Me percato de que, con los problemas de internet de esta semana, no les llegó mi correo sobre la sesión de hoy.
Esta semana culminaremos nuestro estudio de Las mil y una noches, esta vez desde la perspectiva estrictamente literaria; es decir, analizándola (i) como obra maestra de la literatura universal; (ii) como vehículo de expresión de diversas tradiciones culturales (no sólo orientales); y, (iii) como fuente de inspiración para mucho de aquello que fue escrito con posterioridad, en diversas épocas y latitudes geográficas.
Para Borges, Las mil y una noches representa el texto literario por excelencia, ya que posee todas las cualidades que él admira en una obra escrita: por un lado, tenemos un lenguaje sencillo, sin sujeción a reglas artísticas o teóricas, sino, más bien, resultado del flujo natural de ideas o pensamientos que se exponen y sobreponen en una magnífica construcción artística, similar a la arquitectura elaborada, pero enteramente digerible, que encontramos en La Alhambra o en el Taj Majal.
Por otro lado, como obra literaria, Las mil y una noches es amplia en su enfoque del ser humano pues se nota en ella su aspiración a ofrecernos un panorama casi enciclopédico de la vida como un todo. Igualmente, constituye una narración eterna e interminable, en continua gestación, ya que el laberinto que forman sus historias (y las historias dentro de otras historias) conduce al lector hacia un proceso de transformación continua y de metamorfosis –tanto del texto como del lector– que queda en evidencia por las diferencias de interpretación, e incluso de contenido, que encontramos de una traducción a otra.
Por último, Las mil y una noches representa el dominio por antonomasia de la imaginación; una imaginación desbordada y, sin embargo, creíble, que no hace concesiones al realismo o a convencionalismo alguno y que, por ello, no nos obliga a justificar o pretender ser fieles a la realidad racional o científica a la que estamos habituados en Occidente. Por el contrario, la obra es una refrescante válvula de escape a la dictadura de la razón, sin que ello la verdad importe, al lector, como lo demostraría, muchos siglos después, el éxito editorial y artístico de los representantes del realismo mágico latinoamericano.
Las mil y una noches como ícono cultural del Oriente.
Ya dijimos, respecto a la sesión anterior, que Las mil y una noches es una obra que resultó de un complicado proceso creativo de compilación de muchos años, que abarcó prácticamente todo el Cercano Oriente (Iraq, Egipto, Siria y Persia), en incluso más allá (la India y China).
Dijimos también que Las mil y una noches no sólo describe sino que simboliza el Oriente, en lo que entendemos de él; esto es, un universo eterno, sabio y misterioso, al que debemos admiración, respeto e incluso algo de temor, por tratarse de un entorno diferente al que nos es familiar.
No vale la pena extenderse en estos temas, que ya han sido mencionados en otras ocasiones, pero sí tenerlos presentes en el análisis de la obra literaria.
Las mil y una noches como experiencia universal.
Independientemente de su valor cultural local, y conforme a lo dicho en relación con la sesión anterior, Las mil y una noches tuvo una enorme influencia sobre la cultura occidental y –por qué no decirlo– mundial.
La influencia de la obra, sin embargo, no fue de una sola vía, pues también se manifestó de forma recíproca en el contexto de la constante y muchas veces tirante relación entre Oriente y Occidente. Por ejemplo, la obra tomó elementos de la cultura griega que para nosotros podrían resultar insospechados y que, no obstante, vale la pena mencionar.
• El personaje de Simbad, el marino, por ejemplo, es una recreación de la historia de Ulises u Odiseo, el héroe homérico de la guerra de Troya (siglo VIII a.C.), y, aunque algunas de sus aventuras son nuevas, otras son las mismas del personaje griego, contadas con un matiz más propio del Oriente.
