Estimados amigos,
Comenzamos otro enero de almuerzos culturales. Se trata del segundo Año Nuevo que tenemos ocasión de celebrar en nuestras sesiones. Como en 2010, seguiremos la vieja tradición europea –quizá mundial– de ofrecer un concierto de la célebre Filarmónica de Viena, dedicado a la música de la familia Strauss, consistente básicamente en valses, polcas y marchas.
Esta vez el concierto es el tercero de los cuatro que ha dirigido en Año Nuevo el italiano Riccardo Muti (1941-), como siempre, en el Musikverein de Viena. Como es habitual, la Filarmónica sólo invita a los mejores directores orquestales del mundo, lo que habla extraordinariamente bien del maestro Muti, por haber sido distinguido en tantas ocasiones con esta escogencia.
La Filarmónica de Viena.
La Filarmónica de Viena es una de las dos o tres mejores orquestas del mundo. En las listas de cualquier crítico de la música, la Filarmónica siempre figurará consistentemente en los primeros lugares.
Al respecto, recordemos que la Filarmónica de Viena es una orquesta totalmente independiente (desde su fundación en 1842), cuyas decisiones son tomadas por el voto libre y democrático de sus integrantes. No tiene, por lo tanto, un director titular (a diferencia de las demás orquestas), por lo que se gobierna a sí misma y se da el lujo de escoger quién la dirige en cada concierto.
Como dato interesante, vale la pena anotar que la Filarmónica de Viena tiene un sonido dulce y muy propio, que no encontramos en otras orquestas. Esto se debe, obviamente a una tradición interpretativa de casi doscientos años pero, especialmente, a algunas características de sus instrumentos que son parte de su patrimonio cultural. Esto lo explica Wikipedia de la siguiente manera:
El sonido característico de la Filarmónica de Viena puede ser atribuido en parte al uso de instrumentos y estilos de ejecución que son fundamentalmente diferentes que el usado por otras orquestas importantes:
· El clarinete tiene un sistema de digitación especial.
· El fagot tiene combinaciones de digitación y cañas especiales.
· La trompeta tiene un sistema de válvulas de cilindro y medidas más estrechas.
· El trombón y la tuba tienen diferentes digitaciones y sistema de válvulas.
· El timbal usa cuero natural de chivo en lugar del cuero sintético.
· El contrabajo retiene la afinación natural del violín por terceras y la ubicación tradicional en el escenario en una fila detrás de los metales.
· El oboe vienés tiene tubo, medidas, cañas y sistema de digitación especiales. Es muy diferente del, por otro lado internacionalmente usado, oboe francés.
· La trompa en fa vienesa es una variación de la trompa natural con un tubo en fa insertado, de tal modo que pueda tocarse la escala cromática. Tiene medidas más estrechas, tubos más largos y un sistema de válvulas de pistones. Estas válvulas tienen la ventaja de ofrecer un tono que no está tan pronunciadamente definido, además de posibilidad de sutiles enlaces entre las notas. Más aún, la trompa vienesa está fabricada de materiales más fuertes que, por ejemplo, la trompa francesa (trompa doble, en fa y en si bemol).
Estos instrumentos y sus característicos colores sonoros han sido el objeto de estudios científicos por el Profesor Asociado Magister Gregor Widholm del Instituto para Cultura Musical de la Academia para la Música y Artes Escénicas.
Desde 1941, el primer gran acontecimiento en el calendario musical clásico del mundo es el Concierto de Año Nuevo, a cargo de la Filarmónica de Viena. El concierto es transmitido a todo el mundo en directo, para una cobertura estimada en mil millones de personas, distribuidas en 54 países. Además de la música, el salón es impresionante, y –como recordarán de nuestro comentario del año pasado– las flores que decoran la sala de conciertos del Musikverein son un regalo anual de la ciudad de San Remo, Italia.
El concierto que ofreceremos este jueves es el correspondiente al año 2000. Este es un año significativo, porque el 1° de enero de 2000 marcó el final del llamado “año de Strauss”, quien en 1999 tuvo el centenario de la muerte de “rey de vals”, Johann Strauss, hijo, y el 150 aniversario de la muerte de su padre, Johann Strauss.
La familia Strauss.
