Estimados amigos,
Este jueves de almuerzo cultural incursionaremos, por medio de la música, en un campo de absoluto deleite humano, como es el de la jardinería. Se trata de la primera parte de una serie de seis, que visitaremos periódicamente, en la que la música acompaña diversas artes y oficios. El violonchelista estadounidense Yo-Yo Ma (1955-) nos guiará por medio de la música de Johann Sebastian Bach (1685-1750) por un mundo de actividades culturales en las que se reflejan las diversas manifestaciones del espíritu creador del ser humano.
Yo-Yo Ma es un violonchelista estadounidense de origen chino. Nació en París, Francia, pero desde muy niño emigró a la ciudad de Nueva York, donde radica la mayor parte del tiempo.
Inicialmente estudió el violín y la viola antes de decidirse por el violonchelo, con el que se ha hecho justamente famoso. Estudió con Leonard Rose (1918-1984) en la Escuela de Música de Juilliard, en Nueva York, antes de ingresar a la Universidad de Harvard, donde continuó sus estudios musicales hasta su graduación.
El artista ha recibido múltiples premios y distinciones, incluyendo Grammys, varios doctorados honoris causa e importantes condecoraciones internacionales. Sus discos se venden como best-sellers, lo que le ha permitido incursionar en terrenos como el jazz, el tango e incluso el rock latino, además –por supuesto– de la música clásica, con entera libertad.
Las presentaciones de Ma en los mayores escenarios musicales del mundo siempre son bien recibidas, lo que le ha dado la oportunidad de comisionar muchas obras nuevas de autores contemporáneos, para beneficio del repertorio violonchelístico mundial, que ha crecido de manera considerable en los últimos años.
Con apenas ocho años de edad, Yo-Yo Ma apareció en la televisión en un concierto dirigido por el famosísimo Leonard Bernstein (1918-1990). De allí en adelante su fama creció significativamente, a pesar del trabajo de artistas consagrados del instrumento como Pierre Fournier (1906-1986), Paul Tortelier (1914-1990), Maurice Gendron (1920-1990), Mstislav Rostropovich (1927-2007), Lynn Harrell (1944-), Misha Maisky (1948-), Heinrich Schiff (1951-) y, claro, su propio maestro, Leonard Rose. Ahora, es un músico plenamente consolidado a una edad relativamente joven para el mundo de las superestrellas de la música clásica.
A estas alturas de su carrera, sin problemas económicos ni nada qué demostrar, Yo-Yo Ma ha grabado todas las obras importantes del repertorio para el violonchelo, a nivel música concertante, música de cámara y como solista, y ha dedicado su atención a algunos proyectos interdisciplinarios de alto valor cultural.
Recientemente, en virtud de la apertura hacia Oriente,Yo-Yo Ma inició el patrocinio de un proyecto de desarrollo musical en los países abarcados por la llamada “Ruta de la Seda”. El principal propósito de la iniciativa es crear canales de comunicación entre las artes de Occidente y las Oriente, que permitan que artistas y público de todo el mundo se interrelacionen. Gracias a ello, se ha dado la posibilidad de desarrollo y estudio a todas las clases sociales de esos países en el marco de las ideas y tradiciones de las diferentes culturas que abarcaba la Ruta de la Seda.
Como todo artista famoso, Ma tiene anécdotas interesantes. En una ocasión dejó extraviado su primer violonchelo famoso (conocido como “Domenico Montagnana” y llamado cariñosamente “Petunia” por al artista). Este instrumento, fabricado por Montagnana (1686-1750) en Venecia en 1733), quedó olvidado en el medio de Manhattan, al bajar de un taxi. Afortunadamente para Ma, pudo ser rescatarlo tiempo después, totalmente intacto.
Actualmente, Ma cuenta también con un violoncelo fabricado en 1712 por el famoso Antonio Stradivarius (1644-1737), que perteneció a la también famosa Jacqueline du Pré (1945-1987) artista tristemente desaparecida luego de una penosa enfermedad que la atacó en plena juventud cuando todo hacía presagiar un portento de artista del violonchelo.
Las suites para violonchelo solista de Johann Sebastian Bach.
Descendiente de una larga dinastía de músicos (el más viejo que se conoce tuvo actividad a mediados del siglo XVI), era hijo de Johann Ambrosius Bach (1645-1695), flautista y violista en Erfurt. Johann Sebastian tuvo a su vez veinte hijos, de los cuales cinco fueron músicos: (i) Wilhelm Friedemann (1710-1784), llamado "el Bach de Halle"; (ii) Carl Philipp Emanuel (1714-1788), llamado "el Bach de Berlín" o "de Hamburgo"; (iii) Johann Gottfried Bernhard (1715-1739), organista en Mülhausen; (iv) Johann Christoph Friedrich (1732-1795), llamado "el Bach de Bückeburg" ; y, (iv) Johann Christian (1735-1782), llamado "el Bach de Milán" o "de Londres".