• Las amazonas, esas mujeres guerreras que poblaron la imaginación de los griegos (con algunos visos importantes de realidad en el Asia Menor según descubrimientos arqueológicos recientes) aparecen también en algunas de las historias de Las mil y una noches, como en la de Alí Nȗr al-Din y la doncella del cinto, la de Alí Shȃr y Zumurrud, la de Mahmȗd y sus tres hijos, la de Hassán de Basra, la de El hombre que nunca reía, y la de El rey Umar ibn al-Nu’mȃn.
• Del mismo modo, en mil y una noches se incluyen algunas de las aventuras de Alejandro Magno (llamado en persa Iskander) (356-323 a.C.), e incluso se recogen leyendas sobre el gran conquistador, como su búsqueda de la fuente de la eterna juventud, las aventuras del guerrero para conquistar los reinos submarinos, la construcción de una muralla para encerrar a Gog y Magog, así como el enfrentamiento de monstruos durante sus campañas. Igualmente, el rey macedonio filosofa en algún momento de la obra sobre la fragilidad del poder y la gloria y la transitoriedad de los bienes y de la vida misma. El rey helénico aparece en las historias de La ciudad de bronce, en Iskander y la tribu del hombre pobre, y en Iskander y el agua de la vida.
• Hay también paralelismos entre Miles gloriosus (El soldado fanfarrón), del romano Plauto (254-184 a.C.) y la historia de Qamar al-Zamán y la esposa del joyero, y la historia de El pastelero, su esposa y el soldado. Lo mismo sucede entre el romance de Píramo y Tisbe, del mismo autor latino, y la historia de Nȗr al-Din y su hijo Badr al-Din Hassán.
• Respecto a la tradición hebrea, sabemos –por sesiones anteriores– de la deuda del islamismo con el judaísmo. Se denota en la obra el respeto musulmán por el rey Salomón (Sulaymȃn), a quien se considera uno de los profetas del Islam, quien fue capaz de dominar las fuerzas de la Creación divina, incluyendo los vientos, los animales y los genios e ifrits, aún contra la voluntad de éstos. Tenemos así La historia de Salomón, dentro de la obra (según la versión traducida por Reinhardt).
En Las mil y una noches hay varias historias en las que Salomón desempeña un papel indirecto pero importante. Por ejemplo, el genio que se encuentra atrapado por el pescador en El pescador y el genio, ha sido encerrado en una jarra y arrojado al mar como castigo por su desobediencia a Salomón. La historia de la ciudad de Bronce contiene otra referencia a este episodio: pues tenemos una expedición tiene como objetivo encontrar las jarras en las que Salomón ha encarcelado a los genios desobedientes en un mar distante. En La historia de la reina de las serpientes, en Las aventuras de Bulûqiyâ y en La historia de Jânshâh la obra nos introduce en un mundo que se divide entre el ámbito humano que es normal para nosotros y el mundo de la naturaleza, que sólo Salomón es capaz de dominar.
Finalmente, La historia del Príncipe Sayf al-Mulûk presenta a Salomón como un poderoso rey que desea propagar la verdadera fe y para ello rige la vida de las personas mediante una combinación de magia, alquimia y milagros, con la ayuda de los genios. Otras historias se refieren a Salomón y a sus símbolos y atributos (su anillo, su mesa, su tesoro y su tumba) como el equivalente conceptual de la magia y el poder.
• En Las aventuras de Bulȗqiyȃ, el héroe encuentra diversos ángeles cuando se adentra en el Reino de la Creación, momento en el cual éstos le revelan mucha de la cosmología islámica. Por su parte, Izrȃ-ȋl, el ángel de la muerte, aparece en las historias de El ángel de la muerte y el rey de los hijos de Israel, El ángel de la muerte y el rey rico, El ángel de la muerte y el rey orgulloso, La hija del vendedor de garbanzos y Cœleb el bufón. Iblȋs, el ángel caído (equivalente a Lucifer), aparece en las historias de Ibrȃhim de Mosul y el diablo, Ishȃq de Mosul y su amante y el diablo y Tuhfat al-Qulȗb. Otros ángeles aparecen en las historias de Los ermitaños, El devoto fabricante de azafates y su esposa y en Los tres deseos.
