EL CAMINO DE LA VIDA

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EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Almuerzo cultural: Franz Schubert - Quinteto para piano y cuerdas "La trucha", D. 667.


Estimados amigos, 

El almuerzo cultural de este jueves nos permitirá hacer una nueva incursión musical, esta vez en el mundo de la música de cámara, de la mano del compositor Franz Schubert (1797-1828).

La música de cámara.

Este género musical, conocido también como “música de salón”, se llama así porque se inició como música compuesta para ser ejecutada en lugares pequeños (cámaras o habitaciones); es decir, para ser tocada en contextos más íntimos, a diferencia de los grandes teatros y las salas de concierto.  Por lo reducido de su ambientación, se trata de música que se limita a uno o unos cuantos instrumentos, en lugar de una orquesta completa. 

Inicialmente, la música de cámara fue la música de los menos pudientes, que no podían sufragar los costos de mantener una orquesta a sus órdenes; era la música de los grupos familiares, que gustaban de ejecutar piezas entre ellos con el fin de educarse y entretenerse; y era, además, la música de quienes querían una atmósfera más personal o íntima para sus interpretaciones, especialmente a partir del siglo XIX, cuando los aspectos personales o individuales de la vida cultural tuvieron tanta o mayor importancia que los aspectos formales o sociales.  Ejemplos comunes de la música de cámara son los cuartetos para cuerdas, las composiciones para piano solista y las sonatas para piano y otro instrumento, como el violín, el violoncelo o la flauta.

A fin de ilustrar sobre las características y bondades de la música de cámara, hemos escogido una pieza brillante y muy hermosa.  La obra pertenece al compositor austríaco Franz Schubert, una de las figuras más grandes de la música clásica.  Se trata del quinteto para piano y cuerdas en la mayor, número de catálogo D. 667, más conocido por el apelativo La trucha.

Datos biográficos y artísticos.

Franz Schubert fue uno de los primeros y más importantes compositores del período romántico.  Nació en Viena en 1797 y murió en esa misma ciudad en 1828.  En su corta, pero fructífera vida, Schubert dejó un importante legado que marcó de muchas maneras la producción musical de los años siguientes, especialmente entre los románticos.

Las obras de Schubert abarcan un mundo muy particular.  Aunque realizó incursiones en el ámbito sinfónico (compuso ocho sinfonías, de las cuales las dos últimas son piezas indispensables del repertorio musical), su mayor aporte artístico radica en un espacio más íntimo de la producción musical, que corresponde a la música de cámara y a los lieder o canciones.

Como los escritores Percy Bysshe Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821), la obra de Schubert apela directamente a la poesía desde el campo musical.  Las obras de Schubert son hermosos poemas que van de lo dulce a lo trágico, de lo apacible a lo apasionado. 

Su vida fue bohemia y melancólica.  De baja estatura y complexión frágil, poco agraciado físicamente, enamorado sin suerte, su vida transcurrió en las tabernas, entre parrandas y amarguras.  Su obra artística estuvo siempre a la sombra del gigante que fue Ludwig van Beethoven (1770-1827), a quien reverenciaba en silencio. Sin embargo de música de Schubert tiene méritos importantísimos, aún comparada con la de Beethoven. 

Mientras Beethoven tiene lazos con el período clásico precedente, los cuales se encargó de rasgar continuamente (de allí que se le tenga como un compositor de transición), Schubert es claramente un romántico, de vida trágica y hasta misteriosa, que se refugiaba en el arte para curar sus desventuras.  Por algo decía:

Los instantes benditos iluminan la vida sombría, y enseguida esos instantes benditos se convierten en un gozo duradero.

Su personalidad introvertida y melancólica es probablemente lo que explica que sus mayores méritos musicales se encuentren en los géneros mencionados, pese a que –como dijimos– algunas de sus sinfonías son de la mayor importancia artística. 

Las obras de cámara de Schubert están entre las más importantes y más queridas de ese repertorio.  Sus sonatas para piano son memorables, lo mismo que su sonata para piano y violoncelo (conocida como Sonata Arpeggione), su Fantasía del Caminante para piano, sus otras composiciones para piano (Impromptus, Momentos musicales, etc.)

Quinteto La trucha.

El quinteto La trucha fue compuesto en 1819, cuando Schubert contaba con apenas 22 años, pero no fue publicado sino hasta 1829, un año después de la muerte del compositor.  La pieza debe su nombre a las variaciones contenidas en su cuarto movimiento, que derivan de un tema escrito anteriormente por Schubert para su canción o lied denominado “La trucha” (Die Forelle).

Contrario a la usanza de la música de su época, Schubert no utilizó, en la composición de La trucha, la combinación instrumental más frecuente para un quinteto para piano, que es el piano más un cuarteto de cuerdas (dos violines, un violonchelo y un contrabajo), sino más bien un piano, un violín, un viola, un violonchelo y un contrabajo.  Antes de Schubert, sólo Johann Nepomuk Hummel (1778-1834) había intentado una composición con idéntica instrumentación.

