EL CAMINO DE LA VIDA

EL CAMINO DE LA VIDA
EL CAMINO DE LA VIDA. - Every day you may make progress. Every step may be fruitful. Yet there will stretch out before you an ever-lengthening, ever-ascending, ever-improving path. You know you will never get to the end of the journey. But this, so far from discouraging, only adds to the joy and glory of the climb. - Sir Winston Churchill.

domingo, 22 de julio de 2012

Recomendaciones para escuchar la música de Jean Sibelius.

Jean Sibelius (1865-1957) es uno de los grandes compositores de todos los tiempos.  Su música estuvo inicialmente impregnada de influencias del nacionalismo ruso, aunque luego desarrolló un lenguaje muy personal que evoca los países de su nativa Finlandia.

La suya es una música bellísima que se escucha con profundo placer.  Como recomendaciones muy especiales, les ofrezco las siguientes:

·              Concierto para violín y orquesta: Cho-Laing Lin (violín), Orquesta Filarmonía de Londres, Esa-Pekka Salonen (Sony)

·              Las siete sinfonías (recomendaciones de versiones discográficas): 
o      Sinfonía No. 1: Orquesta Filarmónica de Oslo, Mariss Jansons (EMI).
o      Sinfonía No. 2: Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert von Karajan (EMI).
o      Sinfonía No. 3: Orquesta Sinfónica de Letonia, Osmo Vänskä (BIS).
o      Sinfonía No. 4: Orquesta Sinfónica de Londres, Colin Davis (RCA).
o      Sinfonía No. 5: Orquesta Filarmonía de Londres, Simon Rattle (EMI).
o      Sinfonía No. 6: Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert von Karajan (Deutsche Grammophon).
o      Sinfonía No. 7: Orquesta Filarmonía de Londres, Vladimir Ashkenazy (Decca)

·              Poemas sinfónicos:
o      Finlandia, Orquesta Filarmonía de Londres, Vladimir Ashkenazy (Decca).
o      El cisne de Twonela, Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert von Karajan (Deutsche Grammophon).
o      Suite Karelia, Orquesta Sinfónica de Letonia, Osmo Vänskä (BIS).
o      Valse triste, Orquesta Filarmónica de Berlín, Herbert von Karajan (Deutsche Grammophon).
o      Kullervo, Orquesta Sinfónica de Londres, Colin Davis (RCA).
o      Tapiola, Orquesta de la Radio Finlandesa, Jukka-Pekka Saraste (Finlandia).
o      La hija de Pohjola, Orquesta Filarmónica de Londres, Jukka-Pekka Saraste (LPO)

En video les recomiendo en que grabó la Filarmónica de Viena, dirigida por Leonard Bernstein (1918-).  Incluye 4 o 5 sinfonías únicamente, ya que Bernstein murió antes de completarlo; sin embargo, es un hermoso testimonio de su amor por la música de Sibelius, aun cuando se oyen más ecos de Gustav Mahler de los que he escuchado en las interpretaciones de otros directores. 


Tuve el placer de estar en la inauguración de la temporada 1987-1988 de Carnegie Hall, para ver y escuchar a Bernstein, con esa misma orquesta, en una presentación de la Quinta sinfonía del compositor.  Ese concierto es uno de los tesoros de mi memoria.

Recomendaciones sobre la música de Jean Sibelius.

Un amigo me preguntó recientemente si tenía alguna recomendación especial sobre la música de Jean Sibelius (1865-1957).  La respuesta fue inmediata y hasta entusiasta: "¡Sí!: las siete sinfonías, el concierto para violín y los poemas sinfónicos".  Toda su producción sinfónica es de primera categoría y hay interpretaciones de su música de una extraordinaria calidad artística.
Más en detalle, las siguientes son algunas recomendaciones de versiones de cada una de esas obras:
  • Sinfonía No. 1: Orquesta Filarmónica de Oslo, dirige Mariss Jansons (EMI/HMV).
  • Sinfonía No. 2: Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Herbert von Karajan (EMI/HMV).
  • Sinfonía No. 3: Orquesta Sinfónica de Lahti (Finlandia), a cargo de Osmo Vänskä (BIS).
  • Sinfonía No. 4: Orquesta Sinfónica de Londres, dirige Colin Davis (RCA).
  • Sinfonía No. 5: Orquesta Filarmonía de Londres, bajo Simon Rattle (EMI/HMV).
  • Sinfonía No. 6: Orquesta Filarmónica de Berlín, a cargo de Herbert von Karajan (Deutsche Grammophon).
  • Sinfonía No. 7: Orquesta Filarmonía de Londres, dirigida por Vladimir Ashkenazy (Decca/London).
  • Concierto para violín y orquesta: Cho-Laing Lin como solista y la Orquesta Filarmonía de Londres, dirigida por Esa-Pekka Salonen (CBS/Sony).
  • Poemas sinfónicos (Finlandia, Valse Triste, El cisne de Tuonela, Tapiola): Orquesta Filarmónica de Berlín, bajo la dirección de Herbert von Karajan (Deutsche Grammophon).
Espero que las disfruten.