En fin, como toda obra artística, Las mil y una noches no surge de la nada, sino de un complicado proceso creativo de años que desborda las restricciones espacio-temporales del entorno, para nutrirse de las fuentes más insospechadas. Eso le da más fuerza a su mensaje expresivo y, si se quiere, lo hace más único como producto cultural.
Presencia de la obra en la literatura posterior.
La influencia de Las mil y una noches sobre la literatura universal que se produjo después es de la mayor amplitud e importancia. Los siguientes ejemplos dan cuenta de ello:
• Edad Media y Renacimiento.
Los romances y obras caballerescas de la Edad Media (siglos XI al XIV) se desarrollaron especialmente en Inglaterra, Francia y España. La influencia de las Cruzadas hizo que la visión del Oriente fuera una de confrontación entre culturas y, especialmente, un choque de credos religiosos. En el mundo bizantino y en el árabe, esa temática también tuvo acogida y aparece, por ejemplo, en algunos de los relatos de Las mil y una noches. Se habla, por ejemplo, de que las personas de ojos claros no son dignas de confianza, pues tienen propensión a la traición y a la maldad en general.
En la obra medieval es común encontrar referencias al mundo mágico que son también usuales en Las mil y una noches. Hay constantes relatos de conjuros, objetos mágicos, paisajes surrealistas, jardines encantados, hadas o genios, alhajas y tesoros fantásticos, etc.
Las mil y una noches contiene, además, los elementos de las típicas novelas de caballería en dos de sus relatos: La historia del rey Umar ibn al-Nu y La historia de Gharîb y Ajîb. La primera corresponde con el patrón común de los romances medievales europeos y describe el enfrentamiento entre los cristianos y los musulmanes y, en ese contexto, se presenta una historia de amor que rompe las fronteras religiosas. También contiene elementos característicos del género árabe denominado sîra, que consisten en la figura femenina de la embustera, portadora de calamidades, y los secuestros.
La historia de Gharîb y ' Ajîb se refiere a la lucha contra los infieles, que, sin embargo, no son cristianos, sino adoradores de ídolos. En ambas historias los medios mágicos son indispensables, lo que agrega fantasía y atractivo a los relatos.
Aparte de estos dos romances correspondientes al tipo genérico de la literatura caballeresca, varias historias de Las mil y una noches contienen episodios parecidos al material narrativo de los romances de caballería. En una de ellas un hombre musulmán se enamora de una princesa cristiana que ha huido del palacio de su padre y es llevada por la fuerza de vuelta a su casa. Las historias de Alí Nȗr al-Din y la doncella del cinto, Ala al-Dîn Abu al-Shâmât y el episodio de Las islas de Wâq-Wâq en la Historia de Hasan de Basora, contienen los estereotipos propios del romance caballeresco.
Se dice que algunos fragmentos de La Divina Comedia, de Dante Alighieri (1265-1321) se inspiraron en fuentes árabes. Dante escribió al final de la época de las Cruzadas, cuando el mundo árabe y el cristiano se entrecruzaron para bien y para mal. Ambas cosmovisiones chocaron e influenciaron a quienes vivieron esos tiempos. Es probable que Dante quisiera construir en ese momento una visión cristiana de la vida que hiciera contrapeso a la islámica, cosa que Borges refuerza cuando dice que La Divina Comedia está imbuida en forma múltiple por Las mil y una noches. En ambas tenemos una versión femenina del orden del mundo: una, más carnal y expresiva, gobernada por Sheherezade (la visión islámica); y, otra, más beatífica y mística, representada por Beatriz (la versión cristiana).
Siempre dentro de la baja Edad Media, se han hecho estudios comparativos entre El Decamerón de Giovanni Boccaccio (1313-1375) y se han determinado algunas similitudes entre sus historias, especialmente en lo referente al cuento de El rey y la esposa del visir, El rey que perdió su reino, Los amantes de Siria y El cadí embarazado.