La historia cuenta que el quinteto fue escrito durante una temporada de vacaciones del compositor en la ciudad-balneario de Steyr, en Austria (a unos 90 kilómetros al norte de Viena), un lugar de buena pesca en ese entonces.  La obra fue comisionada por Sylvester Paumgartner, un rico mecenas musical y violonchelista amateur, quien se dedicaba a la minería y residía en la ciudad.  Paumgartner admiraba al compositor y deseaba tocar una obra de éste con sus amigos músicos, también aficionados.  A efecto de contar con la obra que quería, fue aparentemente el propio Paumgartner quien propuso o pidió al compositor incluir las variaciones dichas en la obra, pues gustaba mucho de la canción del mismo nombre del músico vienés. 

Como Paumgartner era un violonchelista aficionado, algunos autores piensan que Schubert sacó un violín y agregó un contrabajo a la formación tradicional del quinteto, con el fin de relevar a su anfitrión de la tarea normal del violonchelo que consiste en fijar la línea del bajo, de modo que el intérprete pudiera participar libremente en las melodías que abundan en la obra.

Todo el quinteto está impregnado de luz y respira una verdadera alegría de vivir, probablemente inspirada por el espíritu vacacional de Schubert en ese momento.  La obra es fiel reflejo de un momento feliz en la vida del artista, por sus rasgos característicamente joviales y optimistas. 

Si bien las variaciones de movimientos son la pieza central, el quinteto entero es encantador.  Massimo Mila lo llama “un poema festivo” que refleja el deleite extático de Schubert con el campo abierto, tras haber estado reprimido toda su vida en la ciudad; “en él se consagra la memoria de un encantador verano, de días libres de preocupaciones; la música está bañada por la luz del sol y el espíritu de la juventud… la amistad y la humanidad se entretejen dentro de la misma textura de la música”. 

De hecho, el resto del quinteto (con una cantidad inusual de movimientos, cinco en vez de cuatro) es fresco y seductor, rebosante de una melodía sencilla y cálida, modulaciones suaves, con una instrumentación que le da una combinación rica, caleidoscópica, de sonoridad envolvente.

(Sara Benedicta.  Franz Schubert: Trout Quintet - Quinteto para piano en la mayor, en http://luxaeterna-musik.blogspot.com/2009/07/franz-schubert-trout-quintet-quinteto.html)

El gran poeta austríaco Rainer María von Rilke (1875-1926) decía de la obra:

Tan reconfortante, tan calmada, (…) una paz tan dulce y tan deliciosa (…), y generalmente para mí la música no es en absoluto la paz.

Estructura de la obra.

La trucha se compone de cinco movimientos.  El piano se encarga de introducir el motivo musical que unifica la obra, en forma ascendente.  A excepción del scherzo, ese tema –y ciertas figuras musicales relacionadas– aparecen en todos los  movimientos de la obra.

I.          Allegro vivace - El movimiento tiene una estructura de sonata de dos temas, precedida por una introducción.  Los temas son expuestos varias veces y se desarrollan en cinco secciones.  Hay algunas melodías rústicas que se entrelazan con elaboraciones de gran sofisticación estilística.

Una de las cosas que utiliza Schubert con gran éxito es el uso del timbre (sonido) de los distintos instrumentos.  Si es en los agudos, con vertiginosos trinos del piano o, en los bajos, con el retumbar suspendido del contrabajo.  Las características del sonido parece que siempre coinciden con el humor del momento.  Un gran ejemplo es cuando la música vuelve a su segundo tema en la recapitulación: la melodía se reproduce exactamente en el centro de la gama más rica del violonchelo, lo que da a la música un sonido más completo, hacia el final del movimiento.
(Sara Benedicta.  Op.Cit.)

II.         Andante - Este es el movimiento más sombrío de toda la obra.  Se compone de dos secciones simétricas, la segunda de las cuales es una versión transpuesta de la primera.  Cada sección contiene tres temas, de los cuales el segundo es, en ambos casos. el más llamativo e innovador, más allá de lo planteado anteriormente es sus obras por genios como Mozart y Beethoven. 

Desde el principio hasta el fin, este movimiento está lleno de melodías de carácter lírico y de un simple pero elegante acompañamiento armónico.  La viola y el violonchelo dialogan en un ambiente melancólico, triste pero amable

III.         Scherzo: Presto – Este es un movimiento de corta duración que tiene un tratamiento tradicional, con un trío central, conforme a la tradición instaurada por Franz Joseph Haydn (1732-1809) de incluir un Scherzo-Trio en sus sinfonías y obras de cámara.  El Trio es una demostración evidente del genio de Schubert.  Por su medio, la música se convierte en una secuencia de armonías flotantes que funciona muy bien en el conjunto del quinteto.