La música de Johann Sebastian ha sido reverenciada por todos los compositores que lo siguieron. Hombre austero, nunca salió de un reducido ámbito geográfico de su Alemania natal. Influenciado por el protestantismo de su sociedad, sus obras son de una absoluta integridad ética y estética (posiblemente términos sinónimos en este caso). Su música es sencillamente magnífica y ha sido fuente de influencia para músicos de todas las épocas.
No se conoce la fecha exacta de la composición de las Seis Suites para Violonchelo solo. De hecho, no existe un manuscrito autógrafo de estas piezas, sino varias copias debidas a Anna Magdalena, la segunda esposa de Johann Sebastian, y otros contemporáneos. La primera edición impresa de estas Suites es de 1825, en la casa Probst de Viena, bajo el título de Seis sonatas o estudios para violonchelo solo.
Con estas suites, Bach inventó un estilo propio para el violonchelo que le permitiría a este instrumento desplazar a la viola da gamba como medio predominante en los registros más bajos de los instrumentos de cuerda.
Las Seis suites para violonchelo solo responden a la idea y la forma de las suites de danzas, que son introducidas por un preludio y luego expuestas una tras otras. La forma "suite" se caracteriza por reunir varios movimientos, cuyo origen son distintas danzas barrocas de ritmo contrastante. Entre estas danzas, una suite siempre deben contener lo siguiente: (i) una allemande alemana (lenta); (ii) una courante francesa (rápida); (iii) una sarabanda española (pausada); y, (iv) una giga inglesa (rápida y vivaz). Las suites de Bach añaden además un preludio para introducir cada suite y una danza adicional entre la sarabanda y la giga que puede ser un minueto (como las suites 1 y 2), un bourrée (como en las suites 3 y 4), o una gavota (como en las suites 5 y 6). Cada suite consta, por lo tanto, de seis danzas diferenciadas por su estructura y sus características rítmicas particulares.
El parecido de su estructura con la de las Suites inglesas para clavicémbalo hace suponer que estas dos series de suites son de la misma época de vida del compositor. Como los preludios de las Suites inglesas, los preludios de las Suites para violonchelo son todos completamente diferentes entre sí, tanto por su estilo como por su forma.
Las Seis suites para violonchelo solo responden a la idea y la forma de las suites de danzas, que son introducidas por un preludio y luego expuestas una tras otras. La forma "suite" se caracteriza por reunir varios movimientos, cuyo origen son distintas danzas barrocas de ritmo contrastante. Entre estas danzas, una suite siempre deben contener lo siguiente: (i) una allemande alemana (lenta); (ii) una courante francesa (rápida); (iii) una sarabanda española (pausada); y, (iv) una giga inglesa (rápida y vivaz). Las suites de Bach añaden además un preludio para introducir cada suite y una danza adicional entre la sarabanda y la giga que puede ser un minueto (como las suites 1 y 2), un bourrée (como en las suites 3 y 4), o una gavota (como en las suites 5 y 6). Cada suite consta, por lo tanto, de seis danzas diferenciadas por su estructura y sus características rítmicas particulares.
El parecido de su estructura con la de las Suites inglesas para clavicémbalo hace suponer que estas dos series de suites son de la misma época de vida del compositor. Como los preludios de las Suites inglesas, los preludios de las Suites para violonchelo son todos completamente diferentes entre sí, tanto por su estilo como por su forma.
En la época de Bach, la música de cámara era, en general, para un instrumento solo y el llamado “bajo continuo”, que consiste es un sistema de acompañamiento a base de acordes típico del período barroco. En esta época, los compositores solían escribir unas cifras sobre las notas de la línea del bajo indicando con ellas a los intérpretes los acordes sobre los que debían improvisar. EN consecuencia, el bajo continuo no es un instrumento, sino una técnica musical de acompañamiento que puede desarrollarse con cualquiera de los instrumentos polifónicos de la época, como el clavicémbalo, el órgano, el laúd y el arpa. En el contexto dicho, la estructura y el lenguaje melódico eran de influencia italiana (sobre todo de Arcangelo Corelli (1653-1713)). Bach cultivó este género y posteriormente lo perfeccionó de una manera personal y genial hasta suprimir de todo el bajo continuo. Así, en las Suites para violonchelo se escucha un instrumento típicamente melódico y sin acompañamiento.
El fenómeno de crear obras para instrumentos monódicos con la obligación de hacer el bajo continuo y al mismo tiempo el tejido armónico representa un esfuerzo intelectual gigantesco, pensar que solo Béla Bartok [(1881-1945)] y Zoltan Kodaly [(1882-1967)] emprendieron un trabajo semejante en nuestro siglo [XX] y anteriormente, aunque con menor interés musical, [Niccolò] Paganini [(1782-1840)] en el violín.
