EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 29 de julio de 2010

Almuerzo cultural: Mickey y Donald presentan música clásica.

Estimados amigos,

Esta semana haremos nuevamente una incursión en la música clásica, esta vez de la mano de Walt Disney y su imperio cinematográfico (N.B.: El calificativo de imperio es merecidísimo: The Walt Disney Company genera anualmente ingresos superiores a los treinta mil millones de dólares).

Walt Disney (1901-1966), quien se iniciara como autor de dibujos animados, tuvo la visión de desarrollar su arte al amparo del cine, la televisión y el entretenimiento, entonces en un período de formación. Para ello, se concentró entusiastamente en una serie de áreas tecnológicas que apenas se perfilaban y fue uno de los motores fundamentales para la consolidación del cine como séptimo arte, así como para el establecimiento del cine, la televisión y los parques temáticos como industrias de primer orden, en el mercado estadounidense primero y luego en el ámbito mundial.

Disney encontró, en los personajes de Mickey Mouse y Donald Duck (en especial el primero), la carta de presentación para su marca. Se trata de personajes ficticios que Disney logró incorporar a la iconografía mundial y que se encuentran presentes, de modo permanente, en la conciencia popular.

Con el apoyo de la música clásica, a la cual era muy aficionado, Disney creó algunas obras memorables. Sus trabajos iniciales de corto metraje, llamados Silly Symphonies ("Sinfonías tontas"), datan de 1929 a 1939. En 1932, esos trabajos le significaron a su estudio el Óscar al mejor cortometraje de animación.

Fantasía (1940): Mickey Mouse, Paul Dukas y El aprendiz de brujo.

Fantasía es una película de animación del año 1940, al estilo de las Silly Symphonies. Como obra, fue una apuesta bastante arriesgada, pues no contaba con un argumento unitario. Más bien, se trataba de la puesta en imágenes animadas de ocho piezas independientes, muy conocidas en el mundo de la música clásica. Esas obras fueron la Toccata y fuga en re menor, de Johann Sebastian Bach; la Sexta sinfonía (conocida como “Pastoral”), de Beethoven; la suite del ballet El Cascanueces, de Tchaikovsky; la Danza de las horas, de la ópera La Gioconda, de Ponchielli; La Consagración de la Primavera de Stravinsky; Una noche en el monte pelado, de Mussorgsky; el famoso Ave María, de Schubert; y, la que resultó a partir de entonces más famosa de todas, El aprendiz de brujo de Dukas, donde Mickey Mouse tiene el papel principal.

Todas las piezas de la película fueron interpretadas por la célebre Orquesta de Filadelfia (una de las cinco grandes de los Estados Unidos), dirigida por Leopold Stokowski, quien, junto a Arturo Toscanini, era el director más famoso de la época.

Por razones de tiempo, no es posible presentar la película en forma completa, por lo que nos concentraremos en el segmento de Paul Dukas, El aprendiz de brujo (L'Apprenti sorcier), que es de todos modos la pieza emblemática de la colección.

El aprendiz de brujo es la obra más popular del compositor francés Paul Dukas (1865-1935), basada en la obra homónima del gran intelectual alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832).  Este poema sinfónico fue compuesto en 1897 y es una obra que pertenece al estilo de la música programática (en este caso un poema sinfónico), ya que describe o cuenta una historia en términos y con recursos estrictamente musicales.

La obra nos presenta el episodio de un aprendiz de hechicero que, en un momento de descuido de este último, usa las artes de su amo de manera ilícita para que una escoba le ayude con las labores de limpieza a su cargo. El asunto eventualmente se sale de sus manos y, cuando se ha declarado el desastre, el hechicero debe aparecer para restablecer el orden y poner al aprendiz en su sitio.

Dukas usa el fagot para dar vida al personaje de la escoba y, mediante un crescendo dramático, ilustra las fuerzas incontroladas que desata el aprendiz mientras trata de poner fin sin éxito al encantamiento.

Se dice que El aprendiz de brujo fue el origen de Fantasía, ya que fue a partir de la idea de este segmento (que inicialmente se pensó como un corto musical independiente) que luego surgió todo el despliegue de arte e imaginación que supone este clásico de Disney.

No obstante sus méritos artísticos previos (que son sobrados), El aprendiz de brujo se hizo enormemente popular a raíz de la animación de Disney, al extremo de que pocas personas pueden escuchar la obra hoy en día sin imaginarse al personaje del ratón con su sombrero de mago tratando de dominar a la escoba encantada. Por cierto que, en estos días, los estudios de Disney han estrenado una película basada en la idea del aprendiz del brujo, protagonizada por el actor Nicholas Cage, entre otros.

Fantasía 2000, el Pato Donald y las Marchas de pompa y circunstancia.

En 1999, los Estudios Disney estrenaron Fantasía 2000, como una versión actualizada del original de 1940, con nuevos temas de la música clásica e historias de dibujos animados para ilustrar las piezas musicales escogidas. La película fue hecha como un homenaje a la primera, al cumplirse 60 años de su estreno. En este caso, la música es interpretada por la Orquesta Sinfónica de Chicago (otra de las cinco grandes orquestas americanas), bajo la batuta del famoso director James Levine (director, entre otras orquestas, de la del Metropolitan Opera House de Nueva York).

