Queridos amigos,
Durante las últimas tres semanas hemos recorrido la historia de la familia Médicis de principio a fin. En la sesión de hoy culminaremos ese periplo y nos quedará algo de espacio libre que lo dedicaremos a dos artistas del Renacimiento italiano que nos ayudan a complementar el estudio realizado, así como a ilustrar bien el espíritu de la época.
Los dos artistas escogidos son Giotto di Bondone, que marca la transición de la Edad Media al Renacimiento (lo mismo que sucede con Dante Alighieri en la literatura italiana), y Leonardo Da Vinci, el gran genio de la época de los Médicis, que se encargó de propagar el genio cultural surgido en la pequeña Florencia por diversos puntos de Italia y quien acabó en Francia, país que tomaría la antorcha de la cultura europea a partir de ese momento.
Giotto.
Giotto di Bondone (1267-1337) fue el primer gran artista del Renacimiento italiano. Rompió con los esquemas medievales que entonces se aplicaban al arte, muchos de origen bizantino, y se basó en la observación de la naturaleza y en la narrativa de sucesos para infundir nueva vida a la representación artística del mundo.
Si bien se limitó fundamentalmente a pintar temas religiosos, fue capaz de dotarlos de una apariencia terrenal, llena de sangre y fuerza vital.
De orígenes campesinos, fue al principio pastor y se cree que, aún niño, se convirtió en discípulo del pintor florentino Cimabue (1240-1302), que era el artista más importante de su tiempo.
El historiador del arte florentino, Giorgio Vasari (1511-1574) cuenta que Giotto fue un joven muy bromista. En una ocasión, pintó una mosca en un rostro pintado por su maestro. Lo hizo con tal habilidad, que Cimabue trató de espantarla con la mano antes de percatarse de que estaba pintada.
En 1334, la ciudad de Florencia le nombró magister et gubernator ("maestro y gobernador") de la Obra de Santa Reparata, que estaba a cargo de las obras de construcción de la catedral de la ciudad, mejor conocida como el Duomo. En esta condición, diseñó el famoso campanile ("campanario") del Duomo que, sin embargo, no pudo ver terminado.
Fue amigo de papas y nobles, sin que por ello perdiera su raíz popular. Se dice que fue incluso amigo del gran Dante Alighieri (1265-13321), autor de La divina comedia, quien en uno de sus pasajes dice que Giotto fue incluso superior a Cimabue. Aparece también en El Decamerón , la inolvidable obra de Giovanni Bocaccio (1313-1375). A su muerte, Giotto era una figura reconocida en toda Italia y especialmente reverenciada en Florencia.
(…) el reconocimiento de que gozaba era tan grande que fue enterrado con honores de noble y dignatario político, algo impensable para un artista, a los que en aquel tiempo se consideraba meros artesanos.
Las obras de Giotto.
El arte de Giotto fue ante todo innovador y está en la base misma del Renacimiento. Con él se pasó de la rigidez plana del arte bizantino de la Baja Edad Media, que se encontraba dominado por la religiosidad, al realismo humanista del Renacimiento, más libre y desenfadado. Es por ello que se dice de él que Giotto tradujo el arte de la pintura del griego al latín.
Giotto adoptó el lenguaje visual de la escultura al dar a sus figuras pictóricas volumen y peso en el espacio. Es cuestión de comparar los retratos de la Virgen María de Giotto y la de su maestro Cimabue para darnos cuenta del cambio cualitativo que su arte trajo a Occidente. En efecto, La Madonna de Ognissanti (conocida como la “Virgen entronizada”), que actualmente se custodia en la Galleria degli Uffizi de Florencia, es una obra de una enorme grandeza y humanidad, alejada del estatismo prevaleciente en la pintura del Medioevo.
Con sus composiciones de profunda emotividad, Giotto es el gran iniciador del espacio tridimensional en la pintura europea, tratando con un nuevo espíritu los temas religiosos que dominaron el arte medieval. Su estilo se caracteriza por una frescura y una vida inesperadas, por lo que los críticos hablan de la emoción humana y una carga de todo lo que es importante para el ser humano como las más claras peculiaridades de sus trabajos.