Inicialmente, las Suites para violonchelo solo fueron tratadas como simples herramientas para el estudio del violonchelo y no como obras con valor artístico propio. No fue sino hasta que Pau Casals (1876-1973) dedicó diez años de su vida al estudio de estas obras, que recibieron la estatura artística que por mérito propio les corresponde. Hoy día se tiene por plenamente establecido que el estudio serio de las Suites de Bach, ayuda a mejorar las cualidades musicales de cualquier instrumentista a nivel técnico y artístico.
El hecho de escucharlas reiteradamente, como también ejecutarlas, influye en lo más profundo del ser humano al punto –y de esto estoy realmente convencido– que la calidad de la persona mejora notablemente. Es decir que quienes las abordan podrán proyectar en ellas y gracias a ellas lo más hermoso de su ser. Quienes practican Bach asiduamente siempre marcarán diferencia entre un instrumentista y un buen músico, ya sea profesional o aficionado.
No puedo dejar de citar al gran artista Paul Tortelier quien (…) transmitió ese profundo amor por la música de Bach, que no es otra cosa que el amor y respeto sublime por el ser humano y como él me decía: “Cantando, leyendo y respetando el texto, prestando tención a la música, melodía, ritmo, modulación y tocando brillantemente, poéticamente, religiosamente, estamos seguros del buen camino elegido”.
Las Suites para violonchelo solo y Yo-Yo Ma.
Yo-Yo Ma ha interpretado las Suites en muchas ocasiones y las ha grabado varias veces. En este caso, el músico hizo una interesante asociación entre cada una de las Suites con algún ramo de la producción artística no musical, sobre el que proyecta la fuerza e impacto de la música. Su proyecto consta de seis episodios en los que la música comparte el escenario con diversas disciplinas artísticas de la mayor variedad a cargo de renombrados especialistas.
Los jardines de Julie Moir Messervy.
Con más de veinte años de experiencia, obras que sustentan su especialidad, cuatro libros publicados y numerosas conferencias de alto perfil, la Julie Moir Messervy (1964-) es una de las líderes de un movimiento en el que el paisajismo y el diseño de jardines constituye tanto un viaje personal como una manera de dejar su impronta personal sobre el planeta.
Messervy ha inspirado a las nuevas generaciones de paisajistas y a los propietarios de espacios naturales para crear verdaderos oasis de paz espiritual y disfrute sensorial, que reflejan la visión interna de la artista, basada en el aprovechamiento de los espacios al aire libre, una imaginación que tiene la frescura de la infancia y, claro, el adecuado manejo de la los elementos estéticos pertinentes.
La diseñadora es, además, una autora ya consagrada, el primer libro del Julie Moir Messervy, llamado Jardines contemplativos (Howell Press, 1990), fue considerado uno de los diez mejores libros del año en materia de jardíinería por The New York Times. Su segundo libro, El jardín hacia adentro (Little, Brown and Company, 1995), ganó la Medalla de Oro de la Asociación de Escritores de jardinería de los Estados Unidos, en 1996. Su tercer libro, La tierra de magia, fue declarado como una “fuente de enorme placer" por Yo-Yo Ma y "un compañero de inspirada ensoñación" por la crítica Carol Stocker de The Boston Globe. Su nuevo libro, escrito con la arquitecta Sarah Susanka, se llama El exterior de las casas no tan grandes: la creación del paisaje del hogar y fue recientemente publicado por Taunton Press.
La señora Messervy es colaboradora frecuente de la revista Fine Gardening, mediante una columna que titula Diseño inspirado. Información sobre su trabajo de paisajismo y sus libros ha aparecido en The New York Times, The Boston Globe, el Japan Times, The Washington Post, Elle Decoration, Vogue, Garden Design, Delta Sky, Organic Gardening, Landscape Architecture, The Christian Science Monitor y muchos otros periódicos y revistas importantes alrededor del mundo.
La visión de Messervy hace que sea invitada con regularidad por las organizaciones de artes y humanidades, así como empresas y diversos medios de comunicación. Ha dictado conferencias en lugares como el Instituto Smithsoniano, la National Geographic y el Museo Getty en Los Ángeles. Su trabajo de diseño es parte del Museo de Bellas Artes de Boston, Fidelity Investments, la Sociedad de Horticultura de Massachusetts, el Conservatorio del Parque Franklin y muchos clientes privados.
Conviene destacar que Julie Moir Messervy es la diseñadora del Jardín Musical de la ciudad de Toronto. Ese jardín está dividido en seis espacios equivalentes a movimientos musicales, que reflejan la forma, el sentimiento y la estructura de la Primera suite para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach, y que hoy tendremos el privilegio de recorrer acompañados por la música del gran maestro alemán.
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Están todos invitados.
Saludos,
Carlos.
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