EL CAMINO DE LA VIDA

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EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 7 de abril de 2011

Almuerzo cultural: Los años luminosos de París.


Estimados amigos,

De París, la “ciudad luz”, se ha dicho mucho.  Capital romántica del mundo y política de Francia, es uno de los centros culturales más activos del planeta.  En ella hay ejemplos del arte y la cultura de todos los tiempos, merced a la importancia política y económica que ha tenido esta metrópoli a través de los siglos.  Los museos y librerías parisinos son justamente famosos y el ambiente citadino es probablemente el más admirado y envidiado de todos.  La ciudad respira y provoca arte en prácticamente todas las esquinas.  No es sorprendente, por ello, que los artistas busquen radicarse en ella para desarrollar su actividad.

En las primeras décadas del siglo XX, un terremoto cultural azotó a Occidente.  Artistas de todas las tendencias, provenientes de muchos países, confluyeron en la ciudad –sin haber sido formalmente convocados– para conmocionar las concepciones prevalecientes en materia de pintura, escultura, poesía, narrativa, música y danza.  El fenómeno, cuyos antecedentes sólo podríamos encontrar en la Atenas de Pericles y en la Florencia de los Médicis,  rompió con siglos de tradición en las artes plásticas, las artes musicales, las artes escénicas, la literatura y otras formas culturales.  Esta vez el epicentro fue la hermosa capital francesa.

“Los años luminosos de París” es como llamamos a un momento único en la historia contemporánea, que va de 1905 a 1930.  Se trata de años decisivos para la cultura de nuestro tiempo, cuando un grupo de muy variada raigambre, compuesto por jóvenes desconocidos que luego se convertirían en gigantes de nuestro tiempo, como Pablo Picasso (1881-1973), Henri Matisse (1869-1854), Igor Stravinsky (1882-1971), Ernest Hemingway (1899-1961), Marc Chagall (1887-1985) y Vaslav Nijinsky (1890-1950), entre muchos otros, revolucionó la dirección de las artes modernas.

“Los años luminosos de París” es también el nombre de un interesante documental que trata de ver la ciudad desde una perspectiva comprensiva; es decir, que se enfoca más en el ambiente general de la época en esa ciudad, que en una manifestación concreta de las artes o en una figura en particular.   En otras palabras, París es la principal protagonista del programa, para explicarnos por qué la llamamos la “ciudad luz” y por qué ejerce, hasta la fecha, esa fascinación especial sobre nosotros cuando nos referimos al mundo de la cultura.  El documental cuenta la historia de París como un imán o catalizador que atrajo a los mejores talentos de la época, para dar lugar a un mundo nuevo, moldeado por la vida y por la obra de dos generaciones notables de artistas y promotores de la cultura.

A casi cien años de distancia, la idea es darnos cuenta de tres aspectos muy importantes: (i) cómo nació el arte moderno; (ii) cómo ciertas relaciones interpersonales impulsaron el rompimiento de algunos de los patrones prevalecientes en la creación artística; y, (iii) cómo se dieron los principales puntos de inflexión en la trayectoria de la producción artística de la época.  Los ejemplos que podremos apreciar son muchos y todos revolucionarios: por un lado, Las damiselas de Aviñón, de Pablo Picasso, dieron origen al cubismo, capaz de de-construir la realidad con una visión nueva de la figuración; por otro lado, la violencia desacompasada de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, resquebrajó todo el complaciente mundo de la Belle époque y anunció las fuertes contradicciones de las guerras mundiales que se avecinaban y que luego se presentaron para trastornar irremediablemente el curso de la historia.

Con este repaso podremos ver las razones que hicieron de París el lugar apropiado para que los jóvenes rebeldes de entonces encontraran el caldo de cultivo adecuado para dar rienda suelta a su espíritu creador e iconoclasta.  Podremos ver en cámaras al pintor catalán Joan Miró (1893-1993), al escritor francés Jean Cocteau (1889-1963), a la escritora y periodista estadounidense Janet Flanner (1892-1978), al músico estadounidense Aaron Copland (1900-1990), al artista francés Marcel Duchamp (1887-1968) y al poeta y artista rumano Tristan Tzara (1896-1963), entre otros.  Conoceremos, además, las cartas, diarios y anécdotas de muchos de los protagonistas de este tiempo, así como los recuerdos de algunos de los testigos más calificados de la época, y, por supuesto, mucho contenido visual, gracias –sobre todo– al desarrollo incipiente del cine en esos años, que nos permite tener registros de primera mano de lo acontecido. 

Para la vanguardia de los pintores y los escultores de entonces, París proporcionó el acceso crucial a una nueva clase de comerciantes del arte que, de manera intrépida, estaban dispuestos a mostrar, comprar y vender trabajos que rompían con todo lineamiento.  Para los literatos más jóvenes, rechazados en otros ambientes, París fue el lugar donde encontraron editoriales y críticos igualmente deseosos de describir y presentarse al mundo desde una perspectiva no tradicional.  Para los compositores, los bailarines y los coreógrafos innovadores, París fue el ambiente donde encontraron un  empresario como Sergei Diaghilev (1872-1929), director de los llamados “Ballets Rusos”, capaz de patrocinar el montaje de obras que aún impactan por su riqueza artística y por su contenido revolucionario.

Este caso en particular posiblemente requiere una sesión especial del almuerzo cultural en el futuro:  Diaghilev tenía un enorme poder de convocatoria.  Así, por ejemplo, el ballet Parade (“Desfile”), de 1917, fue comisionado al compositor Eric Satie (1866-1925), con trajes y escenarios preparados por Picasso, escenografías de Jean Cocteau y notas explicativas en el programa de Guillaume Apollinaire (1880-1918).  Esta confluencia de talentos no fue gratuita: sólo en el París de la época era posible lograrla.  Artistas de diversos orígenes y medios de expresión se unían con entusiasmo para retarse entre sí a fin de alcanzar mayores desarrollos en sus propias carreras.

La época es tan importante que emociona referirse a ella.  El documental nos permitirá ver cómo impactó la ciudad la obra de sus artistas.  Pablo Picasso, Chaïm Soutine (1893-1943) y Jacques Lipchitz (1891-1973) fueron otros luego de llegar a París.  En efecto, París fue cambiada por los espíritus que la poblaron pero éstos, a su vez, fueron transformados por la ciudad.  No en balde, hablamos de la ciudad más hermosa del mundo, que ejerce, sobre cualquiera que la visite, una fascinación que es imperecedera. 

Están todos invitados a acompañarnos en esta interesante exploración del París de principios del siglo XX, cuando esa ciudad dio a luz mucho de lo que aún nos acompaña en el mundo de la cultura.

Saludos,

Carlos.

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