Entre sus obras más importantes tenemos los frescos de la Capilla de la familia Scrovegni, en Padua, que datan de la primera década del siglo XIV y que representan diversas escenas de las vidas de la Virgen María y Jesús, así como el Juicio Final.
Las figuras de la secuencia narrativa principal están hechas a media escala, pero el concepto de Giotto es tan grandioso y potente que, en la reproducción de un libro, por ejemplo, parecen de tamaño natural. Presentan un sentido tridimensional y una presencia física completamente desconocidas en la época en que fueron realizadas, evidenciando la capacidad del artista para retratar un sentimiento de "peso moral" más que el esplendor religioso o divino.
Otro ciclo de frescos, anterior a los de Padua, se encuentra en Asís y está dedicado a ilustrar la vida y milagros de san Francisco. Sin embargo, existen ciertas diferencias técnicas y estilísticas entre estos frescos y los de la Capilla de los Scrovegni que son fuente de constante polémica entre los entendidos.
La estrella del florentino no declinó sino hasta el gran auge del gótico, pero, aún pasado éste, siguió influyendo e inspirando la obra de otros formidables artistas como Masaccio y Miguel Ángel.
Leonardo da Vinci.
Así como Giotto fue una de las chispas que dio lugar al Renacimiento italiano, Leonardo da Vinci (1452-1519) fue una de sus más grandiosas llamaradas.
Es generalizada la creencia de que Leonardo es una de las mentes más brillantes que ha dado la humanidad. Ser esencialmente curioso, propenso al asombro continuo del que hablaban los griegos como base del conocimiento, a Leonardo se le considera polímata, en tanto que artista, científico, ingeniero, inventor, anatomista, escultor, arquitecto, urbanista, botánico, músico, poeta, filósofo y escritor.
No obstante ser hijo ilegítimo de un notario, su fama fue tal que al cabo de su vida murió en brazos de Francisco I, rey de Francia (1494-1547). Vivió y trabajó en Florencia, Milán, Roma, Boloña, Venecia y pasó sus últimos días en Francia, especialmente invitado por su monarca.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita sólo puede ser equiparable a su capacidad inventiva, Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido.
Leonardo, el artista.
Como artista, Leonardo dejó pocas obras terminadas, pues –investigador incansable– le gustaba experimentar en la preparación de colores y superficies y en la aplicación de técnicas pictóricas, y los resultados no siempre le estaban garantizados. No obstante,
[e]ste reducido número de creaciones, junto con sus cuadernos que contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Ángel.
A partir de 1469, gracias a las dotes que demostraba, el joven Leonardo ingresó como aprendiz al taller del maestro Andrea del Verrocchio (1435-1488), uno de los mayores artistas florentinos de su época. Verrocchio trabajaba para Lorenzo de Médici, apodado “el magnífico” (1449-1492), en distintos trabajos para la ciudad y la familia gobernante. En el taller de su maestro, Leonardo adquirió conocimientos plenos sobre las técnicas del dibujo, la pintura y la escultura, tanto en mármol como en bronce. Ayudaba en la preparación de los colores, así como de las superficies para la pintura al fresco.
Ayudó a Verrochio en una pintura llamada El bautismo de Cristo (c. 1472), en la que demostró a su maestro que le superaba en técnica y vocación. Según la tradición, Verrocchio abandonó el oficio de pintor cuando terminó esta obra, ante el talento más que evidente de su discípulo.
En Milán, a finales del siglo XV, Leonardo pintó su Virgen de las Rocas, pero entró en conflicto con la confraternidad de la Inmaculada Concepción, que había comisionado la obra. Como resultado, Leonardo obtuvo el derecho a copiar la obra lo que explica por qué hay dos versiones de este cuadro, una actualmente en París y otra en Londres, ambas justamente famosas. Igualmente, en Milán, Leonardo organizó fiestas y espectáculos para la corte ducal. Pintó retratos de miembros de la corte y trabajó en proyectos escultóricos, arquitectónicos e ingenieriles de importancia. Igualmente, pintó el famoso fresco de la La última cena para el convento dominico de Santa Maria delle Grazie.