sábado, 21 de julio de 2012

Películas de corte histórico (una lista muy personal).

Ante una discusión surgida en días pasados sobre las películas de tipo histórico que cada cual podía recomendar, surgió una interesante discusión.  La siguiente es una lista de “películas favoritas” muy personal y, por ello, sujeta a toda clase de debate.  Todas las considero buenas y algunas me parecen verdaderamente excepcionales.  Ya que en el debate surgido no se establecieron condiciones claras de escogencia, algunas de las películas escogidas se basan en personajes muy conocidos de la historia, mientras que otras tiene como referencia personajes ficticios de alguna época.  Lo más probable es que se me queden por fuera un montón,  pero ni modo.  Luego podrán agregarse.  Mis excusas por cualquier omisión de bulto.
  • Antigüedad: “Spartacus”, de Stanley Kubrick.
  • Bíblicas: “El evangelio según san Mateo”, de Pier Paolo Pasolini; “Jesús de Nazaret”, de Franco Zeffirelli; y, “Ben-Hur” de William Wyler. 
  • Edad Media occidental: “La pasión de Juana de Arco”, de Theodor Dreyer; “El nombre de la rosa” de Jean-Jacques Annaud; “Enrique V”, de Kenneth Branagh; y, “El regreso de Martin Guerre”, de Daniel Vigne.
  • Edad Media en Rusia: “Alexander Nevski”; e, “Iván el terrible”, partes I y II, de Sergéi Einsenstein.
  • Renacimiento en la Europa mediterránea: “La agonía y el éxtasis”, de Carol Reed (con muchas libertades históricas); y, “Artemisia”, de Agnès Merlet.
  • Renacimiento en la Europa del norte: “A Man for All Seasons”, de Fred Zinnemann.
  • Renacimiento en la Europa Oriental: “Andrei Rublev”, de AndreiTarkovski.
  • Inicios de la Edad moderna: “La joven del arete de perla”, de Peter Webber; “La reina Margot”, de Patrice Chéreau; y, “Molière”, de Arianne Mnouchkine; “Aguirre, la cólera de Dios”, de Werner Herzog.
  • Siglo XVIII: “Barry Lyndon”, de Stanley Kubrick; “La locura del rey George”, de Nicholas Hytner; “Las relaciones peligrosas”, de Stephen Frears.
  • Revolución francesa: “Napoleón”, de Abel Gance; “Danton” de Andrej Wajda; “Waterloo”, de Sergéi Bondarchuk; y, “Los duelistas”, de Ridley Scott.
  • Siglo XIX y Revolución industrial: “Her Majesty, Mrs. Brown”, de John Madden; “Ludwig II”, de Luchino Visconti.
  • “Edad Media” japonesa: “Los siete samuráis”, “Kagemusha, la sombra del guerrero” y “Ran”, de Akira Kurosawa.
  • Fines de la Belle Époque: “Il gatopardo”, de Luchino Visconti.
  • Nacionalismo: “El nacimiento de una nación”, de D.W. Griffith.
  • Maquinismo: “Tiempos modernos”, de Charles Chaplin.
  • Principios del siglo XX en Europa: “Novecento”, de Bernardo Bertolucci.
  • Principios del siglo XX en el norte de los EE.UU.: “Ragtime”, de Milos Forman.
  • Principios del siglo XX en el sur de los EE.UU.: “Inherit the Wind”, de Stanley Kramer.
  • Principios del siglo XX en Oriente Medio: “Lawrence of Arabia”, de David Lean.
  • Principios del siglo XX en India: “Gandhi”, de David Attenborough.
  • Principios del siglo XX en el Lejano Oriente: “El último emperador”, de Bernardo Bertolucci.
  • Principios del siglo XX en Rusia: “El acorazado Potemkim”, de Sergéi Einsenstein; y, “Rojos”, de Warren Beaty.
  • Primera Guerra Mundial: “Paths of Glory”, de Stanley Kubrick; y, “Gallipoli”, de Peter Weir.
  • El período entre guerras en EE.UU: “Las uvas de la ira”, de John Ford.
  • El período entre guerras en Europa: “El huevo de la serpiente”, de Ingmar Bergman.
  • Segunda Guerra Mundial: “Overlord”, de Stuart Cooper; “El tambor de hojalata”, de Volker Schlöndorf; “La notte di San Lorenzo”, de Vittorio y Paolo Taviani; “Das Boot”, de Wolfgang Petersen; “El pianista”, de Roman Polanski; y, “El 41”, de Grigori Chuckhrai.
  • Fascismo: “Una giornatta particolare”, de Ettore Scola”.
  • Nazismo: “El triundo de la voluntad”, de Leni Riefenstahl; y,“Portero de noche”, de Liliana Cavani.
  • Franquismo: “El laberinto del fauno”, de Guillermo del Toro; y, “Los santos inocentes”, Mario Camus.
  • Otros totalitarismos: “El gran dictador”, de Charles Chaplin; y, “1984”, de Michael Radford.
  • Guerra Fría: “Dr. Strangelove, or How I Learned to Love the Bomb”, de Stanley Kubrick; “Las vidas de los otros”, de Florian Henckel von Donnersmarck; y, “Good-Bye, Lenin!” de Wolfgang Becker.
  • Segunda mitad del siglo XX en África: “La batalla de Argel”, de Gillo Pontecorvo; “Cry Freedom”, de Richard Attenborough; y, “Hotel Rwanda”, de Terry George.
  • Segunda mitad del siglo XX en América Latina: “La historia oficial”, de Héctor Alterio; “Diarios de motocicleta” de Walter Salles; y, “Ciudad de Dios” de Fernando Meirelles.
  • Segunda mitad del siglo XX en Asia: “The Killing Fields”, de Roland Joffé.
  • Segunda mitad del siglo XX en EE.UU.: “Apolo 13”, de Ron Howard; “Apocalypse Now”, de Francis Ford Coppola; “The Thin Red Line”, de Terrence Malick; y, “Malcolm X”, de Spike Lee.
  • Segunda mitad del siglo XX en Europa: “Z”, de Costa Gravas; y, “En el nombre del padre”, de Jim Sheridan.
  • La angustia del hombre contemporáneo: “La insoportable levedad del ser”, de Philip Kaufman; y,  “Teorema”, de Pier Paolo Pasolini.
Ahí les dejo la lista para comentarla.

