pueden tener este problema. Esta afección, conocida como trombosis venosa profunda (TVP), también puede presentarse en personas sanas e incluso en atletas.

La aparición de trombosis venosa profunda después de un vuelo de larga distancia se llama con frecuencia “síndrome de la clase turista” o “síndrome de la clase económica”, porque los pasajeros de la clase turista tienen una movilidad limitada en los asientos y un espacio reducido para estirar las piernas. Sin embargo, los pasajeros de primera clase o de negocios también pueden tener TVP, así que este problema no se debe exclusivamente a permanecer sentado en un espacio reducido durante muchas horas. Otros factores, como baja presión de la cabina, la humedad reducida y la deshidratación pueden influir igualmente sobre la salud de las personas.

La TVP es potencialmente mortal ya que se forman coágulos en las venas profundas del cuerpo, sobre todo en las venas de las piernas. A veces el coágulo se desprende, viaja a través del torrente sanguíneo y obstruye un vaso sanguíneo en los pulmones, lo que restringe el flujo de sangre. Esta afección se conoce como embolia pulmonar, daña los tejidos y causa una deficiencia en la función pulmonar, que puede llegar a ser mortal.

Las personas que sobreviven a un primer episodio de TVP podrían tener hinchazón crónica en la pierna y dolor debido a la obstrucción del flujo de sangre en la vena. lo que puede reducir su capacidad de tener una vida plena y activa. Las personas que han tenido un episodio de TVP también son más propensas a tener otros en el futuro.

Los estudios realizados en personas sanas han demostrado que el uso de “medias de compresión” podría ayudar a minimizar el riesgo de aparición de trombosis venosa profunda después de vuelos de larga distancia. Estas medias ejercen presión sobre los músculos de las piernas y ayudan a que el flujo de sangre de las piernas vuelva al corazón.

Las personas con enfermedades cardiovasculares y las que están en riesgo de tener coágulos en las piernas podrían beneficiarse con una sola dosis de heparina. Este medicamento evita la formación de coágulos y es eficaz en la reducción del riesgo de TVP en pacientes de alto riesgo.

Por otra parte, tomar agua abundantemente, caminar en la medida de lo posible y evitar el consumo de alcohol también es un buen consejo.

Otras enfermedades cardiovasculares.
  • Cardiopatía congénita: Son las malformaciones del corazón que están presentes desde el nacimiento.
  • La cardiopatía coronaria: Es una enfermedad que afecta los vasos sanguíneos que irrigan el músculo cardiaco (miocardio).
  • Arteriopatía periférica: Es una enfermedad de los vasos sanguíneos encargados de irrigar los miembros superiores e inferiores.
  • Cardiopatía reumática: Son las lesiones del miocardio y de las válvulas cardiacas debido a la fiebre reumática.
  • Enfermedades cerebro-vasculares: Son las que afectan los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro.
El cuidado del corazón en el ámbito laboral.

Si consideramos que los adultos pasan más de la mitad de sus horas de actividad en el trabajo, un entorno laboral que fomente unos hábitos sanos podría reducir el riesgo de padecer muchas enfermedades, entre ellas las cardíacas y los accidentes cerebro-vasculares.

Según los expertos, el lugar de trabajo es una pieza clave para tomar medidas e iniciar hábitos saludables. Aquellos pequeños cambios que se logren introducir en la actividad laboral cotidiana para mejorar la salud de los empleados, contribuirán a mejorar la vida de estas personas de manera evidente.

En la actualidad muchas empresas incluyen la mejora de la salud dentro de sus prioridades empresariales, pues han reconocido la importancia de la salud de sus empleados para alcanzar los objetivos principales del negocio.

Alcanzar un entorno profesional más saludable se puede lograr siguiendo unas sencillas pautas basadas en la alimentación, el ejercicio y el tabaco
(i)      Incluir el ejercicio físico en la agenda personal.
Esto puede consistir, al menos, en dar un paseo alrededor del edificio, escoger las escaleras en lugar del ascensor o hacer algo de deporte durante la pausa de la comida.
(ii)      Hacer esfuerzos por comer de manera saludable.
Esto puede ser logrado mediante la escogencia de los menús más adecuados para la hora del almuerzo o trayendo la comida de casa. Las empresas pueden comprobar que se ofrezcan menús saludables e incentivar el consumo de alimentos sanos si ponen a disposición de sus empleados frutas naturales y otros productos sanos para su consumo.
(iii)     Crear un entorno sin humo.
Para prevenir las enfermedades cardiovasculares es necesario evitar el hábito del tabaquismo. Las empresas deben evitar el consumo tabaco en el entorno de trabajo y sus alrededores para contribuir al bienestar de sus empleados.
El cuidado del corazón en el ámbito laboral trae consigo muchas ventajas: se salvan vidas, se introducen hábitos de vida saludables, se fomenta el compañerismo, se mejoran los rendimientos, etc.
Las campañas recientes del Día Mundial del Corazón han estado centradas en el control de los factores de riesgo en el propio entorno laboral, como la hipertensión, la hipercolesterolemia, la obesidad, el sedentarismo y el tabaquismo, lo cual es fundamental para conseguir una disminución progresiva de estas enfermedades, según dicen los expertos.

* * * * *

Como verán, el tema es muy importante y exige –literalmente– que estemos bien informados si nuestra intención es llevar una vida mejor. Sólo un corazón sano nos permitirá saborear a largo plazo y de manera sostenida aquellos otros aspectos de la vida que hemos venido explorando con cierta regularidad hasta ahora en nuestro almuerzo cultural. Espero que todos aprovechemos esta oportunidad para hacernos un bien de la mayor importancia, pues ello repercutirá no sólo en nosotros de manera directa, sino también en beneficio de nuestras familias y amigos.

Los esperamos.

Saludos,

Carlos.

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