IV.        Andantino - Allegretto - Este movimiento consiste en un tema con variaciones a partir de la canción La trucha, ya mencionada.  Esas variaciones representan la lucha del pez por sobrevivir a las vicisitudes de su existencia.  Como algo típico de Schubert (en contraposición, por ejemplo, a Beethoven), las variaciones no hacen que el tema original se transforme en otro, sino que simplemente lo presentan de diversa manera y bajo distintas cargas emocionales.  Así, en cada una de las primeras tres variaciones el tema es interpretado por un instrumento o grupo de instrumentos diferente.  En la cuarta variación el tema asume una tonalidad menor y en la quinta  variación, que está a cargo del violonchelo, Schubert introduce una serie de modulaciones que llevan de la tonalidad menor a la mayor que domina en general la obra.

Para Schubert la melodía tenía una importancia primordial, por lo que sus variaciones consisten en pasar la melodía por todos los instrumentos, para examinarla desde todos los ángulos posibles.  Sin embargo, quizá para divertirse un poco a costas de su patrono, que pidió la inclusión del tema original de la canción (que fuera escrito para piano y voz solista), Schubert dejó hasta el final de la obra la maravillosa figura pianística de su canción.

V.         Allegro giusto - El movimiento final también se compone de dos secciones simétricas, lo mismo que el segundo movimiento, donde, nuevamente, el segundo tema es una transposición respecto al primero.  Benedicta hace un simpático repaso de este movimiento: 

Por encima de todo, Schubert tenía un don para tres cosas: armonía, melodía, y de orquestación. Aquí, en este movimiento que utiliza los tres con gran efecto.  En primer lugar, la armonía; no puede haber error con el genio de Schubert aquí.  A diferencia de muchos otros compositores, no era por lo general propenso a quedarse en una de las tonalidades (...) Como un niño inquieto, su armonía parece estar siempre cambiando de una manera que sólo puede ser descrito como "schubertiana".  Este movimiento es una gran muestra de eso, la armonía se ha desarrollado tan bien en la exposición que Schubert ni siquiera siente la necesidad de incluir una sección de desarrollo.

Si es la melodía lo que desea, Schubert no deja de ofrecer aquí tampoco: desde el primer tema "al trote", al segundo tema "espiritual y romántico", en el tercer tema "con mucho movimiento como cascadas", aquí tenemos algunas increíbles y bellas melodías que seguramente uno se encontrará luego tarareando alguna de ellas. 

Como última nota, no debemos dejar de señalar la capacidad de Schubert en la orquestación, la disposición de voces múltiples.  Consciente de que su grupo era un poco diferente al quinteto normal (había un violín menos, pero se agregaba el contrabajo) para piano, Schubert tomó gran ventaja de su registro extendido.  Se puede escuchar esto durante el tercer tema: mientras que la melodía corretea entre el violín y violonchelo y el piano da una contramelodía agradable también, la viola y el contrabajo ofrecen un zumbido constante de la armonía.  Schubert se las arregla para utilizar el grupo a su máximo potencial aquí  (Ibídem.)

El final es engañoso, por lo que no es raro que el público aplauda antes de la verdadera terminación de la obra.

Importancia musical.

Comparado con otras obras de música de cámara del propio Schubert, La trucha es un trabajo relajado, cuyos temas se repiten sin mayor drama.  Sin embargo, es una obra encantadora, que despierta una sensación evidente de deleite, en virtud de su innegable gracia melódica y la luminosidad que la caracteriza.

Su lenguaje armónico es original por su cromatismo (cambio y uso de las tonalidades sonoras).  Su sonoridad es muy particular debido al protagonismo del piano, que tiende a exaltar las notas más altas durante gran parte de la obra.  Con ese fin, la mano izquierda y la derecha tocan la misma línea melódica a una octava de distancia una de la otra, idea que posteriormente tendría influencia sobre otros compositores románticos.

Schubert  influyó –como dijimos–, ya fuera directa o indirectamente, en todo el movimiento musical del romanticismo.  Sus obras de cámara tuvieron incidencia en Félix Mendelssohn (1809-1847), Robert Schumann (1810-1856), Frédéric Chopin (1810-1849) y Franz Liszt (1811-1886) y Johannes Brahms (1833-1897); sus lieder en Schumann, Brahms, Gustav Mahler (1860-1911), Hugo Wolf (1860-1903) y Richard Strauss (1864-1949); y su música orquestal en Schumann, Brahms, Anton Bruckner (1824-1896) y Mahler, entre muchos otros.

Intérpretes.

La interpretación de La trucha estará a cargo del gran pianista inglés sir Clifford Curzon (1907-1982), acompañado por miembros del famoso Cuarteto Amadeus: Norbert Brainin (1923-2005), violín; Peter Schidlof (1922-1987), viola; Martin Lovett (1927-), violonchelo; acompañados por el contrabajista Rodney Slatford (1931-). 

Su ejecución data de 1977, cuando los intérpretes se encontraban en las respectivas cúspides de sus carreras.  La grabación se realizó en el Festival de Maltings, Snape, Aldenburgh, en la campiña inglesa.

*   *   *   *   *

En lo que a nosotros respecta, La trucha provee abundantes razones para disfrutar.  Es, de muchas maneras, la música ideal para escuchar entre amigos, en un ambiente distendido y agradable. 

Están invitados a compartir la experiencia.

Saludos,

Carlos.

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