El valioso tiempo de los maduros.
Me siento como aquel niño al que regalan
una bolsa de caramelos: los primeros se los come feliz, pero, cuando se percata
de que quedan pocos, comienza a saborearlos profundamente.
He contado mis años y he descubierto que
tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que he vivido hasta
ahora…...
Ya no tengo tiempo para reuniones
interminables, en las que se discuten estatutos, normas, procedimientos y
reglamentos internos, sabiendo que no se conseguirá nada.
Ya no tengo tiempo para soportar personas
absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para perderlo en
mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde
desfilan ‘egos’ inflados. No tolero a los manipuladores ni a los aprovechados.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para
apropiarse de sus puestos, sus talentos y sus éxitos. Detesto, si soy testigo,
los efectos que genera la lucha por un cargo importante. Las personas no discuten
contenidos, apenas los títulos, si acaso…
Mi tiempo es escaso como para discutir
títulos. Quiero la esencia, pues mi alma tiene prisa… Con pocos caramelos en la
bolsa…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy
humana. Que no se vanaglorie con sus triunfos. Que no se considere elegida
antes de tiempo. Que no eluda sus responsabilidades. Que defienda la dignidad
humana. Y que desee únicamente caminar al lado de la verdad y de la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena vivirla. Quiero rodearme
de gente que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los duros
golpes de la vida, le han enseñado a crecer con suaves caricias a su alma.
Sí… tengo prisa… para vivir con la
intensidad que nada más que la madurez puede dar. Pretendo no mal emplear ni
tan solo uno de los caramelos que me quedan. Estoy seguro que serán más
exquisitos que los que me he comido hasta ahora. Mi meta es llegar al final
satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia.
Deseo que tu meta sea la
misma, porque, de cualquier manera, también llegarás…
Escrito por Mario Andrade (1893-1945), poeta, novelista, musicólogo y ensayista brasileño.
(Tomado del muro de mi querida amiga Ana María Ortiz Rechnitz).
No hay comentarios:
Publicar un comentario