Hace unos años, mientras cursaba una maestría en Humanidades, tuvimos un curso de historia de la música, a cargo de Jordi Antich. Luego de hacernos todo el recorrido de la música, desde la Antigüedad hasta inicios del siglo XX, Jordi nos planteó un reto interesante: nos asignó, como trabajo final, una investigación sobre autores de música culta contemporánea.
El trabajo consistía en buscar información, incluyendo grabaciones, de alguno de estos músicos (Jordi
los escogió para cada cual) para presentarlos en clase. Mi compositor-tema fue Krzysztof Penderecki, nacido en Polonia en 1933, y autor de obras de raigambre variada, conforme ha evolucionado su estilo.
Pese a mi afición por la música clásica, yo nunca había oído nada de Penderecki, por lo que entré en esta aventura sin mayor sospecha de lo que tenía entre manos. Aprovechando un viaje a Miami con mi esposa, entré en una discoteca de las que entonces había para la compra de discos (un Virgin Megastore en este caso) --eran los tiempos pre-Amazon-- y me fue fácil localizar algunos CDs de este compositor. Los compré y, con la excusa de la investigación, puse uno de ellos en el tocadiscos del carro que habíamos alquilado mientras nos dirigíamos a un centro comercial. El CD escogido fue "Threnody para las víctimas de Hiroshima". Para hacer el cuento corto, el disco duró 4 minutos o menos en el tocadiscos, ante el reclamo airado de Ana, quien consideró la obra (lo poquito que había oído) insoportable. Obviamente guardé el disco, con una leve protesta de mi parte, aunque horrorizado, al igual que Ana, del fragmento escuchado.
Ya de vuelta en casa, con los audífonos del caso, escuché (sufrí) el disco hasta el final. Está claro que el deseo del compositor era reflejar el horror de las víctimas de la primera bomba atómica, cosa que logra con creces. La pieza crea tal angustia y dolor en los que la escuchan que el efecto es verdaderamente perturbador, cuando no deprimente.
La obra la presenté en clase. El efecto en los compañeros fue el que se imaginarán. Jordi quedó encantado.
Tiempo después, con calma, he oído otras cosas de Penderecki, como su Segunda sinfonía. Corroboré lo que leí, en el sentido de que ese sonido astringente, angustiado y a veces horrífico de su Threnody, que data de 1960, o de su Pasión según san Lucas, que es de 1965, evolucionó hacia formas más tonales y convencionales, cercanas al neo-romanticismo de Anton Bruckner (1824-1896).
Como indica
un autor, el cambio de estilo obedece al convencimiento de Penderecki de que la
experimentación vanguardista había perdido horizonte, respecto a la herencia
musical de Occidente. Cuando se interrogó al compositor sobre este viraje dijo:
“El vanguardismo dio la
ilusión de un lenguaje musical universal, no sujeto a convencionalismos
culturales de carácter local. El mundo
musical de Karl-Heinz Stockhausen (1928-2007), Luigi Nono (1924-1990), Pierre Boulez (1925-) y John Cage
(1912-1992) era una especie de liberación para
nosotros, los jóvenes de entonces –anclados en la estética del realismo
socialista, que era, por ese entonces, el canon oficial en nuestro país [la
Polonia comunista de mediados del siglo XX]. Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que esta novedad, esta
experimentación y especulación formal, era más destructiva que constructiva. Me di cuenta de la naturaleza utópica de este
tono prometeico”.
Para Penderecki,
su regreso a la música tonal tradicional lo salvó de la trampa vanguardista del
formalismo. Sin embargo, su paso por esa etapa descarnada y atonal no estuvo exenta de beneficios, no sólo económicos (por el pago de regalías), sino de fama. Entre otras cosas, la música de Penderecki ha sido clave en crear la atmósfera necesaria para ciertos clásicos del cine de terror contemporáneo: él es el compositor de la música de películas como "El exorcista" (1973), de William Friedkin (1935-); "El resplandor" (1980), de Stanley Kubrick (1928-1999); "Inland Empire" (2006), de David Lynch (1946-); y,"Shutter Island" (2010) de Martin Scorsese (1942-),
Los invito a "probar" al Penderecki de los años 60. Van a quedar tan horrorizados como mi pobre esposa. La verdad es que ella tenía razón.
Entre tanto, les dejo este enlace:
http://www.theguardian.com/film/2011/nov/03/krzysztof-pendercki-horror-soundtracks-david-lynch
No hay comentarios:
Publicar un comentario