viernes, 13 de julio de 2012

“8½” de Federico Fellini.

Se dice que la gran mayoría de los conocedores, que alguna vez hayan hecho una lista de sus directores de cine favoritos, han incluido a Federico Fellini (1920-1993) en alguno de los primeros cinco lugares.  Igualmente, que su película “8½” (1963) está en una vasta multitud de aquellas listas de las “películas más importantes de todos los tiempos”. 

Obviamente, se trata de medidas subjetivas que pueden ir en un sentido o en otro, pero son, en todo caso, datos de alguna significación para estimar la apreciación de este director –y particularmente de esta película– en la historia del cine.  Nadie discute realmente el hecho de que Fellini y “8½” tienen un peso muy importante para quienes gustan del llamado “séptimo arte”.
Y es que Fellini es un director entrañable.  El estilo personal de este director, su naturaleza expresiva y desenfadada, y su imaginación desbordante, fueron los ingredientes de un cine tan particular como rico en sus perspectivas de análisis y disfrute. 

Por su formación en el mundo del espectáculo, Fellini es un artista que, casi irremediablemente, atrae a su público con golpes de efecto que son deslumbrantes y que lo mantienen cautivo por el término de cada una de sus películas.  Esto lo logra mediante una sucesión de imágenes y efectos de corte expresionista que garantizan la atención del espectador ante el desborde de imaginación evidenciado en la pantalla.  Sin embargo, los detalles son sencillos y muy humanos: un toque por aquí, un rostro por allá, un detalle de composición fotográfica por este otro lado.  Nada de explosiones, trabajos computarizados o costosos trucos de cámara.