Geoffrey Chaucer (1340-c.1400), por su parte, dejó, en Los cuentos de Canterbury prueba de su picardía y agudeza. Igualmente, en su obra hay herencias recibidas de la tradición cultural oriental, particularmente de los pensadores Avicena (980-1037) y Averroes (1126-1198). El caballo mecánico, de la Historia del escudero, evoca un caballo similar al de El caballo de ébano. Hay también préstamos reconocidos en La historia del escudero tomados de historias como Ardashir y Hayȃt al-Nufȗs y Tȃj al-Mulȗk y Dunyȃ.
Finalmente, el canto 28 de Orlando furioso, la obra más famosa de Ludovico Ariosto (1474-1533) y, posiblemente, la más importante del período de madurez del Renacimiento italiano, contiene una versión en verso de la historia de El rey Shariyȃr y su hermano, que demuestra el respeto de los autores renacentistas por la obra islámica.
• Períodos barroco y moderno.
La influencia de Las mil y una noches sobre la literatura barroca y moderna europeas es innegable. Miguel de Cervantes (1547-1617) reconoce la deuda de El Quijote a los romances caballerescos, tanto occidentales como árabes.
El barón Charles de Montesquieu (1689-1755), autor de El espíritu de las leyes y responsable de la teoría de la separación de los poderes del Estado, escribió también una obra de ficción denominada Cartas persas, en la que critica la condición de la mujer y la organización social de Oriente a partir del cuadro general de Las mil y una noches.
El filósofo y escritor francés de la Ilustración, François-Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire (1694-1778), fue un ávido lector de la primera traducción al francés de Las mil y una noches. Esa influencia se aprecia en Zadig o el destino: una historia oriental, en El fanatismo o Mahoma el profeta, en Los viajes de Escarmentado, escrita por él mismo, y en Cándido o el optimismo. Esta última obra, hace varias referencias a Simbad, el marino. En la visión del filósofo francés, sin embargo, la mano providencial del destino es sustituida por el poder de la razón humana, en total congruencia con la visión racionalista de la Ilustración.
El también filósofo francés, Denis Diderot (1713-1784), se inspiró en Las mil y una noches para escribir su novela pornográfica Las joyas indiscretas en la que un sultán aburrido recibe un anillo mágico de un genio con el que puede informarse de las aventuras de cada persona apuntando el anillo a sus partes íntimas. Este ingenioso argumento fue la manera utilizada por el escritor para ridiculizar a grandes personalidades de su época, en abierta hostilidad al ancien régime que estaba a punto de derrumbarse con la Revolución francesa (1789).
• Goethe.
Según sus Diarios, el genio alemán Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) leyó y releyó Las mil y una noches en distintas épocas de su vida y según diversas traducciones (del francés y del alemán). Leyó, por lo tanto, diferentes versiones de la obra o incluso distintas obras con el mismo título, si hacemos caso a lo citado por Borges hace una semana respecto al carácter infinito de este libro.
Curiosamente, de niño la abuela y la madre de Goethe le contaban historias a aquél que interrumpían en el medio para ser completadas la noche siguiente, lo que coincidía –de forma posiblemente intencional– con el formato de Las mil y una noches. Esto produjo una profunda impresión en el niño a partir de la lectura de la obra. Más tarde, muchas de los escritos de Goethe, desde joven hasta su vejez, denotan la influencia de Las mil y una noches, aunque es clara su preferencia por los cuentos considerados apócrifos o adiciones más recientes a la colección, tales como el de Ahmad y el hada Perî Bânû, el de Khudâdâd y sus hermanos, y el de Alâ' al-Dîn (Aladino).
