Estimados amigos,
Contamos con los medios, gracias a la tecnología moderna, para acceder a fenómenos culturales de la mayor variedad, muchos de los cuales resultaban absolutamente impensables hace pocos años. En virtud de ello, los grandes representantes de la cultura actual pueden presentarse ante nosotros, por medios diferidos, de manera a veces más cercana que la que resultaría posible aún si compráramos boletos de primera fila para asistir a un concierto, una representación, una conferencia, una exposición o una clase magistral.
Durante estos acercamientos, podemos casi dialogar con el artista, el erudito o el intérprete. Éste puede darnos entonces sus puntos de vista sobre los diversos temas, de manera fresca, autorizada, contundente, interesante y a veces polémica. Estamos ante una ventaja que resulta irresistible y debemos, consecuentemente, aprovechar. De esa manera aprendemos en la fuente del conocimiento, de manera simple y eficiente.
Para este jueves a mediodía -que no hay futbol- tenemos un plato de lujo. Por un lado, presentaremos una de las obras cumbres de la música sinfónica de todas las épocas: la Cuarta Sinfonía de Johannes Brahms. Por el otro, tenemos a uno de los directores más importantes de nuestro tiempo, André Previn, para ofrecernos una explicación de la obra basada en su propia interpretación.
Respecto a la sinfonía, fue la última de Brahms, pero cada una de ellas es un monumento musical de la mayor importancia. Brahms se tomó veinte años para terminar su primera sinfonía (a la sombra de Beethoven), la cual finalmente completó para el año en el que cumplió 43. Las otras tres las terminó dentro de los ocho años siguientes. Concretamente, Brahms escribió su Cuarta Sinfonía entre 1884 y 1885, y con ella alcanzó el momento más alto de su actividad creativa. En los doce años que vivió luego, el compositor no compuso más obras de similar importancia.
En Brahms, todas sus obras sinfónicas muestran una estructura muy compleja, heredada de la tradición vienesa clásica. A diferencia de sus contemporáneos, Brahms rechazó el uso superfluo de los nuevos efectos armónicos y cromatismos de los compositores románticos, como Franz Liszt y Richard Wagner. Por el contrario, se esforzó por componer música de una gran coherencia interna, utilizando los efectos musicales nuevos sólo cuando eran indispensables para subrayar los matices estructurales internos. Así, cada tema, figura y modulación de sus obras están anunciados en los pasajes precedentes de manera natural y congruente con el espíritu clásico de autores como Haydn, Mozart y Beethoven.
La Cuarta Sinfonía es realmente muy hermosa. Contrario a las tendencias de su época, la obra es música pura, sin referencias a estados de ánimo, historias o dramas externos (u otros motivos entonces en boga entre los músicos del Romanticismo). La sinfonía es, según lo dicho, clásica en estructura, como sucede con la mayoría de las sinfonías de Beethoven, y en algunos de sus pasajes constituye un homenaje al período barroco y a su admirado Johann Sebastian Bach (como en la passacaglia y la coda del cuarto movimiento). Según Max Kalbeck, amigo íntimo de Brahms, el carácter melancólico de la obra tiene que ver con la lectura de Sófocles que por entonces ocupaba al compositor. Ese carácter se evidencia por la tonalidad de mi menor, en la que está escrita la sinfonía.
Respecto al presentador de la obra (e intérprete a cargo de la Orquesta Real Filarmónica de Londres), debemos decir que André Previn es un importantísimo pianista, director de orquesta y compositor estadounidense de origen judío-alemán (nacido en Berlín en 1929). Trabajó en Hollywood, fue intérprete de jazz y, fundamentalmente, director de la música clásica.
En 1967 fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Houston y al año siguiente de la Orquesta Sinfónica de Londres, con la que grabó muchos discos de prestigio. También ha sido director de la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, la Orquesta Real Filarmónica de Londres, la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y la Orquesta Filarmónica de Oslo.
De una intensa vida personal, Previn ha tenido cinco matrimonios, uno de ellos con actriz Mia Farrow (es el actual suegro de Woody Allen) y otro con la famosa violinista Anne-Sophie Mutter. Es caballero honorario de la Orden del Imperio Británico y ha ganado óscares de la Academia por sus arreglos y composiciones para películas como Gigi, de Vincente Minnelli (1958); Porgy & Bess, de Otto Preminger (1959); Irma la Dulce, de Billy Wilder (1963); y, Mi bella dama, de George Cukor (1964).
Finalmente, respecto a la orquesta, la Real Filarmónica es una de las cuatro grandes orquestas de Londres (las otras tres son la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Londres y la Filarmonía). La fundó en 1946 sir Thomas Beecham, un carismático millonario, excéntrico y genial como director orquestal, heredero de una gran fortuna farmacéutica del Reino Unido.
Los invitamos a acompañarnos a esta presentación. Habrá gran música, con una explicación previa a cargo de un experto y –como siempre– buena voluntad y agradable compañía.
Saludos,
Carlos.
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