lunes, 16 de febrero de 2015

Martha Argerich (1941-): diosa del piano.

Ella es verdaderamente una diosa, una diosa del piano que ha dominado la escena musical por casi cincuenta años.

Quienes la hemos visto frente a ese instrumento, pronta a tocar, con o sin orquesta para acompañarla, nos hemos encontrado a una mujer de pelo largo --antes muy negro y ahora cano-- quien, con su vestido negro y sin mayores adornos, saluda brevemente al público y se sienta luego para arrancar las sonoridades más espectaculares, así como las sutilezas más delicadas, del piano, que es como su prolongación física y espiritual también.

La vitalidad y la maestría de Martha Argerich son absolutas.  La convicción con la que interpreta cualquier cosa: de Mozart a Ravel o Bartok, de Beethoven a Liszt o Tchaikovski, y de Chopin o Schumann a Prokofiev, es absolutamente singular.  Su condición de mujer no la define en modo alguno.  Sin faltar a la verdad de cada compositor, la pianista hace suyo todo lo que toca y lo hace de manera inolvidable.

Ahora, una biografía escrita por su hija la revela en el plano personal.  No la he leído, pero espero hacerlo pronto.  Se la descubre como madre y mujer, en su intimidad, y ello añade más singularidad a su figura.

Martha Argerich es una gran pianista.  La verdad, es incomparable.  Recomiendo sus grabaciones.  Son toda una experiencia artística de alguien por lo demás sencillo, de carne y hueso, que ama, vive y sufre como cualquiera de nosotros, pero que trasciende a sí misma cuando se enfrenta al piano, espejo y extensión de su ser.

http://miamiclasica.com/2013/11/11/stephanie-argerich-todo-sobre-mi-madre/

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