Para Goethe, Sheherezade fue un modelo fundamental para la narración de historias en forma amena e hilvanada, no obstante la variedad de los temas. En efecto, una de las razones de por que él quedara fascinado por Las mil y una noches fue su estructura. De hecho, utilizó esa técnica narrativa para dotar unidad a sus colecciones de historias y para proporcionar a esos textos una estructura discreta y coherente. También fue atraído por el realismo de Las mil y una noches, la atmósfera fiel de la vida cotidiana en la que se proyectan las fantasías de la cuentacuentos Sheherezade, y la cantidad infinita de personajes, eventos mágicos, tramas, sucesos y dilemas éticos que él supo incorporar de diversa manera a sus propios trabajos literarios.
La mayoría de las influencias mencionadas puede percibirse en la obra principal de Goethe, el Fausto, que es una historia tipo “marco”, basada en un cuento preexistente, que trata un tema fantástico, lleno de la magia e ilusión y planteamientos morales. Goethe escribió la obra poco después de haber leído la traducción de Las mil y una noches de Habicht. No resulta, pues, sorprendente que Fausto contenga referencias a historias de la obra árabe como Jullanâr Hasan de Basora, Habîb y Durrat al-Ghawwâs, Alâ' al-Dîn, Qamar al-Zamân Budûr y Zayn al-Asnâm. El resultado final, sin embargo, no es un cuento oriental replanteado sino una obra occidental en la que, con todo el genio de Goethe, el Oriente es asimilado de manera genuina y completa para dar una visión humanista del mundo.
• Período romántico.
La sensibilidad romántica, gobernada por las emociones, los escenarios exóticos y los grandes dramas fue especialmente propensa al encanto de Las mil y una noches.
El británico Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) sentía gran admiración por Las mil y una noches, lo cual influyó en su manejo literario de lo imaginario, lo misterioso y lo fantasioso. Sus grandes poemas La rima del viejo marinero y Kubla Khan deben mucho a ese espíritu.
El escritor estadounidense Washington Irving (1783-1859) es famoso por su obra Historias de La Alhambra, en cuya dedicatoria reconoce su deuda hacia Las mil y una noches. En sus narraciones hay talismanes, un caballo volador y un príncipe que se esconde para evadir su destino, todos temas que se encuentran tratados en la obra árabe.
Los hermanos Grimm (Jacob, 1785-1863; y, Wilhelm, 1786-1859), famosos por sus cuentos de hadas para niños, también fueron admiradores de Las mil y una noches. Sus cuentos El pescador y sus esposa, El ladrón y su amo, El rey de la montaña dorada, Las tres avecillas, El agua de la vida, El espíritu en la botella de vidrio, La montaña Simeli, El comerciante y el genio, Alí Babá y los cuarenta ladrones deben mucho a la obra de Oriente.
El famoso poeta Lord Byron (1788-1824) siempre estuvo fascinado por el Oriente y por esta obra, y pobló sus trabajos literarios de heroínas de la mayor femineidad y héroes de vocación marcial siguiendo como modelos los personajes de Las mil y una noches.
Alexandre Dumas padre (1802-1870) menciona Las mil y una noches varias veces en el curso de una de sus obras más importantes, El conde de Montecristo. El conde se identifica con la figura de Simbad el marino, en sus diversas andanzas, especialmente durante su estadía en Oriente antes de volver a reclamar justicia en su Francia natal. Cuando regresa, viste a la usanza oriental, habla en árabe y vive en un ambiente arabizado. Todo ello hace más interesante y exótico su relato, en apego a los gustos románticos de la época, lo que a no dudarlo da realce a la obra y acredita su fama como un clásico de la literatura por derecho propio.
El escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) contribuyó con autores como Théophile Gautier (1811-1872) y Mark Twain (ver abajo) a escribir una obra de corte irónico que fue denominada genéricamente La milésima segunda noche. En su versión, Poe relata una historia adicional del marino Simbad, quien corre con nuevas aventuras en un velero misterioso y acaba en una sociedad extraña para él que no es otra que la sociedad occidental de su tiempo.