Entre 1503 y 1505 participó en un trabajo en la Florencia en el que debía preparar un mural enorme que ilustraba la batalla de Anghiari para la ciudad, mientras su rival artístico, Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), pintaba un mural similar sobre la batalla de Cascina en la pared opuesta. Ninguna de las obras fue terminada, pero ha de haber sido formidable tener a ambos artistas, frente a frente, en un solo salón.
Para 1506 trabajaba en su obra más famosa, La Gioconda, un retrato de la dama florentina Lisa Gherardini (1479-1542), casada con un mercader local llamado Francesco del Giocondo (1459-1539). La obra no fue entregada nunca a la retratada, o a quien la comisionara (no está claro quién lo hizo), pues Leonardo se aferró a ella toda su vida. Sólo a su muerte fue entregada al rey Francisco I de Francia, como parte del patrimonio del artista, lo que explica su ubicación actual en el Museo del Louvre. El apego del pintor a su obra ha dado lugar a múltiples especulaciones sobre su origen y significado.
Sus pinturas son célebres. (…) Entre las cualidades, cabe destacar las técnicas pictóricas innovadoras que empleó, el sentido de la composición y el uso sutil de los esfumados de colores, el conocimiento profundo de la anatomía humana y animal, de la botánica y la geología, la utilización que hacía de la luz, el interés por la fisonomía, la capacidad de reflejar la forma en que los humanos utilizan el registro de las emociones y las expresiones gestuales. Dominaba sobre todo la técnica del “sfumato” y la combinación de sombras y luces.
Ante la dificultad que siempre mostró para acabar los proyectos a su cargo, Leonardo recibió cada vez menos encargos de sus patronos. No obstante, su personalidad cautivadora le permitió siempre contar con el apoyo de gente poderosa.
Leonardo no fue un pintor prolífico pero, en cambio, sí dejó múltiples ejemplos de su habilidad como dibujante. Llenaba diarios con sus observaciones, acompañadas de pequeños croquis y dibujos muy detallados que dejaban constancia de todo lo que había atraído su atención. Están, además, sus estudios y bocetos para sus pinturas.
Entre los dibujos más célebres está el famoso Hombre de Vitruvio, que es un estudio de las proporciones del cuerpo humano, que se ha constituido en logotipo del humanismo como corriente del pensamiento.
Si bien suelen citarse juntos a los tres gigantes del Renacimiento, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael Sanzio (1483-1520), estos artistas no pertenecieron a la misma generación ni difícilmente resultan comparables en sus estilos, obras o circunstancias personales. En efecto, Leonardo tenía 23 años cuando nació Miguel Ángel y 31 cuando nació Rafael. Por otro lado, Rafael tuvo una corta vida (murió sólo un año después de Leonardo), mientras que Miguel Ángel tuvo una vida muy larga y sobrevivió a Leonardo unos cuarenta años.
Leonardo, el científico, ingeniero e inventor.
Como ingeniero e inventor, Leonardo se adelantó sensiblemente a su tiempo, con propuestas teóricas extraordinariamente cercanas a lo que muchos siglos después serían el helicóptero, el tanque de combate, el submarino y el automóvil. Como científico, Leonardo avanzó de modo innegable el conocimiento en materia de vuelo de los pájaros, anatomía humana, óptica e hidrodinámica.
Leonardo recogió sus estudios científicos en sus famosos Cuadernos de notas.
Los estudios de Leonardo en ciencias [y] en ingeniería son tan impresionantes e innovadores como su obra artística, y fueron registrados en sus diarios y cuadernos de notas, que comprenden 13.000 páginas de texto y dibujos, asociando arte y filosofía natural (precedente de la ciencia moderna). Tales notas eran realizadas y puestas al día de manera cotidiana a lo largo de toda la vida y viajes de Leonardo. De manera constante se esfuerza por hacer observaciones del mundo que le rodea, consciente y orgulloso de ser, como él se definía, un “iletrado”, autodidacta y lúcido observador de fenómenos naturales a menudo alejados de lo que se aprendía en la escuela.