En este caso, la película sigue la misma estructura de la anterior. Las obras representadas son la Quinta sinfonía, de Beethoven; Rapsodia en blue, de George Gershwin; Los pinos de Roma, de Ottorino Respighi; el Concierto para piano No. 2, de Shostakovich; el Carnaval de los animales, de Saint-Saëns; El pájaro de fuego, de Stravinsky; las Marchas de pompa y circunstancia Nos. 1, 2, 3 y 4, de Elgar; y, nuevamente, El aprendiz de brujo, de Dukas (misma versión de la película original).

Por razones de tiempo, presentaremos todas estas obras menos la Quinta de Beethoven, que merece una sesión en sí misma, la cual tendremos a corto plazo.  Rapsodia en Blue (1924), de George Gershwin (1898-1937), la tuvimos hace unos meses, en un concierto celebrado en Londres con la participación de Leonard Bernstein y la Filarmónica de Nueva York. ¿Por qué repetirla? Bueno, simplemente porque es hermosa y porque la presentación de Disney vale la pena verla, con dibujos en el estilo del famoso Al Hirshfield (1903-2003), caricaturista estadounidense que inmortalizara con sus retratos el ambiente de las tablas en Broadway, de modo similar a como lo hizo Henri de Tolouse-Lautrec (1864-1901) en la París de finales del siglo XIX.

La escenificación de Los pinos de Roma (1924) de Ottorino Respighi (1879-1936), un hermoso poema sinfónico que habla sobre esos elementos omnipresentes en la Ciudad eterna, es de una gran imaginación. No hay pinos ni escenas romanas, sino ballenas que vuelan y otras maravillas que sólo la animación hace posible.

Un corto segmento tomado de otro poema sinfónico, El carnaval de los animales (1886), esta vez del francés Camille Saint-Saëns (1835-1921), se limita a contar, de manera simple pero divertida, lo que sucede cuando le damos un yo-yo a un flamenco. Ustedes se imaginarán el resto.

El cuento El soldadito de plomo (1838), de Hans Christian Andersen (1805-1875), sirve de fondo al primer movimiento (Allegro) del Segundo concierto para piano y orquesta (1957) de Dmitri Shostakovich (1906-1975). La obra es conocida, por lo que no hace falta reseñarla.

La música del ballet El pájaro de fuego (versión de 1919), del ruso Igor Stravinsky (1882-1971), sirve como base para cantar al poder revitalizador de la naturaleza, tan maltratada en nuestros tiempos.

Finalmente, las cinco Marchas de pompa y circunstancia, op. 39, del británico Edward Elgar (1857-1934), son marchas ceremoniales que tanto gustan a los ingleses, y cuyo nombre se basa en un verso contenido en el Acto III del Otelo (1604), de William Shakespeare (1564-1616), que dice:

Adiós al relincho del corcel de batalla,
al tambor que conmueve el espíritu y el pífano que perfora los oídos,
a la bandera real y todas sus cualidades,
orgullo, pompa y circunstancia de la gloriosa guerra.

La marcha más famosa es la primera, estrenada en Londres en 1901 y usada en 1902 para la coronación del rey Eduardo VII, hijo y heredero de la reina Victoria. Es una obra que, ya en nuestros tiempos, es común escucharla con ocasión de graduaciones académicas y otras ceremonias similares. La segunda marcha data también de 1901, la tercera de 1904 y la cuarta de 1907.

En el caso de la película, las obras son el trasfondo de la historia de Noé y el arca, en la cual el Pato Donald es el simpático ayudante del héroe bíblico. El segmento es muy entretenido (ya podrán disfrutarlo) y está muy bien realizado.

* * * * *

El propósito del programa de este jueves es demostrar la importancia aplicada de la música clásica a la vida cotidiana.  Todos escuchamos, en forma constante, trozos de música de este tipo sin saber a veces que son obra de compositores consagrados.  Los oímos en anuncios publicitarios y en jingles de programas radiales y televisivos.  Recuerdo como, siendo niño, las llamadas “fábulas” o programas de dibujos animados en la televisión (como las famosas Merry Melodies de Warner Brothers) tenían como fondo musical –y a veces incluso como argumento– piezas muy conocidas del repertorio clásico.  Por allí comencé, como muchos otros niños, a relacionarme con esa música, casi sin sospecharlo.  Pues bien, las obras que presentaremos en el almuerzo cultural de esta semana cumplen ese mismo propósito, de manera, eso sí, más trabajada y artística. Disney trata de acercarlas al público en general, particularmente el más joven, como una manera de entretener y, a la vez, difundir cultura al nivel más amplio posible.

Como se darán cuenta, el programa es entretenido y liviano, aunque de buen nivel cultural.  Algo muy apropiado para un almuerzo de jueves.

Quedan cordialmente invitados a acompañarnos.

Saludos,

Carlos.

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