Poe es también el autor de Cuentos de lo grotesco y arabesco, que se encuentran llenos de fantasmas, magos, referencias y ambientaciones de origen oriental. La influencia de Las mil y una noches es evidente; afecta no sólo lo referente a la ambientación general de la obra, que se puede calificar como un aspecto más bien cosmético, sino también la visión misma de lo humano, que se enriquece por la perspectiva que aporta el Oriente.
El poeta inglés Alfred, Lord Tennyson (1809-1892) publicó una colección de poemas titulada Recuerdos de Las mil y una noches, que fue importante para ilustrar el impacto de la obra original sobre la mentalidad romántica de la Inglaterra victoriana.
Charles Dickens (1812-1870) creó una literatura social llena de elementos satíricos, descriptivos y melodramáticos que son comunes, en esos rasgos, a los de Las mil y una noches. De hecho, las alusiones de Dickens a esta obra son continuas a lo largo de su vida y de sus escritos. Así, Bagdad se convierte en Londres y pasamos de los tiempos de Harȗn al-Rashȋd a los de la Revolución industrial.
Las hermanas Brontë también se vieron influenciadas por la lectura de la obra. Charlotte (1816-1855) dice en su novela Jane Eyre que el personaje principal leyó Las mil y una noches en su juventud, y de allí resulta evidente que Sheherezade es un modelo espiritual para ella. Emily Brontë (1818-1848), por su parte, escribió sus Cumbres borrascosas pensando también en Sheherezade. Para ella esa figura femenina y el sultán son los modelos básicos para sus personajes Nelly Dean y Lockwood.
La novelista inglesa George Eliot (1819-1890), cuyo verdadero nombre era Mary Ann Evans, toma recursos dramáticos tanto de Shakespeare (Otelo) como de Las mil y una noches para construir el argumento de su novela Daniel Deronda. Tenemos un triángulo amoroso compuesto por Daniel, el protagonista, que es moreno y de origen exótico, y dos mujeres; una de origen caucásico (Gwendolen) y otra de origen árabe (Mirah). La primera relación se modela a partir de la tragedia de Shakespeare, que realza el choque cultural entre Oriente y Occidente, mientras que el amor de Daniel para Mirah se vincula explícitamente a la historia de Qamar al-Zamân y Budûr en Las mil y una noches. Aquí, se contrastan los convencionalismos del romance en la Inglaterra victoriana (el amor de Gwendolen) con los aspectos físicos y apasionados del amor en Oriente (personificado por Mirah).
El estadounidense Herman Melville (1819-1891) manifiesta su admiración por Las mil y una noches mediante algunas referencias en Moby Dick y en otras obras de menor importancia, a ese texto.
El célebre Mark Twain (1835-1910) viajó por el Cercano Oriente y quedó profundamente impresionado por el ambiente exótico de esas tierras y por la magia de Las mil y una noches. Escribió una “milésima segunda” noche, lo mismo que Poe y otros escritores, cuya vocación es humorística y –conforme a la personalidad del autor– fuertemente satírica. En ella, Sheherezade cuenta sus historias sin parar al sultán, quien, exhausto pero impotente para oponerse a escucharlas, acaba por morir. Llega otro sultán, que pasa por el mismo proceso, y así sucesivamente con los siguientes, hasta que Sheherezade acaba por vengar al género femenino dando cuenta de tantos monarcas como mujeres murieron antes de que ella fuera desposada inicialmente.
El escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894), autor de Las isla del tesoro y El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, escribió sus Nuevas noches árabes y sus Más nuevas noches árabes basadas en las estructuras formales y estilísticas de Las mil y una noches.
El francés Marcel Proust (1871-1922), autor de En busca del tiempo perdido, tomó diversos elementos y motivos de Las mil y una noches para la construcción de su magnífico ciclo de seis novelas. En El tiempo recobrado, la última de esas novelas, el autor hace una reconsideración de lo escrito y da a entender que, en el contexto de las relaciones sociales y personales que dan base a su obra, así como las ambientaciones y circunstancias que influyen en su desarrollo, En busca del tiempo perdido equivale a una reescritura de Las mil y una noches trasladada a la Francia de fines del siglo XIX, intención que comparte con el también francés Honoré de Balzac (1799-1850), quien pretendió, tiempo antes, hacer de su enorme producción novelesca, que él denominó La comedia humana, una especie de versión occidental de Las mil y una noches.
