Esas salas son reliquias del pasado y, por
lo tanto, parte intrínseca de nuestras vidas (como en la inolvidable
"Cinema Paradiso").
Son demasiados los recuerdos y las
anécdotas que muchos de nosotros podemos contar, por tener la edad suficiente,
sobre estos lugares oscuros y anonimizantes, cómplices de nuestro aprendizaje
cultural y vivencial.
Allí se desarrollaron amores y alegrías, tragedias
y otras emociones. Allí nos refugiamos
para crecer en experiencias de vida, con amigos, novias y hermanos. Allí aprendimos a discernir sobre ética y
estética, diversidad cultural y posibilidades tecnológicas. Allí, de muchas formas, nos hicimos lo que
somos.
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