Las películas de Fellini pueden ser vistas muchas veces, sin que cansen o lleven a la rutina, pues siempre revelan detalles, hacen rememorar gozos o nos llevan a plantearnos la existencia humana de un modo atractivo y, especialmente, muy personal.

Para el director, el proceso de creación de su cine fue siempre una aventura que perfectamente podría haber sido filmada como una película más, por lo interesante de cada uno de sus proyectos.  Basta ver las fotos de sus filmaciones para darse uno cuenta de la carga emocional que se desplegaba en cada uno.  Sus actores lo querían y él mismo –de ese modo tan peculiarmente italiano que le caracterizaba– se involucraba en cada proyecto generando una mística de trabajo entusiasta, alambicada y profundamente gozosa.
Fellini debe haber gozado mucho en este proceso, mientras hacía cine con su esposa Giulietta Massina (1921-1994), o con sus grandes amigos: Marcello Mastroianni (1924-1996), Sandra Millo (1935-), Anita Ekberg (1931-), Nino Rota (1911-1979), Tullio Pinelli (1908-2009) y un largo etc., o planeaba películas que desafortunadamente nunca se dieron, con Carlo Ponti (1912-2007), Sophia Loren (1934-), Gregory Peck (1916-2003), Ingmar Bergman (1918-2007) y Akira Kurosawa (1910-1998), entre otros.

En lo que a mí respecta, sus películas son mágicas y están presentes en mi corazón como algo propio y permanente.  A ellas me matriculé de por vida, hace muchos años, cuando me tocó la oportunidad de ver “Amarcord” (1973), siendo un adolescente, lo que constituyó para mí una experiencia inolvidable.

Sobre “8½”, hay que decir que es, sin duda, el filme más importante que se haya realizado sobre el proceso de creación de una película y el metro con el que se mide cualquier otra película sobre el tema, así venga de gente tan connotada como François Truffaut (1932-1984), Woody Allen (1935-), Bob Fosse (1927-1987) o Paul Mazursky (1930-).  Como se sabe, se llama “8½” por una ocurrencia de una enorme y engañosa simplicidad: hasta ese momento Fellini había hecho siete películas y dos cortos que entre todos sumaban el equivalente a siete películas y media.  Por ello, decidió llamar a esta producción su opus “8½”.

El filme nos presente la crisis creativa de un director ficticio (Guido Anselmi, interpretado por Marcello Mastroianni), que no es otra cosa que el alter ego del propio Fellini.  Anselmi es un director famoso que busca la soledad para pensar, pero lo atacan productores, guionistas, actores y periodistas con aquellos temas y preguntas que no son importantes y que le impiden “crear”.  
La felicidad de Anselmi estriba justamente en el proceso de crear, así como de relacionarse de modo creativo con la gente que quiere, pero no lo dejan hacerlo, por tener que ocuparse de cuestiones materiales que para él son insoportables.  Es decir, no puede alcanzar la satisfacción plena porque la fragmentación de sus experiencias ordinarias con los demás lo hacen desviarse a cada momento de su verdadera vocación de artista; lo que equivale a decir que lo abstraen de su más propia humanidad.

El director busca entonces refugio en sus recuerdos y en las mujeres que ha amado a lo largo de su vida: su esposa, su amante de turno, su madre y otras que le han prodigado atención, educación y cariño.  Mientras tanto, se esconde, sin saber qué hacer ante el acecho de los demás.  La solución que Anselmi encuentra está en sus fantasías oníricas, que lo llevan a un final creador y liberador.  Como dice un autor, “los fantasmas de su conciencia reconstruyen un mosaico hecho de verdad y belleza” al cual Anselmi se adscribe ignorando la inaguantable presión del mundo exterior.

Y es que en la conciencia personal está el alma de cada cual.  El enigmático “Asa-Nisi-Masa” que le ofrece la clarividente a Anselmi, en una escena muy bella, es en realidad un juego de palabras para esconder lo que está en el fondo de todo creador: su “A-Ni-Ma” o alma; es decir, aquello que lo diferencia de toda otra criatura para hacer de él un ser único e irrepetible.