El poeta de origen alemán Rainer María von Rilke (1875-1926) viajó por Oriente e incluso estudió árabe con el fin expreso de traducir algunos de los poemas de Las mil y una noches, ya que no estaba satisfecho con las versiones alemanas existentes. Su obra poética fue enriquecida por su compenetración con la cultura islámica de su tiempo, para lograr una visión más humana y universal de la literatura.
• Literatura del siglo XX.
El escritor irlandés James Joyce (1882-1941) también debe influencia a Las mil y una noches. En el famoso Ulises, la crítica considera que La Odisea y Las mil y una noches son los contra-textos frente a los cuales debe leerse la novela de Joyce. En el Ulises, el Oriente representa lo femenino (como sexualidad), identificado por el personaje de Molly, mientras que lo masculino está representado por la actividad de viajar o trasladarse de Bloom (Simbad el marino). Por otra parte, el libro favorito del personaje de Murphy es justamente Las mil y una noches y los paseos de Hȃrȗn al-Rashid por Bagdad equivalen a los de Bloom por el Dublín de la obra de Joyce.
En Finnegan’s Wake, también de Joyce, el autor toma prestados elementos de Las mil y una noches para crear un ambiente nocturno apropiado para el escritos.
El francés Jean Cocteau (1889-1963) tituló su primera colección de poemas La lámpara de Aladino, fundó la revista literaria Sheherezade, publicó tiempo después una segunda colección de poemas denominada Poemas de Béchir Salem, y llegó a prologar una versión francesa de Las mil y una noches en la que subraya el deseo de vivir a plenitud como la marca principal que irradia de esta obra.
Jorge Luis Borges (1899-1986) fue un gran admirador de Las mil y una noches como lo demuestran las citas que de él hicimos en el material de la sesión anterior. La obra es mencionada o forma parte, según el caso, de muchos de sus relatos. En El sur, por ejemplo, el protagonista es herido después de leer una versión de Las mil y una noches, y un ejemplar del libro lo acompaña en su viaje hacia el sur, como un recordatorio constante del conflicto entre el mundo real y el mundo de la imaginación.
Algunos de los cuentos de Borges son recuentos de relatos que vienen de Las mil y una noches: La cámara de las estatuas, La ciudad de Labtayt, y La historia de los dos soñaron (reelaboración de El hombre arruinado que volvió a ser rico por medio de un sueño). Emma Zunz, por su parte, usa la trama de La historia de Sheherezade y Shahriyâr.
Por otra parte, Borges dedicó dos ensayos a Las mil y una noches e hizo una reflexión general sobre la obra en su colección de conferencias titulada Siete noches, de 1980.
La fascinación de Borges con Las mil y una noches se expresa mejor en su observación sobre la noche número 602, en la que Sheherezade narra al rey la historia de ellos mismos, para así entrar en un ciclo de repetición interminable, tipo espejo. Algunos autores creen que el episodio de la noche 602 es una invención de Borges, de por sí proclive a una imaginación desbordada, pero, según otros, Borges se refiere a un intermezzo, contenido en la traducción de Habicht, en el que se incorpora una versión corta de La historia de Sheherezade y Shahriyâr. En cualquier caso, aún si fuera una contribución personal de Borges a la obra, sería válido admitirla como parte de ese proceso interminable de creación y recreación que corresponde a un clásico (del mismo modo que no hay dos lecturas iguales de La Ilíada o de La Biblia, o incluso de Cervantes o Dostoyevski, o dos interpretaciones iguales de Hamlet o de la Quinta sinfonía de Beethoven).