Como sabrán, la familia Strauss de Viena fue todo un fenómeno dentro de la música, comparable quizá solamente con la familia de Johann Sebastian Bach. Seis de los Strauss se dedicaron a la composición y la mayoría de ellos también a la ejecución musical. Los Strauss dirigieron durante prácticamente todo el siglo XIX una orquesta que realizó giras a lo largo de Europa tocando valses, polcas y otras piezas bailables. Entre todos, se calcula que compusieron unos mil doscientos valses y, dado ese volumen y lo popular de sus obras, fueron responsables de una editorial musical que les dio gran riqueza por sus ventas.
Johann Strauss, padre (1804-1849) fue el fundador de la dinastía, Gracias a él, el vals pasó de las tabernas vienesas a los más elegantes salones de la aristocracia. Su música era famosa por su brío rítmico. La célebre Marcha Radetzky es un excelente ejemplo de ello y es tradicional que todo Concierto de Año Nuevo acabe con ella, mientras el auditorio sigue con sus palmas el ritmo pegajoso de la obra.
Los hijos de Johann superaron al padre en expresión melódica. Josef (1827-1870) compuso obras hermosas y melancólicas, mientras que Eduard (1835-1916) compuso polcas vibrantes; pero nadie se compara con Johann Strauss, hijo (1825-1899), uno de los mejores autores de música ligera de todos los tiempos. Sus valses y operetas tienen ese encanto insuperable que asociamos fácilmente con el siglo XIX, hasta la llamada Belle époque. Se dice que Johannes Brahms (1833-1897) dijo alguna vez que cambiaría toda su obra por haber escrito una página de la partitura de El bello Danubio azul. Se cuenta que este compositor, siendo amigo personal de Johann hijo, recibió una vez una petición inusual de una hija de Strauss, consistente en un autógrafo. En ese tiempo era normal que los compositores escribieran algunos compases de su música más conocida y firmaran luego con su nombre. Brahms, en cambio, en un hermoso homenaje a su amigo, escribió unos cuantos compases de un vals de Strauss y más abajo escribió: "Desafortunadamente, no por Johannes Brahms".
El programa.
Como el año pasado, cuando presentamos a Herbert von Karajan (1908-1989) a cargo de la orquesta, esta vez la estructura del concierto consta de una sucesión variada de ritmos bailables de la familia Strauss. Sin embargo, esta vez el tono general del concierto es más íntimo y liviano en la selección de las obras, lo que nos da una perspectiva un poco distinta de la Viena del siglo XIX, donde la orquesta se luce con sonidos aterciopelados y tenues pianissimos.
El concierto termina, como siempre, con los buenos deseos de año nuevo expresados por los músicos (en este caso y corto discurso del maestro Muti), y con un par de encores que son aclamadas por el público como sus favoritas, luego del programa principal: el vals de El bello Danubio azul de Johann Strauss, hijo, y la Marcha Radetzky, de Johann Strauss, padre.
El programa para el jueves es el siguiente:
· El Vals de la Laguna (Lagunen-Walzer), op. 411. |
· La Polca de Elena (Hellenen-Polka), op. 203. |
· La polca Albión (Albion-Polka), op. 102. |
· El vals Canción de amor (Liebeslieder), op. 114. |
· La Polca con más estampilla (Mit Extrapost-Polka schnell), op. 259. |
· El vals Vino, canciones y mujeres (Wein, Weib und Gesang-Walzer), op. 333. |
· La Marcha persa (Persischer Marsch), op.289. |
· La polca rápida Salve Hungría (Eljen a Magyar-Polka schnell), op. 332. |
· La polca Por las riberas del Danubio (Vom Donaustrande-Polka schnell), op. 356. |
· El vals El bello Danubio azul (An der schönen, blauen Donau-Walzer), op.314. |
· La Marcha Radetzky (Radetzky Marsch), op. 228. |
A lo largo de todo el concierto, la interpretación es cálida e incluso afectuosa. Los vieneses tratan su música nacional como un verdadero tesoro, el cual ofrecen al mundo con una maestría insuperable.
* * * * *
Los invitamos a acompañarnos. La música de la familia Strauss es, de muchas formas, un epítome de la civilización occidental a la que pertenecemos. Es casi obligatorio conocerla o, cuando menos, disfrutarla cuando se presenta la oportunidad.
Saludos,
Carlos.
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