En suma, “8½” es una manera de ilustrar –desde el punto de vista del artista– el drama existencial del hombre que debe vencer lo ordinario para imponer su humanidad.  Ese proceso de búsqueda de valor existencial en el laberinto del día a día ha hecho que se compare a Anselmi con Leopold Bloom, el personaje del “Ulysses” de James Joyce (1882-1941), quien no alcanza su destino, no obstante su empeño, por encontrarse distraído por los avatares de la vida cotidiana.

La estructura de “8½” parece caótica, pero está firmemente hilvanada por Fellini alrededor de la angustia del director-protagonista por encontrar una salida a su dilema creador.  Sus recuerdos y fantasías vienen en su auxilio casi inesperadamente, como un descanso del merodeo invasivo de sus distractores, y hacen que la trama se complique formalmente, pero no en el fondo.  Esos recuerdos y fantasías son más reales y legítimos para él que todo el barullo que otros desarrollan cerca de él por el tema de la película.  Son la defensa de su inconsciente, que lo protege como ser humano de las constricciones de los convencionalismos sociales.

La película es un esfuerzo por ilustrar el drama del artista que no logra establecer un contacto equilibrado entre (i) la ficción y la realidad; (ii) sus sueños y la insoportable rutina de la vida; y, (iii) el proceso de la creación y la obligación de satisfacer las expectativas de la existencia cotidiana.
Es interesante notar, por supuesto, el interés desarrollado por Fellini, desde tiempos de “La strada” (1954), por el sicoanálisis y, especialmente, por el simbolismo de los sueños.  Se sabe que el director anotaba cuidadosamente los sueños que lograba recordar (algo que tenía en común con Luis Buñuel (1900-1983)) y que muchas de sus impresiones oníricas fueron traducidas al cine, como es evidente en la atmósfera que se respira en sus películas.  Se sabe también que trató de potenciar ese aspecto de su vida experimentando con drogas alucinógenas, con espiritismo, con el I-Ching, con la parasicología y con el chamanismo.  No conozco a fondo los resultados específicos de esas experimentaciones, pero resulta clarísimo que el cine de Fellini y el mundo de los sueños tienen una profunda relación, que nos es presentada de modo mágico y sensible por el director, con dejos de barroquismo, amor por las posibilidades expresivas del color y por el misterio de los símbolos y las imágenes.

Fellini dividía la realidad en tres planos: el pasado, el presente y el mundo condicional de la fantasía.  A este último, el director adscribía todo aquello que tenía que ver con los sueños, cualquiera que fuera la dirección en la que éstos se proyectaran.  Para Fellini, el lenguaje del cine era ideal para presentarnos esa síntesis de mundo mágico y trivialidades, con los que exaltaba al ser humano por encima de los condicionamientos religiosos, políticos y sociales en general.  Toda esta heterogénea mezcla era lograda con una asombrosa habilidad, para que el eje narrativo y el eje estético de sus obras pudieran convivir mientras los tres planos de pasado, presente y fantasía se enlazaban en un sugerente e inagotable desfile de imágenes, que el público aún trata de atrapar y asimilar como mejor puede en el curso de cada película.

Fellini desarrolla los problemas de la vida en “8½” como impresiones reales y ficticias que sólo son relevantes para el director Anselmi y de las que somos cómplices gracias a que se nos ha dado la gracia de presenciarlas como espectadores anónimos.  De otro modo, serían vivencias únicamente perceptibles para Guido, del mismo modo que tenemos las nuestras, que sólo nosotros conocemos o sentimos. 

Las referencias veladas que hemos hecho a los símbolos y arquetipos de Carl Jung (1875-1961), un autor al que Fellini admiraba, son, sin embargo, muy claras en “8½”.  Por medio de los sueños que Fellini comparte con nosotros es dable acceder, de algún modo, desde el yo de cada cual (y particularmente desde el yo de Fellini) al inconsciente colectivo que tanto trató Jung en sus trabajos.  El arquetipo de la mujer, insondable en esencia, está presente el Fellini de manera clara, cualquiera que sea la película que analicemos.  En “8½”,  tenemos a la madre, a la esposa, a la amante, a la cuñada, a las actrices, a la amante del amigo, a la maestra e incluso esos curas con sotanas que parecen tías regañonas y castrantes.  La mujer es el A-Ni-Ma que permite a Anselmi salir de su atolladero para crear y alcanzar su humanidad plena.  El alma-arte es femenina y es, probablemente, aquella dimensión de cada uno de nosotros más próxima a nuestra naturaleza esencial, salvaje y misteriosa.