Siempre en Latinoamérica, el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1927-), es un viejo confeso de la admiración que siente por Las mil y una noches. Como en Goethe, las historias tienen un vínculo directo –en la imaginación de este autor– con las que le contó su abuela durante su infancia, que también estaban llenas de humor, misterio y fantasía.
Según el escritor colombiano, Las mil y una noches es una de las fuentes de inspiración más importantes de sus Cien años de soledad, así como del resto de su obra enmarcada en la corriente del realismo mágico. Las referencias a la obra oriental son especialmente notorias cuando la novela de García Márquez narra los relatos fantásticos contados en la habitación de Melquíades. Es igualmente notoria la influencia de la obra en la figura de Aureliano Buendía, así como en el desfile constante de situaciones maravillosas que forman parte de toda la argumentación de la novela. Del mismo modo, hay un papel preponderante del destino en Cien años de soledad que también está muy presente en Las mil y una noches, así como una estructura laberíntica que es común en ambas obras literarias.
El escritor británico-indio Salman Rushdie (1947-), cuya obra ha sido comparada con el realismo mágico latinoamericano, estima Las mil y una noches como una de las fuentes básicas de su inspiración literaria. En Los versos satánicos, el autor hace referencia constante a temas y motivos propios del mundo árabe y del indio. En Harún y el mar de las historias, Rushdie ataca las dictaduras basadas en la religión con base en temas propios de Las mil y una noches.
* * * * *
En fin, la influencia de Las mil y una noches es fundamental sobre la literatura mundial. En ese sentido, el filólogo y escritor Robert Irwin (1947) ha dicho –en una afirmación que es categórica a la vez que atractiva– que sólo La Biblia puede decirse que haya tenido un peso mayor sobre la literatura subsiguiente.
Otras artes.
Muchas otras artes se beneficiaron del influjo de Las mil y una noches. Si entrar a analizar las artes decorativas, la moda, la gastronomía yy otros usos culturales, nos conviene recordar lo siguiente:
• Ilustraciones:
Entre los grandes ilustradores de Las mil y una noches tenemos a Edmund Dulac (1882-1953), quien creó ilustraciones para Las mil y una noches a principios del siglo XX, con una fuerte influencia de los prerrafaelitas ingleses y el movimiento conocido como Art Deco. Las ilustraciones estaban provistas de cierta ligereza humorística que calzaba bien con los temas de la obra y, en general, contienen muchos elementos que actualmente se asocian en Occidente con lo oriental aunque no sean necesariamente auténticos en su origen.
Igualmente, tenemos a Marc Chagall (1887-1985), quien fue uno de los grandes artistas plásticos del siglo XX, y quien realizó litografías sobre Las mil y una noches, dedicadas a las historias de Qamar al-Zamán y Budȗr; Jullanȃr; Abdalá, el pescador; Abdalá, el sireno; y. El caballo de ébano.
• Música.
En materia musical ya fuimos testigos de la contribución esplendorosa del músico ruso Nikolai Rimski-Kórsakov (1844-1908) al repertorio romántico con la Suite sinfónica Sheherezade, que escuchamos la semana pasada y que resume, de manera elocuente y magnífica, la visión occidentalizada de Las mil y una noches.
Por otro lado, el gran músico francés Maurice Ravel (1875-1937) se propuso componer una ópera denominada Las mil y una noches, pero nunca logró acabar su proyecto. Eventualmente, compuso un ciclo de canciones para soprano y orquesta que denominó Sheherezade y que recoge una orquestación muy rica y sensual que trata de evocar el ambiente exótico del Oriente y de la obra literaria, propiamente.
* * * * *
Con esta sesión del almuerzo cultural tenemos la posibilidad de acercarnos a una obra literaria que –como dijo Borges– es imperecedera. Por ello es un clásico y, para nosotros, más allá de su calidad estilística, una fuente segura de placer y la oportunidad para abrirnos a un mundo que, por fantástico que nos parezca, no por ello es menos real, humano y, por lo tanto, también nuestro.
Quedan invitados a acompañarnos.
Saludos,
Carlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario