Uno o dos días después de la presentación de la Octava, el crítico del NY Times de entonces, Harold C. Schonberg escribió que había llevado a su nieto a Carnegie Hall a ver al maestro, presintiendo que iba a ser la última visita de éste a la ciudad, y escribió además que, a la salida del concierto, le había pedido al joven que por favor no olvidara nunca esa presentación, pues había sido testigo de la posible escuchar esa música del modo que la había escuchado, para contarle a sus propios nietos.
De Karajan
se criticaron muchas cosas, que iban de la megalomanía a un pasado nazi. Mucho de eso sigue en discusión, con
versiones autorizadas a favor y en contra.
Sin embargo, su altura como músico y director de orquesta es
incuestionable. Desarrolló una carrera
musical desde el pódium de la cual dejó abundantísimos testimonios mediante
grabaciones de audio y video que son tesoros interpretativos. En términos de cantidad y calidad, su
producción es difícilmente comparable con la de cualquier otro director,
anterior o posterior.
En un libro de crítica musical se dice: "This Berlin-Karajan partnership has rarely been equalled, never surpassed" Para mí, esto lo dice todo. Quien quiera verificarlo puede visitar sus ciclos sinfónicos de los grandes maestros, desde Haydn y Mozart hasta Mahler y Sibelius, o sus interpretaciones de compositores románticos, postrománticos, impresionistas, atonalistas y más recientes, como Béla Bártok, Carl Nielsen, Arthur Honegger o Dmitri Shostakovich. Difícilmente alguien le ponía la mano en sus realizaciones de Claude Debussy, Ottorino Respighi, Richard Strauss, Arnold Schoenberg o Anton Webern. Por otro lado, su actividad operística fue suprema, desde Mozart hasta R. Strauss, no sólo como director de la orquesta, sino también como director artístico general de la obra. En fin, una figura indiscutible de mi panteón artístico, contra el cual todos los demás deben medirse, como referente obligado.
En un libro de crítica musical se dice: "This Berlin-Karajan partnership has rarely been equalled, never surpassed" Para mí, esto lo dice todo. Quien quiera verificarlo puede visitar sus ciclos sinfónicos de los grandes maestros, desde Haydn y Mozart hasta Mahler y Sibelius, o sus interpretaciones de compositores románticos, postrománticos, impresionistas, atonalistas y más recientes, como Béla Bártok, Carl Nielsen, Arthur Honegger o Dmitri Shostakovich. Difícilmente alguien le ponía la mano en sus realizaciones de Claude Debussy, Ottorino Respighi, Richard Strauss, Arnold Schoenberg o Anton Webern. Por otro lado, su actividad operística fue suprema, desde Mozart hasta R. Strauss, no sólo como director de la orquesta, sino también como director artístico general de la obra. En fin, una figura indiscutible de mi panteón artístico, contra el cual todos los demás deben medirse, como referente obligado.
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