Gracias al recurso del cine, la imaginación del director Anselmi y la realidad mundana de los que lo rodean se traducen, para nosotros, en una interacción que es mantenida siempre por el hilo conductor de Fellini, el verdadero director de todo el espectáculo (que nos incluye a nosotros mismos), como si fuera un titeretero que parece improvisar (y a veces lo hace) con sus personajes, tramas e imágenes durante toda la película.

En las elocuentes palabras de un autor,
“Lo que a él [Anselmi] le hace padecer es común con el resto de la humanidad, y gracias a la mediación de esas mujeres, de ese «ánima», acaba llegando a ese lugar donde su yo se puede volcar hacia fuera, desnudarse y comunicar todos sus miedos y frustraciones abiertamente, liberándose, creando y reconociéndose como parte de un todo, de el inconsciente colectivo, esa gran danza de personas, recuerdos, mitos, símbolos y pasiones, que jamás ha sido mejor representada que la escena final de «8 ½», con esa avalancha humana que, tras descubrir el velo de una gran y desnuda escenografía ( y, así, se abre el inconsciente personal y colectivo), desciende por una escalera para tomarse de las manos y bailar la «pasarela del adiós».”

Y continúa:
“Así, «8 ½», como todo símbolo o universo simbólico que de verdad merezca la pena, tiene múltiples sentidos y funciona a muchos niveles.  Es un sueño construido según los parámetros de Jung, es un acto de sincera desnudez personal, es un viaje a la mente de un hombre, es el retrato de una sociedad, de una época, de una profesión y de una vocación, es una película sobre el cine y sobre el acto de crear… y también supuso la creación de un lenguaje nuevo y personal.  Y es muchas cosas más, seguro, no sólo porque se preste a muchos más análisis estéticos o narrativos, sino también porque, más allá del celuloide donde ha sido impresa, es un pedazo de vida que late por sí mismo, más lejos de donde el mismo Fellini pudo pensar que llegaría, pues las verdaderas obras de arte, al ser vistas por otros, adquieren vida propia y continúan su camino por lugares por completo inesperados.”

En fin, una película para ver cada cierto tiempo.  Un verdadero clásico que rinde tributo al cine como arte y al ser humano como supremo creador.

Saludos,

jueves, 7 de junio de 2012

"Blancanieves y la leyenda del cazador".

Hoy vi esta película con mis hijos.  

Contiene un papel de mala que le luce a Charlize Theron, quien se ve verdaderamente hermosa, lo que me hizo recordar el papel de Angelina Jolie como la madre de Alejandro en "Alexander" (nunca la he visto más linda).  

La película de Blancanieves se enfoca mucho en la perversa reina (y pudo hacerlo aún más).  Blancanieves es un papel secundario.  Opino que, en manos más capaces, la dirección de la película pudo haber creado una obra verdaderamente notable.  Al final, sin embargo, quedé con la impresión de que el producto final es más bien irregular. 
Los efectos especiales, alrededor de la reina, son imaginativos y están bien logrados.  La princesa me pareció muy aburrida, lo mismo que sus defensores: una colección de maniquíes que no comunican nada quevalga la pena recordar. 
No obstante la huida por el mar, la travesía por el bosque y el asalto al castillo, creo que estos escenarios no tienen mucha significación.  Por el contrario, la película se desarrolla fundamentalmente en espacios cerrados que, por regla general, son oscuros y opresivos, lo que acentúa la presencia de la reina.  Fuera de la Theron, nada me mereció mucho interés dentro del filme.

Pese a que al final (muy flojo) la reina recibe su castigo, la película es toda de ella y mi aprecio se queda con su hermoso y malvado personaje. na película verdaderamente notable. Yo, en cambio, sentí que el producto final es irregular. Los efectos especiales, alrededor de la reina, son hermosos y bien logrados. La princesa me pareció aburrida, lo mismo que sus defensores. Pese a que el final (muy flojo) la reina recibe su castigo, la película es toda de ella, y mi aprecio se queda con su hermoso y malvado personajlala

martes, 29 de mayo de 2012

Valeri Guérguiev dicta clases de dirección orquestal.

Valeri Guérguiev (1953-), ruso, de origen osetio, es uno de los directores de orquesta más activos del mundo.  Tiene esa vitalidad, un tanto salvaje, de los rusos, que se transforma en música llena de energía y dramatismo, que funciona muy bien con las obras de muchos de los compositores de su país, como Piotr Tchaikovski (1840-1893), Igor Stravinski (1882-1971), Serguei Prokokiev (1891-1953) y Dmitri Shostakovich (1906-1975), entre otros.

A Guérguiev se le critica su falta de atención a los detalles y su brusquedad en el manejo de las obras a su cargo.  Todo ello es parte de su personalidad, poco adecuada para aquellas obras que exigen precisión cristalina, interpretaciones cuidadas y mesura en el manejo de los tempos.  Lo anterior no le resta mérito como un gran director, aunque sí limita su repertorio en diversos aspectos.

Tuve la oportunidad de verlo en acción, al mando de la Orquesta Filarmónica de Viena, en tres conciertos en Carnegie Hall, Nueva York, en el invierno de 2008.  Los programas fueron atípicos de esta gran orquesta, caracterizada por sus incursiones en el repertorio centroeuropeo: 

(i)             En el primer concierto: extractos de Roméo et Juliette, de Héctor Berlioz (1803-1869); El preludio y muerte de amor de Tristan und Isolde, de Richard Wagner (1813-1883), en versión orquestal; y, el poema sinfónico La mer, de Claude Debussy (1862-1918);

(ii)           En la segunda presentación: Prélude a l’apres midi d’un faune, de Claude Debussy; el Concierto para piano y orquesta No. 2 en sol menor, op. 16, de Serguei Prokofiev, acompañado del israelí Yefim Bronfman (1958-), como solista; y, la Sinfonía No. 6 en si bemol menor, op. 74 (“Patética”), de Piotr Tchaikovski.

(iii)         En el último de los conciertos: la obertura a la ópera La forza del destino, de Giuseppe Verdi (1813-1901); Les préludes, de Férencz Liszt (1811-1886); y, la Sinfonía No. 5 en mi menor, op. 64, también de Tchaikovski.

Actualmente es uno de los directores más activos del mundo, como director general del Teatro Mariinski (antiguamente Teatro Kirov, bajo los soviéticos), en San Petersburgo, Rusia.  Fue hasta hace poco director asociado de la Orquesta Filarmónica de Róterdam; ahora es director invitado de la Metropolitan Opera House, de Nueva York; y, director principal de la Orquesta Sinfónica de Londres.  Además, tomará las riendas de la Orquesta Filarmónica de Múnich a partir de 2015.

Además, Guérguiev está asociado con algunos festivales musicales, entre los que destaca el festival Noches Blancas en San Petersburgo, del cual es director titular.

Recientemente, Guérguiev ha hecho esfuerzos notables para contribuir a la pacificación de la zona del Cáucaso, especialmente en lo referente al conflicto político y militar entre los gobiernos de la República de Georgia y la República de Osetia del Sur.

En el siguiente enlace, Guérguiev da clases de dirección orquestal a jóvenes estudiantes.  El video es interesante porque retrata al músico en todo el dinamismo que usualmente exhibe sobre el podio.

viernes, 25 de mayo de 2012

Restauración de las antiguas salas de cine de San José.

Veo con alegría que algunos de los viejos cines de San José son objeto de restauraciones. 

Esas salas son reliquias del pasado y, por lo tanto, parte intrínseca de nuestras vidas (como en la inolvidable "Cinema Paradiso").
Son demasiados los recuerdos y las anécdotas que muchos de nosotros podemos contar, por tener la edad suficiente, sobre estos lugares oscuros y anonimizantes, cómplices de nuestro aprendizaje cultural y vivencial.
Allí se desarrollaron amores y alegrías, tragedias y otras emociones.  Allí nos refugiamos para crecer en experiencias de vida, con amigos, novias y hermanos.  Allí aprendimos a discernir sobre ética y estética, diversidad cultural y posibilidades tecnológicas.  Allí, de muchas formas, nos hicimos lo que somos.