Mientras estuvo en el taller de Verrocchio, la curiosidad de Leonardo le permitió adentrarse en el conocimiento de la química, la metalurgia, la mecánica y la carpintería, así como la aritmética y el cálculo algorítmico.
A la edad de 30 años se trasladó a Milán, a pedido de Lorenzo di Médici, quien se esforzaba por establecer alianza con el poderoso duque Ludovico Sforza, llamado “el moro” (1452-1508). El duque se interesó entonces por el artista, pero –más pragmático que los Médici– se sintió más atraído por los proyectos militares y de ingeniería del joven florentino.
En 1499 las tropas del rey Luis XII de Francia invadieron Italia y tomaron Milán, lo que interrumpió sus servicios para los Sforza. En Venecia, continuó sus labores como arquitecto e ingeniero militar en proyectos de defensa frente a un posible ataque naval de los turcos, quienes por entonces amenazaban a la República veneciana. De vuelta en Florencia, propuso un sistema para desviar las aguas del río Isonzo con fines militares y, años más tarde, para unir a Florencia con el mar, mediante trabajos que permitirían la navegabilidad del río Arno.
En 1502, fue nombrado capitán e ingeniero general de las tropas de César Borgia, duque de Valentinois (1475-1507) e hijo del papa Alejandro VI (1431-1503). Fue así como se relacionó con otro notable de su tiempo: Niccolò Maquiavelo (1469-1527), quien por entonces estaba también al servicio de los Borgia.
En 1516 partió para Francia invitado por el rey Francisco I, quien lo instaló en el castillo donde el propio rey había pasado su infancia, cerca de Amboise.
El hecho de que Francisco I le diera el castillo de Clos-Lucé se puede entender como un mensaje a Leonardo para que “hiciera lo que él quisiera”. (…) El rey estaba fascinado con Leonardo y lo consideró como un padre. [La vivienda del pintor] y el castillo de Amboise estaban conectados por un paso subterráneo que permitía al soberano rendir visita al artista y hombre de ciencia con total discreción. Leonardo proyectó el palacio real de Romorantin, que Francisco I pretendía erigir para su madre, Luisa de Saboya: sería una pequeña ciudad, para la cual previó el desvío de un río que la enriqueciera con agua y fertilizase la campiña vecina. En 1518 participó en las celebraciones del bautizo del Delfín (el hijo heredero del rey) y de las bodas de Lorenzo de Médici con una sobrina del rey francés.
En el campo de la anatomía, Leonardo desarrolló estudios mientras aprendía con Andrea del Verrocchio, quien insistía en que todos sus alumnos tuvieran conocimientos de anatomía. Con el tiempo, sin embargo, fue mucho más allá para convertirse en un verdadero maestro de la anatomía topográfica, responsable de numerosos estudios sobre músculos, tendones y otras características anatómicas visibles. En ese tanto, como estudioso puso las bases de la anatomía científica, disecando los cadáveres de criminales ejecutados con el permiso de las autoridades y como medio para evitar la actuación de la Inquisición. Las condiciones de trabajo, sin embargo, fueron difíciles por razones de higiene y salubridad
Leonardo, el humanista.
Por medio de los Médici, Leonardo tomó contacto con los viejos filósofos humanistas que esta familia introdujo en Florencia, concretamente Marsilio Ficino (1433-1499), pensador neoplatónico; Cristóforo Landino (1425-1498), autor de varios comentarios importantes sobre las obras clásicas de Grecia y Roma; y, Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), autor de la famosa Oración sobre la dignidad humana.
Igualmente como humanista, Leonardo fue un apasionado admirador de la naturaleza y los animales, hasta el punto de convertirse en vegetariano y de comprar aves enjauladas para luego ponerlas en libertad.
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El Renacimiento italiano es un tema inagotable, que aún marca como civilización a Occidente. Este viaje por la vida de los Médicis ha sido una experiencia importante para tener nociones básicas sobre lo ocurrido durante este período de la historia. La actividad de esta familia –y de los artistas que florecieron durante su tiempo– son una contribución fundamental a la cultura humana. Los invitamos a cerrar este ciclo con su asistencia a la sesión de este mediodía.
Los esperamos.
Saludos,
Carlos.
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